El siguiente discurso fue pronunciado por Andrei Ritsky, representante de la Joven Guardia Bolchevique-Leninista en Rusia, ante el Acto Internacional en Línea del Día Internacional de los Trabajadores de 2024, llevado a cabo el sábado 4 de mayo.
En este Primero de Mayo, envío mis felicitaciones y saludos más cordiales a los camaradas y oyentes internacionales que se han reunido una vez más para celebrar el Día de la Solidaridad Internacional de los Trabajadores, cuyos orígenes se remontan a las manifestaciones del Primero de Mayo de 1886 en Chicago y que fue consagrada por el Congreso de París de la Segunda Internacional en 1889.
En este día de solidaridad internacional de la clase obrera, hago un llamamiento a los trabajadores y a la juventud del mundo a que defiendan a mi camarada, Bogdan Syrotiuk, fundador y líder de la Joven Guardia Bolchevique-Leninista de Ucrania. Bogdan fue detenido por el Servicio Secreto Ucraniano (SBU) en un caso inventado de “violación de la integridad territorial de Ucrania” la semana pasada. Se enfrenta a una grave pena de hasta cadena perpetua.
El único “crimen” que Bogdan cometió fue su convicción de que Ucrania solo puede llegar a ser verdaderamente libre a través de la lucha independiente de la clase obrera ucraniana, junto con la clase obrera internacional, contra el imperialismo y la guerra. Defendió una posición política de principios basada en una concepción marxista de la guerra, opuesta al culto fanático del nacionalismo ucraniano así como al nacionalismo reaccionario ruso del régimen de Putin. Como todo nuestro movimiento, ha luchado por la unificación de los trabajadores de Rusia y Ucrania con los trabajadores de los países imperialistas, para poner fin a una guerra fratricida que se ha cobrado la vida de al menos medio millón de ucranianos y decenas de miles de rusos.
La posición del Comité Internacional y de la Joven Guardia Bolchevique-Leninista sobre esta guerra tiene sus raíces en las tradiciones teóricas e históricas del marxismo. Para nosotros, la historia es de suma importancia. Sin una correcta comprensión de la historia de la Unión Soviética, su disolución y la instauración de nuevos regímenes capitalistas, es imposible avanzar en un programa de acción claro y coherente para combatir la crisis moderna del capitalismo y la amenaza de una tercera guerra mundial, cuyas mechas ya se han encendido en las guerras de Ucrania y Oriente Próximo.
La fuerza objetiva del marxismo reside en que entiende la historia como la lucha de clases sociales. Los capitalistas y trabajadores no son sólo personas situadas en lados opuestos de una empresa, sino clases con sus propios intereses históricos materiales antagónicos.
Para nosotros, la base social de un régimen es más importante que la forma en que intenta presentarse. Esta cuestión fundamental de la teoría marxista es negada muy a menudo por los “pseudoizquierdistas” que intentan hacerse pasar por seguidores del marxismo o del bolchevismo, pero, en realidad, rinden culto al nacionalismo burgués o al imperialismo.
La disolución de la Unión Soviética no fue sólo producto de la traición del estalinismo. También fue consecuencia de los cambios en la economía mundial que condujeron a la globalización de la producción en los años ochenta. Estas condiciones socavaron la base del “socialismo en un solo país” como política práctica de la burocracia estalinista. Habiendo llegado a un callejón sin salida, y temiendo una revuelta de la clase obrera, la burocracia soviética decidió reintegrar a la URSS en el imperialismo mundial.
La disolución de la Unión Soviética resultó ser una pesadilla para la inmensa mayoría de la población. Pobreza generalizada, saqueo de los bienes del Estado, crimen organizado, un enorme aumento de la desigualdad social, devastación en la educación, la medicina y la ciencia. Resumiendo, el país vivía el tipo de catástrofe que suele producirse en guerras y catástrofes naturales. La clase obrera soviética se encontró dividida y aplastada. El imperialismo celebró la victoria junto a las recién formadas oligarquías rusa, ucraniana y de otros países. Hoy, la desintegración de la Unión Soviética vuelve a hacerse sentir en la guerra fratricida de Ucrania, que lleva ya más de dos años, cobrándose al menos medio millón de vidas.
La oligarquía rusa, continuadora de la política estalinista de “coexistencia pacífica”, creía que podía trabajar con el imperialismo en pie de igualdad que respetara y reconociera los intereses de la oligarquía rusa. Incluso ahora, el Kremlin sigue esta tradición, a pesar de la amenaza de una guerra directa con la OTAN, y está ansioso por llegar a un acuerdo.
Con el estallido de la guerra por delegación de la OTAN en Ucrania, han surgido muchos defensores tanto del régimen de Putin como del de Zelenski. Cada uno de ellos tiene sus propios argumentos a favor de apoyar a un bando. Pero para ambos no hay lucha de clases. A los defensores les gusta hablar a menudo de quién es el “responsable” de la guerra, reemplazando así la cuestión de fondo por el asunto de quién fue el primero en “iniciarlo”. Pero según la correcta observación de Trotsky:
Lo más decisivo no es la cuestión de quién 'empezó' primero, que aparece como el “agresor”, sino de qué clase dirige la guerra y en nombre de qué fines históricos”. Si la clase oprimida o una nación oprimida aparece en el papel de “agresor en nombre de su liberación, siempre daremos la bienvenida a esa agresión”.
El principal argumento de los defensores del régimen de Zelenski es que supuestamente defiende el derecho a la autodeterminación nacional y que libra una guerra en defensa de la democracia contra la dictadura. La persecución del camarada Bogdan desmiente toda esta propaganda de guerra. Todos los que se oponen al régimen son declarados agentes del Kremlin y perseguidos, amenazados de cárcel o incluso de muerte. El régimen de Zelenski se niega a celebrar elecciones presidenciales y prohibió todos los partidos de la oposición en el país, introdujo legislación antiobrera y moviliza por la fuerza a medio millón de personas en nombre de intereses de clase ajenos.
El principal argumento de los defensores del régimen de Putin es que se enfrenta a la agresión del imperialismo de la OTAN y trata de proteger a Rusia de ser troceada. Los defensores del régimen de Putin y su invasión de Ucrania prefieren no referirse a su propia historia, recordando únicamente los crímenes del imperialismo.
El régimen de Putin surgió de la restauración del capitalismo por parte de la burocracia y la reacción contra la Revolución de Octubre de 1917. Como heredero de la burocracia estalinista, ha legado todos sus rasgos contrarrevolucionarios. Su función principal es defender las ganancias de la restauración capitalista en nombre de la oligarquía. Con la guerra en Ucrania, Putin no está “protegiendo a Rusia”, sino la soberanía nacional de las cuentas bancarias de los multimillonarios rusos.
El estallido de la guerra en Ucrania ha agravado la crisis política en el país que crece día a día. A pesar de los “resultados positivos” de las elecciones presidenciales, la estabilidad económica y el éxito en el frente, el país está en el limbo y una sola acción de la clase dirigente puede desencadenar una ola de enfado social nunca vista en la historia de la Rusia moderna. La economía no resistirá otra gran convulsión, y el frente no sobrevivirá sin la economía.
La clase dirigente rusa se encuentra en un callejón sin salida. Por un lado, está sometida a la presión del imperialismo de la OTAN y desgarrada por las riñas entre facciones de la oligarquía. Por otra parte, se ve obligada a enfrentar el resentimiento de la clase obrera rusa. Más que al imperialismo, la oligarquía rusa teme a la revolución. Recuerda demasiado bien que la Primera Guerra Mundial terminó en Rusia con la llegada al poder del Partido Bolchevique en una revolución obrera. Sin duda, los multimillonarios y políticos rusos que hoy claman sobre la seguridad nacional no tendrán reparos en pedirles a sus “enemigos” de hoy de la OTAN “protección” contra la revolución de mañana.
En su lucha por el renacimiento del trotskismo en la antigua URSS, la Joven Guardia Bolchevique-Leninista prepara el terreno para la creación de secciones y partidos de la clase obrera que lucharán por el poder obrero en oposición al dominio de los imperialistas y los oligarcas.
Los trabajadores y la juventud de la antigua Unión Soviética se ven impulsados hoy a emprender luchas gigantescas, de las que dependerá no sólo el futuro de cada uno de los regímenes, sino el de toda la humanidad.
Ningún régimen burgués es capaz de resolver la crisis fuera de los métodos de guerra y destrucción, porque iría en contra de sus intereses capitalistas fundamentales. Las contradicciones del capitalismo no pueden resolverse dentro de las fronteras nacionales ni sobre la base de una defensa de la propiedad privada. Sólo la clase obrera internacional armada con el programa de la revolución socialista mundial podrá poner fin a las guerras y resolver la crisis de fondo. Para ello, sin embargo, debe luchar por la unidad con sus hermanos y hermanas de todo el mundo.
La celebración de hoy es un excelente paso en esta dirección.
¡Viva el Comité Internacional de la Cuarta Internacional!
¡Viva la Joven Guardia Bolchevique-Leninista!
¡Liberen al camarada Bogdan Syrotiuk!
¡Por la unidad de la clase obrera rusa y ucraniana!
¡No al nacionalismo y al imperialismo!
¡Adelante con la revolución socialista mundial!
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