El enfado con el supuesto sindicato “independiente” en la planta de General Motors en Silao, región central de México, está aumentando mientras intenta con dificultades imponer un acuerdo alcanzado a puerta cerrada con la empresa automotriz.
El Sindicato Independiente Nacional de Trabajadores y Trabajadores de la Industria Automotriz (SINTTIA) convocó a una votación el 4 y 5 de abril para ratificar el acuerdo, el cual ni siquiera se acerca a cumplir con las demandas aprobadas durante una asamblea en diciembre y que fueron el trasfondo de la elección del comité ejecutivo del sindicato en febrero.
A pesar de la pequeña participación de miembros en estas dos votaciones dudosas, el sindicato está violando incluso la expresión distorsionada de lo que afirma que es la voluntad de los trabajadores.
El SINTTIA también está infringiendo el emplazamiento de huelga legal de “precisamente el primer minuto del día veinticinco de marzo de dos mil veinticuatro” que aparece en el pliego petitorio formal que se votó en diciembre y que fue presentado ante la empresa y las autoridades laborales en enero.
Además de renunciar a varios bonos prometidos, incluyendo uno para trabajadores de mayor antigüedad, el aparato sindical acordó a un aumento anual del 9,2 por ciento sobre el salario, comparado al 15 por ciento que pedía inicialmente y que los trabajadores ya habían tildado de “mísero” al World Socialist Web Site.
Los trabajadores reclaman que esto es inferior al 10 por ciento aprobado el año pasado, señalando que la inflación “se come” la mayor parte del aumento, al llegar a 7,82 por ciento en 2022 y 4,66 por ciento en 2023.
Además, no hace prácticamente nada para compensar la caída histórica en los salarios reales promedio de los trabajadores de ensamble de automóviles, que se redujeron a la mitad de US$6,65 por hora en 1994 a US$3,14 en 2016. En este período, sus homólogos estadounidenses vieron una caída de US$39.91 a US$28,60 por hora.
El salario promedio para los operadores de GM Silao es actualmente de unos 75 pesos o US$3,47 en dólares de 2016. Un aumento del 100 por ciento o duplicar el salario apenas coincidiría con el nivel de ingresos de hace tres décadas, cuando se construyó la planta. Y esto solo le costaría a GM unos US$30.000 adicionales por hora, mientras que los trabajadores están ensamblando 65 camionetas por hora de los lucrativos modelos Silverado y GMC Sierra que se venden entre US$42.500 y US$82.500.
SINTTIA dijo en un comunicado que el acuerdo representa una “mejora sustancial” para los trabajadores y respondió con hostilidad a la avalancha de críticas en sus redes sociales, amenazando con llevar a cabo una huelga aislada en que los trabajadores tendrían que valerse por sí mismos sin luchar por ningún cambio significativo.
En un comentario que recibió 21 “me gusta” en Facebook, una trabajadora llamada Eli resumió la respuesta del sindicato: “¿Intimidación con huelga indefinida y poco avance, y sin sueldo? Todos sabemos que cuando hay una huelga, sí hay sueldo”.
Una imagen ampliamente compartida en redes sociales lo describe como un “contrato patronal” y dice que el sindicato tiene la obligación de ofrecer un sueldo de huelga y luego compensar cualquier pérdida de ingresos.
Los trabajadores que hablaron con el WSWS enfatizaron que el sindicato se pone del lado de la empresa a diario y no hace cumplir ni siquiera sus derechos más básicos.
Una de las quejas más frecuentes es que el sindicato se pone del lado de los líderes de equipo (LET) que abusan de los trabajadores. Un trabajador de ensamble general dijo que estaba familiarizado con un caso reciente de un nuevo compañero que pidió apoyo para detener el acoso laboral por parte de su LET, pero el delegado sindical Juan Carlos Camero no hizo nada para ayudar. Como resultado, el joven trabajador “intentó quitarse la vida por tanto estrés”.
Por experiencia personal, el obrero dijo que el sindicato también ha ignorado sus quejas contra supervisores por lenguaje abusivo, verse obligado a cargar piezas pesadas cuando las máquinas se descomponen y que le permiten ir al baño, lo que infringe las cláusulas existentes en el contrato. “Los acosos siempre se queda en revisaremos, no solo las mujeres ahora también los hombres sufren acoso laboral por los LET”, dijo.
Cuando los trabajadores solicitan sus días de vacaciones estipulados, el sindicato y la gerencia dicen que no hay nadie que los reemplace. “No cumplen” con el contrato, dijo. “Con el tiempo trae consecuencias de enfermedades”, dijo el trabajador. “A veces me acuesto en mi cama y me duele la cintura”.
“Es un sindicato patronal”, concluye.
Otro trabajador de la planta comentó a este reportero: “De hecho, no sabemos de ningún caso en que haya intervenido el sindicato y que haya favorecido a los afectados. Este sindicato, como el anterior, no defienden al trabajador”.
Luego se refirió al caso reciente de Francisco Tapia, un trabajador que publicó un video en las redes sociales que describe cómo la líder sindical Alejandra Morales firmó personalmente la carta para despedirlo después de trabajar seis años en la planta, en lugar de ofrecer ayuda. Tapia tuvo que pedir dinero prestado para pagar el transporte a casa.
Cuando se le preguntó sobre la opinión hacia el contrato, el segundo trabajador dijo: “Yo percibo que la opinión está muy dividida a favor y en contra, pero solo lo sabremos con certeza hasta la votación. Aunque en esta podría haber fraude como siempre, ya que es innegable que el CFDCRL [Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral] está muy a favor del SINTTIA”.
De estas experiencias se pueden y se deben extraer conclusiones más amplias. Después de años de dejar sus cuerpos en la línea, sufrir abusos constantes en turnos de 12 horas y perder ocasiones irremplazables con sus seres queridos, los trabajadores son desechados como si fueran prescindibles. Esta es una dictadura capitalista, que define la vida dentro y fuera de la fábrica.
Pero va mucho más allá. La gerencia, el Gobierno y el aparato sindical son armas para librar una guerra de clases contra los trabajadores a escala internacional, con las implicaciones de mayor alcance.
General Motors ya informó a sus accionistas que espera aumentar sus pagos de dividendos en un 33 por ciento este año a través de una importante “reducción de costos” y el contrato de SINTTIA es parte de esos planes.
GM y otras empresas automotrices ya han eliminado miles de empleos en Estados Unidos y Europa, y los trabajadores en México no pueden considerarse inmunes, ya que estos recortes son impulsados por la automatización y la competencia contra las empresas chinas en la producción de vehículos eléctricos más baratos, que requieren menos mano de obra que los automóviles de gasolina.
Sin embargo, la competencia económica es inseparable de los preparativos para un conflicto militar, y México es clave en ambos ámbitos. Imponer una disciplina de tiempos de guerra en las fábricas mientras se reducen aún más los costos laborales, por no hablar de movilizar a la sociedad mexicana en su conjunto para la guerra, se han convertido en necesidades políticas existenciales para el imperialismo estadounidense. Y esto requiere bloquear cualquier rebelión internacional de los trabajadores de base contra las burocracias sindicales.
La semana pasada, Brandon Mancilla, director regional del sindicato United Auto Workers (UAW), escribió en Labor Notes que la burocracia estadounidense había decidido enviar organizadores para trabajar y coordinar campañas con los sindicatos “independientes” mexicanos, incluido SINTTIA, así como otras formas de cooperación.
“Cuando nuestra familia sindical mexicana se va a la huelga”, escribe Mancilla, “les brindaremos asistencia para ayudarlos a resistir la presión de las empresas para que se conformen con menos de lo que merecen”.
Los trabajadores deben ser advertidos de que estas son palabras vacías de la burocracia. El UAW y los sindicatos como SINTTIA, que son patrocinados por la AFL-CIO y el Departamento de Estado de los Estados Unidos, están completamente integrados en el Estado y las empresas capitalistas. Están material y políticamente comprometidos con la guerra en dos frentes del imperialismo estadounidense: contra sus rivales geopolíticos y contra la clase trabajadora.
Se debe librar una verdadera lucha global en defensa de los intereses independientes de la clase trabajadora —incluidos salarios dignos, una semana laboral más corta, empleos seguros, pensiones y cobertura de salud, democracia en el lugar de trabajo y el fin de las guerras imperialistas— pero esta lucha debe librarse en contra de los sindicatos y Gobiernos nacionalistas y procapitalistas. Esta es la lucha que está organizando la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB).
(Artículo publicado originalmente en inglés el 1 de abril de 2024)
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