El siguiente discurso fue pronunciado por Cheryl Crisp, secretaria nacional del Partido Socialista por la Igualdad (Australia), ante el Acto Internacional en Línea del Día Internacional de los Trabajadores de 2024, llevado a cabo el sábado 4 de mayo.
Junto a todos mis camaradas internacionalmente, el Partido Socialista por la Igualdad de Australia envía saludos revolucionarios a todos los que nos escuchan en todo el mundo.
La tarea central de esta reunión del Primero de Mayo, que es la lucha contra la guerra imperialista, adquiere mayor urgencia según el mundo se acerca más a otra conflagración global que en ningún otro momento desde 1945.
Se forman múltiples frentes que representan los primeros disparos de la Tercera Guerra Mundial. En Ucrania, la OTAN y Estados Unidos prosiguen sin inmutarse su guerra contra Rusia, un poder nuclear.
En Oriente Próximo, la barbarie de la guerra de exterminio de Israel contra el pueblo palestino alcanzó a su principal objetivo, Irán. Líbano, Irak, Jordania y Siria también están en el punto de mira del imperialismo estadounidense.
A medida que este temerario y espeluznante programa de guerra se extiende, la preparación de un conflicto abierto entre EE.UU. y China se acelera de forma aterradora. El hecho de que esto lo lidere en esta región el Gobierno laborista de Albanese debe ser una advertencia grave para la clase obrera en Australia e internacionalmente.
El Partido Laborista australiano es el partido de la guerra.
Ha transformado las regiones septentrionales del país en un escenario para el conflicto imperialista contra China mientras suministra armas a Ucrania e Israel. Ha habido 322 envíos militares de Australia a Israel en los últimos seis años. Según una solicitud de libertad de información, el número de envíos anuales ha aumentado desde que los laboristas llegaron al poder, especialmente en el año 2022-23, a pesar de las negaciones de los ministros.
La firma de la coalición AUKUS entre EE.UU., Reino Unido y Australia en 2021, que tiene a China en la mira, se aceleró bajo el régimen laborista. El Gobierno ha aplaudido el tratado de seguridad reforzada entre Japón y EE.UU. que busca una estructura de mando más fluida para la guerra contra China.
Con el respaldo de la Administración de Biden, los Gobiernos británico y australiano han firmado nuevos pactos militares y de inteligencia comprometiéndose a responder conjuntamente si alguno de los dos se ve amenazado militarmente. Esto se suma al pacto QUAD entre Japón, Australia, India y Estados Unidos, la red de intercambio de información de alto nivel “Los Cinco Ojos”, que incluye a Canadá y Nueva Zelanda, todos con China como blanco. Ya hay bases permanentes en el norte y el oeste de Australia para militares británicos y estadounidenses y armamento.
Cada anuncio del Ministerio de Defensa va acompañado de un aumento del gasto militar que proviene de recortes del gasto social, incluyendo en salud, educación, vivienda e infraestructura. La clase trabajadora se ve obligada a pagar por las guerras imperialistas.
Durante la pandemia de COVID-19, los médicos australianos que combatieron la política gubernamental de permitir la propagación del virus y lucharon por medidas sanitarias y públicas para proteger a la población fueron perseguidos y vilipendiados. Las más de 20.000 personas que han muerto de COVID-19 después de 2021, cuando se eliminaron las restricciones, pagaron el precio final de esas decisiones.
Hoy, ante la embestida contra el personal de salud en Gaza, donde cientos de médicos y trabajadores sanitarios han sido asesinados y se han destruido hospitales, los médicos aquí que se han opuesto a Israel y a la defensa de estas acciones por parte del Gobierno australiano también han sido sometidos a persecución, “doxeo” e investigaciones por las autoridades de salud.
Mientras los laboristas traman sus planes de guerra, que colocan a la población australiana en la primera línea de un conflicto nuclear entre EE.UU. y China, han intentado hacer aprobar las leyes más dictatoriales contra los inmigrantes en este país. El objetivo es claro: desviar la ira y la oposición de la gente corriente a los inmigrantes. Esto está en consonancia con los regímenes más derechistas y fascistoides a escala internacional.
Las leyes promulgadas obligan a los inmigrantes, incluidos los refugiados, a los que el Gobierno pretende deportar, a firmar sus propias órdenes de expulsión o enfrentarse a entre uno y cinco años de cárcel. Si aún así se niegan a firmar, pueden ser encarcelados de nuevo. En caso de países que no acepten a sus ciudadanos deportados, se prohibirá el ingreso de toda su población en Australia. Los países ya citados son Rusia, China e Irán, y Sudán del Sur.
Es innegable que millones de personas han quedado conmocionadas y horrorizadas ante la matanza genocida a manos de Israel contra el pueblo palestino con el apoyo, la financiación y el armamento de EE.UU. y otros países imperialistas, incluida Australia. Se han producido protestas en todo el mundo y aquí se han mantenido semanalmente desde el 13 de octubre. Las protestas están impulsadas por un ardiente sentimiento de que no es posible permanecer al margen.
Es una reacción totalmente justificable a la catástrofe imperialista infligida a Gaza y que los miembros de mi propia generación sentían ante los crímenes de la guerra de Vietnam. Pero las protestas no impidieron entonces la guerra imperialista, y no lo harán ahora.
La causa del descenso hacia una guerra global son las contradicciones del propio capitalismo, no los políticos individuales que lo representan. No es posible convencerlos porque este sistema no se puede reformar. La experiencia de las protestas corrobora esta realidad. Mientras continúan, también lo hace el bombardeo de Israel, con bombas sobre Gaza suministradas por EE.UU., Reino Unido, Alemania y Australia. De hecho, los bombarderos F-35 utilizados para reducir Gaza a escombros no podrían despegar sin componentes fabricados únicamente en Australia.
Las organizaciones pseudoizquierdistas, como Socialist Alliance, Socialist Alternative, y Solidarity en este país, difunden la farsa de que los Gobiernos que están librando la guerra y facilitándola pueden ser convencidos, presionados, y que responderán a las peticiones y encomiendas. Esta mentira solo sirve para atar a la oposición a la guerra a los faldones del laborismo, los sindicatos, y el Parlamento.
Solo un movimiento socialista e internacionalista unificado e independiente de la clase obrera contra la guerra, lo que significa el derrocamiento del capitalismo, puede detener el descenso a la barbarie y proporcionar un futuro a la humanidad.
Esa es la perspectiva por la que se lucha por el Comité Internacional y todas sus secciones. Únete a nuestro partido.