En una búsqueda cada vez más frenética de armas para verter en la guerra proxy de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en Ucrania, Estados Unidos ha recurrido a América Latina, según ha revelado la comandante estadounidense de mayor rango para la región.
La general Laura Richardson, jefa del Comando Sur de Estados Unidos (SOUTHCOM), declaró en un foro en línea celebrado la semana pasada por el grupo de expertos en estrategia geopolítica Atlantic Council de Washington que el Pentágono está intentando convencer a varios gobiernos latinoamericanos no identificados de que 'donen' material militar de fabricación rusa al régimen respaldado por Estados Unidos en Ucrania.
'Estamos trabajando con los países que tienen material ruso para que lo donen o lo cambien por material estadounidense', declaró la general Richardson ante una audiencia virtual el pasado jueves.
Las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y los tres países de la región que mantienen los vínculos militares más estrechos con Moscú —Venezuela, Nicaragua y Cuba— son nulas o están muy restringidas. Todos ellos, al igual que Rusia, están sujetos a sanciones estadounidenses.
Aunque Richardson se negó a nombrarlos en el foro, titulado 'Sobre la seguridad en las Américas', dijo que otros seis países de la región tienen importantes arsenales de armamento soviético o de fabricación rusa, y que se estaba 'trabajando' para conseguir que 'lo donen a Ucrania o a la causa en curso'. Tales acuerdos para enviar material de fabricación rusa a la guerra de Ucrania incluirían presionar a los países latinoamericanos para que sustituyeran el material ruso por armamento de fabricación estadounidense.
Aunque el Comando Sur de EE.UU. también se negó a decir qué países estaban en conversaciones sobre tales transferencias de armas, el Pentágono ha mantenido un seguimiento cuidadoso de la entrada de armas soviéticas y rusas a la región.
En su testimonio del pasado mes de julio ante el Subcomité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes sobre el hemisferio occidental, Evan Ellis, principal experto en Latinoamérica de la Escuela de Guerra del Ejército de EEUU y firme defensor de que Washington considere la región como un campo de batalla en los preparativos de la guerra mundial, ofreció una lista detallada de tales sistemas de armamento.
Significativamente, el país latinoamericano —aparte de Venezuela, Cuba y Nicaragua— con el mayor número de este tipo de armas, declaró, es Perú, que comenzó a importar armas soviéticas en la década de 1970 bajo el régimen militar nacionalista del general Velasco Alvarado, y tan recientemente como en 2013 compró 24 helicópteros militares Mi-17 y dos helicópteros de ataque Mi-35 a Moscú. En los años intermedios, incluso bajo la dictadura derechista de Alberto Fujimori, Lima compró cazabombarderos Su-22, aviones de combate Mig-29 y otros equipos, mientras sus fuerzas armadas recibían entrenamiento militar ruso.
El golpe parlamentario del 7 de diciembre que derrocó al presidente Pedro Castillo e instauró un régimen dominado por la derecha peruana y las fuerzas de seguridad de la ex vicepresidenta de Castillo, Dina Boluarte, bien pudo haber engrasado las ruedas para el tipo de acuerdo que promueve el general Richardson. Un día antes del golpe, la embajadora de Estados Unidos en Lima, Lisa Kenna, una veterana agente de la CIA, se reunió y llegó a un acuerdo con el ministro de Defensa del país para apoyar la destitución de Castillo. Desde entonces, las fuerzas de seguridad se han desatado contra los manifestantes, matando al menos a 60 de ellos.
Otros países con importantes reservas de armamento soviético/ruso son Brasil, Ecuador, Colombia, México, Uruguay y Argentina. Las armas incluyen tanques, vehículos blindados, sistemas de lanzamiento múltiple de cohetes, sistemas de misiles tierra-aire, MANPADS (sistemas portátiles de defensa antiaérea) y varios aviones y helicópteros.
En sus declaraciones, Richardson subrayó que el Pentágono se estaba moviendo 'agresivamente' para aprovechar los obstáculos impuestos por las sanciones antirrusas al suministro por Moscú de piezas para sus sistemas de armamento y a la financiación de clientes latinoamericanos.
Desde el punto de vista de la guerra proxy de EE.UU. y la OTAN en Ucrania, el envío de las armas desde América Latina sirve a un propósito definido. Aunque la atención internacional se ha centrado en las decisiones provocadoras y potencialmente catastróficas para el mundo de proporcionar a Kiev avanzados carros de combate M1 Abrams estadounidenses y Leopard 2 alemanes, la realidad es que pasarán meses antes de que estas armas puedan ser desplegadas con tripulaciones ucranianas entrenadas. Los arsenales soviéticos/rusos en América Latina, por el contrario, son prácticamente idénticos a las aramas que ya conoce el ejército ucraniano y pueden desplegarse inmediatamente.
En cuanto a los objetivos de Washington en la propia América Latina, eliminar a Rusia como competidor y restaurar el monopolio del Pentágono en el suministro de armas proporcionaría al imperialismo estadounidense una mayor influencia política en toda una región en la que los militares han intervenido repetidamente para derrocar a gobiernos considerados insuficientemente subordinados a los intereses estadounidenses y a los beneficios nacionales.
El aumento de la venta de armas significa un mayor número de asesores militares estadounidenses sobre el terreno en estos países y un mayor número de sus propios oficiales enviados a Estados Unidos para su formación militar. Esto contribuye a forjar lazos entre militares mucho más profundos que los existentes entre diplomáticos o cargos electos, creando la infraestructura organizativa necesaria para el tipo de golpes militares respaldados por Estados Unidos que han barrido el continente en el transcurso del último medio siglo.
Aunque Richardson presentó las operaciones de Rusia en la región como una grave amenaza para los intereses de EEUU, en realidad palidecen en comparación y son en gran medida una respuesta al cerco masivo de EEUU y la OTAN a la propia Rusia.
Como dejó claro la general en su discurso, Washington y el Pentágono consideran a China, a la que describió como un 'actor estatal maligno', como el desafío más importante para los intereses imperialistas de Estados Unidos en la región.
Utilizando la retórica alarmista de la propaganda de guerra, Richardson advirtió de 'la invasión y los tentáculos de la RPC [República Popular China] en los países del hemisferio occidental tan cercanos a Estados Unidos'. La presencia de China, dijo, había llegado 'justo aquí, en la línea de 20 yardas de nuestra patria, justo aquí, en la zona roja'.
El lenguaje de la general se hace eco de la Doctrina Monroe del siglo XIX, que Estados Unidos empleó por primera vez para protegerse de los intrusos imperiales europeos en el hemisferio, y que más tarde invocó en defensa de golpes militares, dictaduras policiales y sangrientas guerras de contrainsurgencia llevadas a cabo en nombre de la derrota del 'comunismo'.
Ella, como sus predecesores, tiene la arrogante costumbre de considerar a los países al sur de la frontera estadounidense como el 'patio trasero' del imperialismo norteamericano. Pero se ve obligada a admitir que Washington ha perdido gran parte de su control sobre estos territorios.
'En muchos de nuestros países de esta región, [China] es el socio comercial número uno, y Estados Unidos el número dos en la mayoría de los casos', afirmó Richardson. En realidad, China ya es el mayor socio comercial de Sudamérica. En el espacio de apenas dos décadas, el comercio total entre China y la región latinoamericana en su conjunto se ha multiplicado casi por 20, pasando de 17.000 millones de dólares en 2002 a 315.000 millones en 2019.
Veintiuno de los 31 países de la región se han sumado a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de Beijing, que ya ha producido un importante desarrollo de infraestructuras, incluidas 17 instalaciones portuarias, autopistas y ferrocarriles diseñados para dirigir el flujo de las materias primas vitales de América Latina a través del Pacífico hacia China. Mientras tanto, desafiando la presión estadounidense, la multinacional china Huawei ha tomado la delantera en las telecomunicaciones y la provisión de redes 5G.
'Me preocupan estas empresas estatales de doble uso que surgen de la [República Popular China], y me preocupa la capacidad de doble uso: poder darles la vuelta y utilizarlas para uso militar', dijo Richardson.
Sin embargo, al continuar, la comandante del Comando Sur dejó claro que lo que realmente le preocupa es asegurar el dominio estadounidense sobre los recursos estratégicos de la región y estar en condiciones de negárselos a China.
Explicando 'por qué esta región es importante' para la seguridad nacional de EEUU, la general procedió a catalogar sus 'ricos recursos', incluyendo las vastas reservas de petróleo de Venezuela y el descubrimiento de enormes yacimientos frente a las costas de Guyana, cobre, plata, oro y otros minerales, así como el 31 por ciento del suministro mundial de agua dulce. Señaló que, en la actualidad, China depende de América Latina para el 36% de sus alimentos.
La general Richardson hizo especial hincapié en el llamado 'triángulo del litio' —Argentina, Bolivia y Chile—, que concentra la mayor parte de las reservas latinoamericanas de litio, estimadas en un 60% del total mundial. Este metal estratégico es un componente clave en la transición a los vehículos eléctricos y se utiliza en prácticamente todos los sistemas de armamento modernos. La lucha por el control de las reservas de litio en la región puede parecerse pronto a las encarnizadas y sangrientas batallas por el control del petróleo de Oriente Medio. En la actualidad, China posee más de la mitad de la capacidad mundial de refinado de litio y produce el 79% de las baterías de iones de litio, frente a sólo el 6,2% de Estados Unidos.
Richardson relató que justo el día anterior había convocado una reunión de Zoom con 'los embajadores de EE.UU. en Argentina y Chile, y también con el responsable de estrategia de Livent [el proveedor de litio de Tesla en EE.UU.] y el vicepresidente de operaciones globales de Albermarle [la mayor empresa de litio de EE.UU.] para hablar del triángulo del litio en Argentina, Bolivia y Chile, y de las empresas y de cómo lo están haciendo y de lo que consideran retos y cosas por el estilo en el negocio del litio. Y luego la agresividad y la coerción de la República Popular China'.
El objetivo, dijo, era 'resolver los problemas y acorralar a nuestros adversarios'.
La comandante del Comando Sur no dio detalles sobre cómo pretende Washington 'excluir' a China de una región y un sector estratégico en los que ya se ha convertido en la fuerza económica dominante.
El hecho de que sea la comandante regional del Pentágono quien convoque una reunión de embajadores y ejecutivos de grandes empresas para discutir cómo arrebatar a China el control de las reservas de litio de América Latina proporciona la respuesta. El imperialismo estadounidense está recurriendo a la expansión del militarismo en su intento de compensar la erosión de su hegemonía económica mundial. Ve a América Latina como un objetivo para el saqueo imperialista y un campo de batalla clave en la marcha hacia la Tercera Guerra Mundial, incluso mientras intenta construir y reforzar su control sobre las fuerzas armadas de la región para hacer frente a la creciente amenaza de la revolución social en toda la región.
(Publicado originalmente en inglés el 25 de enero de 2023)