En una declaración emitida desde la Casa Blanca el viernes por la noche, el presidente Joe Biden prometió a sus “colegas” republicanos de que “cerraría” la frontera de EE.UU. con México si los republicanos le ayudan a aprobar un fondo suplementario de $110 mil millones. La declaración de Biden fue publicada dos días después de que el gobernador de Texas, Greg Abbott, declarara que los migrantes en busca de asilo representan una “invasión” de su estado y que justifican la usurpación de la autoridad federal sobre la frontera.
El paquete de guerra suplementario ha estado languideciendo desde octubre debido a las objeciones republicanas de que el proyecto de ley, que incluye más de 61 mil millones de dólares en fondos para la guerra por delegación contra Rusia en Ucrania, no incluye ataques suficientemente brutales contra los inmigrantes, incluyendo el regreso de la política de Trump de “Quédate en México” y la eliminación virtual del derecho de asilo.
El proyecto de ley de financiación suplementaria también prevé 14.500 millones de dólares para Israel, 14.000 millones para seguridad fronteriza y miles de millones más de ayuda militar a Taiwán y otros regímenes del sur de Asia alineados con EE.UU. contra China.
En un intento por conseguir el apoyo republicano al financiamiento bélico, Biden ya ha llevado a cabo más deportaciones en el último año que Trump en 2019, y ha reanudado la construcción de partes del muro fronterizo de Trump.
En respuesta a la oposición de Trump a cualquier acuerdo fronterizo con Biden y los demócratas, secundado por el presidente republicano de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, Biden ha adoptado ahora el lenguaje del expresidente fascista y ha declarado que “cerrará la frontera” el día en que se apruebe y se promulgue la financiación suplementaria para la guerra.
La declaración de la Casa Blanca repetía el mantra republicano de que “la frontera está rota”. Señalaba que el proyecto de ley de financiación suplementaria concedería a Biden “una nueva autoridad de emergencia para cerrar la frontera cuando se vea desbordada”. Añadía que las nuevas políticas solicitadas por Biden representarían el “conjunto de reformas más estrictas y justas que hayamos tenido en nuestro país para proteger la frontera”.
Los medios de comunicación están informando que los cambios en el proyecto de ley incluyen la detención de todos los adultos solteros y el cierre obligatorio de la frontera entre EE.UU. y México si los “encuentros” con migrantes alcanzan un promedio de 5.000 por día. En los últimos meses han superado esa cifra prácticamente todos los días.
El límite de 5.000 “encuentros” incluye 1.400 solicitudes legales a través de la aplicación de Aduanas y Protección de Fronteras conocida como CBP One. Esto significa que solo 3.600 inmigrantes al día tendrían la oportunidad de solicitar asilo.
Una vez alcanzado el umbral, la nueva ley permitiría al presidente cerrar la frontera, obligando a los agentes de la Patrulla Fronteriza a expulsar inmediatamente, sin tramitar, a todos y cada uno de los inmigrantes que intenten cruzarla. Durante el cierre, ningún inmigrante que cruce podrá solicitar asilo en virtud del Título 8.
La frontera solo se reabriría una vez que el promedio de “encuentros diarios” sea inferior a 3.750 al día en un periodo de dos semanas, algo que no ha ocurrido en meses. Además, cualquier migrante que intentara cruzar la frontera dos veces durante un “cierre” tendría prohibida la entrada a EEUU durante un año.
En su campaña contra Trump en 2020, Biden prometió instituir políticas de inmigración más humanas. Con su declaración del viernes, él y el Partido Demócrata están adoptando abiertamente la política fascistizante de Trump y los republicanos contra los inmigrantes .
La declaración de la Casa Blanca señaló que el proyecto de ley incluía la financiación para la frontera solicitada por el propio Biden en octubre, proporcionando “1.300 agentes adicionales de la Patrulla Fronteriza, 375 jueces de inmigración, 1.600 funcionarios de asilo y más de 100 máquinas de inspección de última generación...”.
El senador James Lankford, uno de los principales negociadores republicanos sobre el financiamiento suplementario, alabó los cambios draconianos en política fronteriza del proyecto de ley bipartidista del Senado. Dijo a “Fox News Sunday”:
“El proyecto de ley se centra en llegar a cero cruces ilegales al día. No hay amnistía. Aumenta el número de agentes de la Patrulla Fronteriza, aumenta los funcionarios de asilo. Aumenta las camas de detención para que podamos detener rápidamente y luego deportar a los individuos”.
Lankford añadió que el proyecto de ley proporciona “vuelos de deportación adicionales” y “cambia nuestro proceso de asilo para que la gente obtenga un proceso de asilo rápido con estándares más altos y luego sean devueltos a su país de origen”.
Más de 48 horas después de que Biden accediera a las demandas republicanas que pondrán a millones de inmigrantes, incluidos más de 2,5 millones de “dreamers” (inmigrantes indocumentados que llegaron a Estados Unidos cuando eran menores de edad), en riesgo de deportación, los principales miembros de los Socialistas Demócratas de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés) han guardado silencio.
La congresista para Nueva York, Alexandria Ocasio-Cortez, que en 2021 denunció como “privilegiados” a los socialistas y de izquierda que critican su apoyo a las políticas migratorias de Biden, aún no ha tuiteado o publicado en Instagram nada oponiéndose a la medida. El domingo en el programa “Meet the Press” de NBC, no se le preguntó sobre la promesa de Biden de cerrar la frontera y ella misma no planteó la cuestión.
Los otros tres miembros actuales del DSA en la Cámara de Representantes --Cori Bush (Missouri), Greg Casar (Texas) y Rashida Tlaib (Michigan)-- tampoco han emitido ninguna declaración denunciando a Biden por echar a los inmigrantes a los leones con el fin de conseguir dinero para la guerra en Ucrania y el genocidio en Gaza.
Su silencio no es un descuido. Los demócratas, incluidos los falsos socialistas y los autoproclamados “progresistas”, colaborarán con los republicanos en la promulgación de su fascista agenda nacional a cambio de asegurar la financiación de la guerra en Ucrania y la guerra cada vez más extensa en Oriente Próximo. Para ellos, ningún ataque a los derechos democráticos está fuera de lugar.
Así lo subrayó la expresidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi en el programa “State of the Union” de CNN. Pelosi pidió al FBI que investigara a los manifestantes contra el genocidio, alegando sin presentar pruebas que algunos son “infiltrados rusos”.
Dijo: “La demanda de un alto al fuego es el mensaje de Putin. No se equivoquen, esto está directamente relacionado con lo que a él le gustaría ver. Lo mismo ocurre con Ucrania. Se trata del mensaje de Putin”.
Estos acontecimientos demuestran que un voto para “el genocida Joe” y los demócratas en noviembre no es un medio para combatir el autoritarismo de Trump, sino una garantía de que se intensificarán los ataques contra los derechos democráticos y las condiciones sociales de la clase obrera.
La clase obrera no puede defender sus derechos democráticos, ni en Estados Unidos ni en ningún otro lugar, apoyando a ninguno de los partidos capitalistas. La elección entre Trump y Biden no es una elección del todo. No hay un “mal menor”. Son dos partidos que representan facciones reaccionarias rivales de una clase dominante capitalista en crisis que está comprometida con una política de guerra mundial, dictadura y el empobrecimiento de la clase obrera.
La guerra contra los inmigrantes, librada por la clase dominante en todos los países, es la punta de lanza del asalto a los derechos democráticos de toda la clase obrera. Los trabajadores de todos los países deben oponerse a ella como parte de la lucha contra el descenso del capitalismo a la barbarie, mediante la lucha revolucionaria por el socialismo.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 28 de enero de 2024)
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