Las elecciones federales de Alemania en 2025 han profundizado la crisis política en Alemania y Europa. El resultado plantea a los trabajadores y jóvenes que quieren luchar contra el fascismo, el militarismo y los recortes sociales tareas políticas fundamentales.
Los partidos que han dominado la política alemana desde el final de la era nazi y han formado gobiernos a nivel federal son profundamente despreciados. Aunque la conservadora Unión Demócrata Cristiana/Unión Social Cristiana (CDU/CSU) bajo Friedrich Merz obtuvo la mayor cantidad de votos con alrededor del 28,5 por ciento, registró el segundo peor resultado electoral de su historia. Los socialdemócratas (SPD) se desplomaron a un mínimo histórico con solo el 16 por ciento, mientras que los Demócratas Libres (FDP) fueron expulsados del Bundestag (parlamento alemán) con menos del cinco por ciento de los votos. En general, los partidos que formaban la última coalición de gobierno—SPD, Verdes y FDP—perdieron casi 20 puntos porcentuales y fueron severamente castigados.
El actual jefe de gobierno, Olaf Scholz (SPD), dejó el cargo como uno de los cancilleres más odiados en la historia de la República Federal. Según una encuesta de Infratest dimap realizada el día de las elecciones, el 72 por ciento de la población estaba “insatisfecha con el trabajo político de Olaf Scholz”. Solo el 15 por ciento creía que el SPD era el partido que tenía más probabilidades de “resolver las tareas más importantes en Alemania”. Al final, solo el 17 por ciento estaba “satisfecho con el gobierno de coalición”.
La elección fue un masivo voto de censura contra un gobierno cuya política consistió esencialmente en intensificar la ofensiva de guerra de la OTAN contra Rusia, apoyar el genocidio en Gaza, armar masivamente a la Bundeswehr (fuerzas armadas alemanas) y llevar a cabo los ataques contra la clase trabajadora que inevitablemente acompañan este programa. La población sufre un aumento vertiginoso del costo de vida, la caída de los salarios y una crisis social sin precedentes. Sin embargo, aunque millones se oponen amargamente a los partidos establecidos y están políticamente movilizados—la participación electoral fue del 84 por ciento, el nivel más alto desde la reunificación—esta ira solo encontró una expresión política altamente distorsionada.
El mayor beneficiario de las elecciones fue la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que casi duplicó su porcentaje de votos y logró su mejor resultado hasta la fecha con un 20,5 por ciento. El partido dominó especialmente en el este de Alemania, donde la restauración del capitalismo en la antigua Alemania Oriental (RDA) destruyó las bases económicas y sociales de amplias capas de la población. Con la excepción de Berlín, ganó en todos los estados federales del este de Alemania, en algunos casos con más del 40 por ciento de los votos y con una gran ventaja sobre los demás partidos.
La AfD también logró resultados récord entre los trabajadores (un aumento del 17 por ciento en comparación con 2021) y entre los votantes “en una situación económica precaria” (un aumento del 19 por ciento), obteniendo un 38 por ciento de los votos en cada grupo. Poco más de la mitad votó por el partido por “convicción”. Alrededor del 39 por ciento de los votantes de AfD afirmó el día de las elecciones que había tomado su decisión “por decepción con otros partidos”. Entre quienes votaron por la AfD por primera vez, el 59 por ciento lo hizo por “decepción” y solo el 38 por ciento por “convicción”.
El partido La Izquierda, que obtuvo el 8,7 por ciento de los votos, logró beneficiarse de la creciente oposición social y política a las políticas derechistas del gobierno, especialmente entre los jóvenes votantes. Entre los menores de 25 años, obtuvo el mejor resultado de todos los partidos con un 25 por ciento, por delante de la AfD (21 por ciento), la CDU/CSU (13 por ciento), el SPD (12 por ciento) y los Verdes (11 por ciento). También ganó en la capital, Berlín, con un 19,9 por ciento, superando a la CDU (18,3 por ciento) y a los Verdes (16,8 por ciento).
Esto no cambia el carácter burgués e inofensivo de este partido. Allí donde el Partido de Izquierda gobierna a nivel estatal junto con el SPD y los Verdes (actualmente en Bremen y Mecklemburgo-Pomerania Occidental), sigue implementando políticas de austeridad social, construyendo un estado policial y atacando a refugiados y migrantes. A través de su papel de oposición en el parlamento federal, busca garantizar que la resistencia contra el fascismo, la guerra y los ataques masivos a los derechos democráticos y sociales no se salga de control ni adopte formas independientes.
Dado que actualmente no hay “coaliciones con el partido La Izquierda” en el horizonte, el partido “asumirá la oposición—en el Bundestag y en las calles”, anunció el principal candidato y presidente del partido, Jan van Aken, en un debate televisivo el domingo por la noche. Señaló que había “trabajado durante años en Greenpeace” y que aprendió que “no necesariamente hay que cogobernar para ganar bastante en la oposición extraparlamentaria”.
El anuncio de van Aken de que “haría difícil que Merz llevara a cabo sus ataques contra el estado de bienestar” fue recibido con una sonrisa cínica de Merz. La clase dominante sabe que no tiene nada que temer de un partido cuya organización predecesora, el estalinista Partido Socialista Unificado/Partido del Socialismo Democrático (SED/PDS), reintrodujo el capitalismo en Alemania Oriental hace 35 años.
Dado que la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) quedó fuera del Bundestag por poco, con un 4,97 por ciento, y el FDP fracasó con solo un 4,3 por ciento, la CDU/CSU y el SPD tienen mayoría en el parlamento, aunque juntos solo obtuvieron el 45 por ciento de los votos. Ambos han señalado su disposición a formar un gobierno conjunto. Los Verdes también estarían dispuestos a cooperar con la CDU/CSU y el SPD.
El debate televisado “Mesa redonda de Berlín” subrayó el giro derechista del establishment político y destacó lo que espera a la clase trabajadora si la iniciativa política sigue en manos de la burguesía.
Los medios de comunicación, que ya cortejaron a los fascistas durante la campaña electoral, llevan tiempo tratando a la AfD como un potencial partido de gobierno. A la pregunta de qué “concesiones” estaría dispuesta a hacer como partido de gobierno, la líder de la AfD y candidata a canciller, Alice Weidel, explicó: “No creo que tengamos que hacer grandes concesiones. Le diré por qué: la CDU ha copiado casi por completo nuestro programa y ha adoptado todas nuestras posiciones. Pueden hacerlo, pero no podrán aplicarlo con partidos de izquierdas”.
De hecho, los partidos del gobierno saliente también han adoptado en gran medida el programa de los fascistas sobre la política de refugiados y están dispuestos a ponerlo en práctica con la CDU/CSU. Tanto Scholz como el candidato verde a canciller, Robert Habeck, reafirmaron su disposición a trabajar con Merz. En plena campaña electoral, este último organizó una mayoría parlamentaria con los fascistas para endurecer aún más la política de asilo, demostrando así que también está dispuesto a gobernar con la AfD si es necesario.
El hecho de que lo descarte vehementemente, al menos por el momento, se debe sobre todo a cuestiones de política exterior. El ministro presidente de Baviera y presidente de la CSU, Markus Söder, más a la derecha que Merz, acusó a la AfD de abogar por “una comunidad euroasiática de intereses” que “convertiría a nuestro país en un Estado vasallo de Moscú”.
El propio Merz, así como Scholz y Habeck, criticaron a la AfD durante la “Mesa Redonda de Berlín” desde el mismo punto de vista y dejaron claro cuál será el programa del próximo Gobierno: el rearme masivo de Alemania y Europa para continuar la guerra de Ucrania contra Rusia y poder hacer frente a EEUU bajo Trump.
Preguntado por las conversaciones directas entre Estados Unidos y Rusia sobre Ucrania, Merz explicó: “Para mí, la prioridad absoluta será reforzar Europa lo más rápidamente posible para que podamos lograr paso a paso una independencia real de Estados Unidos”. La cumbre de la OTAN de finales de junio mostrará si “seguimos hablando de la OTAN en su forma actual o si necesitamos establecer una capacidad de defensa europea independiente mucho más rápidamente”.
Los documentos sobre rearme publicados poco antes de las elecciones muestran lo que esto significa. Un estudio del Instituto de Economía Mundial de Kiel titulado “Defender Europa sin Estados Unidos: Primeras estimaciones de lo que se necesita” explicaba que los europeos tendrían que crear unas 50 brigadas adicionales y adquirir 1.400 nuevos carros de combate y 2.000 vehículos de combate de infantería, entre otras cosas. Además, sólo la Bundeswehr tendría que ser capaz de movilizar 100.000 soldados de combate para la OTAN en una posible confrontación con Rusia.
Un “plan maestro para reforzar la Bundeswehr y la defensa de Alemania» presentado por la CSU aboga por el «crecimiento” de la Bundeswehr “hasta 500.000 soldados operativos y reservistas” y la “reintroducción del servicio militar obligatorio”.
Este es el programa de la tercera guerra mundial en desarrollo, con todas sus consecuencias. Todos los derechos sociales y democráticos restantes serán víctimas de este tipo de rearme, por no hablar de las innumerables víctimas humanas en los campos de batalla. Y, como en el pasado, la puesta en práctica de esta locura requerirá el establecimiento de una dictadura brutal.
La lucha contra el fascismo, el militarismo y la desigualdad social solo puede ser dirigida por un movimiento independiente de los trabajadores basado en el socialismo.
Como escribió el World Socialist Web Site en su perspectiva preelectoral, la elección marca un punto de inflexión histórico. Subraya que la lucha contra el fascismo, el militarismo y la desigualdad social sólo puede ser dirigida por un movimiento independiente de trabajadores sobre una base socialista. La clase dominante se está preparando para una confrontación brutal con la clase obrera, que se verá obligada a llevar a cabo luchas de masas. La cuestión decisiva es si los trabajadores responderán a esto con un programa político consciente.
La construcción del Sozialistische Gleichheitsspartei (Partido Socialista por la Igualdad, SGP) y del Comité Internacional de la Cuarta Internacional como la nueva dirección revolucionaria de la clase trabajadora es ahora crucial. Llamamos a todos nuestros votantes y simpatizantes a tomar una decisión consciente y convertirse en miembros.
En Berlín, el SGP recibió 425 votos en su lista estatal, manteniéndose en un nivel similar al de las últimas elecciones. Resultados destacables fueron logrados por el vicepresidente del SGP Dietmar Gaisenkersting, quien obtuvo 560 votos (0,5 por ciento) como candidato directo en Duisburgo Norte, y el miembro del comité nacional Martin Mauer, que obtuvo 310 votos (0,2 por ciento) en el distrito electoral Leipzig I.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 23 de febrero de 2025).