Incluso cuando miles de millones ven el imperialismo estadounidense como un paria global por su apoyo al genocidio israelí en Gaza, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha invitado a Fuerzas Especiales estadounidenses a entrenar a sus contrapartes mexicanas por dos meses a inicios de 2024.
La solicitud al Senado mexicano para el ingreso de 11 efectivos estadounidenses armados para participar en el ejercicio “Fortalecer las capacidades de las Fuerzas Especiales de la Secretaría de la Defensa Nacional” fue firmada por López Obrador menos de una semana después de reunirse con el presidente estadounidense Joe Biden en San Francisco el 17 de noviembre.
A lo largo de la cumbre, AMLO no mencionó la masacre de miles de civiles palestinos y la destrucción de hospitales, escuelas y campos de refugiados por parte de Israel con bombas suministradas por Washington.
En cambio, López Obrador declaró que “la relación de amistad entre nuestros pueblos, de respeto y también de cooperación” es “excelente”. Añadió: “Por eso somos los principales socios comerciales del mundo”.
También igualó su bochorno de 2020, cuando agradeció al entonces presidente Donald Trump por ser respetuoso con los mexicanos después de que Trump los llamara asesinos y violadores, diciéndoles a los migrantes que “agradezcan al presidente Biden, que es el primer presidente de Estados Unidos en los últimos tiempos en abrir un camino legal para la migración”.
De hecho, Biden ha adoptado la agenda antiinmigrante de los fascistas republicanos liderados por Trump, añadiendo nuevas políticas para bloquear a los solicitantes de asilo, continuando las deportaciones masivas y desplegando cientos de tropas estadounidenses en la frontera entre Estados Unidos y México. Las “vías legales” establecidas son inaccesibles excepto para los migrantes más pudientes, y tienen como objetivo encubrir la violación del derecho estadounidense e internacional al asilo.
Al mismo tiempo, AMLO ha desplegado a 34.000 soldados en las fronteras de México y miles más en el interior para “contener” a los migrantes que intentan llegar a los Estados Unidos, efectivamente extendiendo la frontera de EE.UU. hacia el sur.
México participa con frecuencia en los ejercicios militares del Pentágono, que a menudo tienen lugar en suelo mexicano, como el ejercicio anual “Fuerzas Amigas”, que se llevó a cabo este año en agosto en Tijuana, Baja California. Doce miembros del Ejército de los Estados Unidos también pudieron participar en un entrenamiento conjunto en Chihuahua en abril-mayo. Además, el Comando Norte de los Estados Unidos ha liderado la construcción este año de un centro de capacitación para respuesta a desastres en la Ciudad de México.
Durante el ejercicio PANAMAX del año pasado, que simuló una respuesta de 20 naciones para asegurar el control del Canal de Panamá, el capitán de la Armada de México, Carlos Renán Ancona, trabajó como director de la Fuerza Multinacional de Inteligencia del Sur. Explicó a Diálogo Américas que, si bien México está bajo el control del Comando Norte de los Estados Unidos, “Compartimos mucha información y trabajamos muy de cerca con el Comando Sur en muchas actividades de la vida real, en nuestro trabajo del día a día”.
Lo que distingue la última invitación de López Obrador es el contexto global, que cambia rápidamente. La embestida genocida estadounidense-israelí en Gaza ha destruido cualquier pretensión humanitaria o democrática de las operaciones imperialistas estadounidenses y ha expuesto su agenda depredadora de guerra mundial y recolonización que busca garantizar la hegemonía estadounidense a nivel mundial.
Como resultado, la retórica nacionalista de AMLO sobre la defensa de la soberanía mexicana ha quedado desenmascarada como palabras vacías, y se hace evidente que la mayor “transformación” bajo su mandato ha sido la integración completa de México en el eje Estados Unidos-OTAN para la confrontación económica y militar contra China, Rusia e Irán.
Las afirmaciones como la que apareció recientemente en la revista pseudoizquierdista Jacobin de que AMLO está “enfocado en la soberanía nacional y la autonomía frente al imperialismo estadounidense” suenan más falsas que nunca.
Incluso Reuters se sintió obligada a mencionar en su breve informe sobre la invitación de tropas estadounidenses que México “perdió gran parte de su territorio a los Estados Unidos debido a la guerra en la década de 1840 y también sufrió incursiones militares estadounidenses a principios del siglo XX”.
De hecho, la erupción en marcha del imperialismo estadounidense ya ha visto un resurgimiento de las mismas actitudes coloniales que llevaron a tales incursiones en el pasado. Todos los principales candidatos republicanos y gran parte de los congresistas han llamado a desplegar el ejército estadounidense en México supuestamente para enfrentar a los cárteles. Esto recuerda las acciones y concepciones del presidente Woodrow Wilson, quien ordenó una ocupación de siete meses del Puerto de Veracruz en 1914, durante la Revolución mexicana.
Wilson escribió: “Las concesiones obtenidas por los grupos financieros deben ser protegidas por los ministros de Estado, incluso si la soberanía de las naciones renuentes se ve ultrajada en el proceso. Se deben obtener o plantar colonias, para que ningún rincón útil del mundo sea pasado por alto o desaprovechado”.
En marzo pasado, López Obrador se sintió obligado a declarar: “Nosotros no vamos a permitir que intervenga ningún gobierno extranjero y mucho menos que intervengan fuerzas armadas de un gobierno extranjero en nuestro territorio… No somos un protectorado de Estados Unidos, ni una colonia de Estados Unidos”.
Sin embargo, a este punto en la historia, es imposible ocultar los objetivos del Pentágono detrás de sus relaciones con otras fuerzas armadas. Entre muchos documentos similares, el memorando Top Secret NSC 5432 de 1954 titulado “Política de los Estados Unidos hacia América Latina” pedía al Pentágono “buscar la estandarización militar definitiva, a lo largo de las líneas estadounidenses, de la organización, entrenamiento, doctrina y equipo de las fuerzas armadas latinoamericanas, contrarrestando las tendencias hacia el establecimiento de misiones militares europeas en América Latina”. Esto resumía lo que se conoce como la Doctrina Monroe.
Un documento secreto del Departamento de Defensa de 1965 “Estudio de la política de los Estados Unidos hacia las fuerzas militares latinoamericanas” indica que los militares locales deben estar preparados “para destituir a los líderes gubernamentales de sus cargos siempre que, a juicio de los militares, la conducta de estos líderes sea perjudicial para el bienestar de la nación”. Cita el “interés político estadounidense” clave en asegurar el Canal de Panamá y el acceso a materias primas estratégicas, así como “proteger y promover la inversión y el comercio estadounidenses”.
En tiempos de “fermento” social, el foco gira hacia aplastar la oposición social. Por ejemplo, el documento de 1965 indica que, bajo John F. Kennedy, en respuesta a la revolución cubana de 1959, Estados Unidos “comenzó a proporcionar equipos y capacitación específicamente identificados para la seguridad interna”. Tales programas prepararon el escenario para las dictaduras fascistas-militares en toda la región que torturaron, mataron y “desaparecieron” a cientos de miles de trabajadores, campesinos, jóvenes e intelectuales.
Dado que la supremacía económica del dólar y la industria estadounidenses se han derrumbado rápidamente en los años posteriores, el imperialismo estadounidense depende hoy más que nunca de emplear su ventaja militar para contrarrestar el deterioro relativo de su influencia económica en la región y a nivel mundial.
Bajo AMLO, las estructuras desacreditadas utilizadoa por la misma clase dominante mexicana corrupta para servir al imperialismo simplemente han cambiado de nombre para facilitar su expansión. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se convirtió en el T-MEC. El Plan Mérida de asistencia militar estadounidense a México se convirtió en el “Entendimiento Bicentenario”, que ya implica sumas de dinero comparables. La Policía Federal creada bajo el Plan Mérida ha sido militarizada y convertida en la Guardia Nacional. La Confederación de Trabajadores de México (CTM), controlada por gánsteres, está siendo reemplazada, aunque hasta ahora en un pequeño porcentaje de los lugares de trabajo, por una nueva burocracia propatronal de los llamados sindicatos “independientes”, financiados y capacitados por el Solidarity Center, un frente de la CIA dirigido por la burocracia AFL-CIO.
Cuando el nuevo acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá apenas entraba en vigor en 2020, las industrias militar, aeroespacial, automotriz, electrónica y otras industrias clave de Estados Unidos advirtieron que no podrían operar si los proveedores mexicanos no reabrían después de los breves cierres durante el comienzo de la mortal pandemia de COVID-19.
AMLO replicó la reapertura de Trump y demostró la misma voluntad de sacrificar la vida de cientos de miles de trabajadores a instancias de Wall Street y el Pentágono.
El Gobierno de López Obrador ha representado fielmente los intereses del imperialismo estadounidense y de la burguesía mexicana al ofrecer una fuente de mano de obra y recursos naturales baratos para que las industrias se trasladen de Asia en preparación para una guerra contra China. La secretaria de Relaciones Exteriores, Alicia Bárcenas, proclamó a México “el país del nearshoring ” el mes pasado en Washington.
Aún más descaradamente, AMLO se jactó recientemente: “Nos conviene la cooperación económica, la integración económica, fortalecer nuestra región para enfrentar la competencia de otras regiones del mundo, es importantísimo mantener buenas relaciones en lo económico, ya en México, hay plantas de autopartes de la industria bélica de Estados Unidos, ¿cómo funcionaría su economía sin la nuestra?”.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 1 de diciembre de 2023)