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Sanders lleva su fraudulento espectáculo “Luchar contra la oligarquía” de gira

El presidente Joe Biden con el senador Bernie Sanders en el Concord Community College, el martes 22 de octubre de 2024, en Concord, New Hampshire [AP Photo/Steven Senne]

En medio de la creciente oposición de los trabajadores y jóvenes a las políticas fascistizantes de la administración de Trump, el senador de Vermont Bernie Sanders ha lanzado una gira con el objetivo de desviar la indignación hacia el cabildeo a los llamados republicanos “moderados” para que se opongan al proyecto de ley de reconciliación presupuestaria de Trump, evitando así el cierre del gobierno el 14 de marzo.

El viernes y sábado pasados, Sanders celebró los dos primeros eventos de su gira “Luchando contra la Oligarquía” en Omaha, Nebraska, y en Iowa City, Iowa. El intento de Sanders de presentar esta gira como una lucha histórica contra el dominio oligárquico queda desmentido por el carácter patéticamente limitado y reformista de su agenda.

Ésta excluye cualquier llamado a la movilización del poder social de la clase obrera o cualquier denuncia de la cobardía y complicidad del Partido Demócrata y de la burocracia sindical en la marcha de Trump hacia la dictadura. De hecho, está respaldado por los mismos líderes demócratas y funcionarios sindicales que no hacen nada para oponerse a Trump y Musk.

El intento de Sanders de presentarse como un tribuno de la clase obrera ha quedado desprestigiado por dos campañas presidenciales. Tanto en 2016 como en 2020, se postuló a la presidencia solo para respaldar a los candidatos derechistas del establishment demócrata—Hillary Clinton y Joe Biden. Esto fue seguido por su apoyo servil al gobierno de Biden, que allanó el camino para Trump. Aun así, sigue siendo la figura de referencia del Partido Demócrata para reavivar las ilusiones en la reforma de un partido de Wall Street y el ejército.

Promovido por la prensa del Partido Demócrata

Fiel a su estilo, la gira de Sanders ha sido ampliamente promovida por la prensa alineada con el Partido Demócrata, incluidos el New York Times, el Guardian y Jacobin, portavoz de los Socialistas Democráticos de Estado Unidos (DSA, por sus siglas en inglés).

El 21 de febrero, el Times publicó una entrevista con Sanders bajo el titular “Bernie Sanders no renuncia a su lucha”. En ella, Sanders aconsejó a los demócratas reconocer que “el sistema está roto, punto. Y no se puede parchear un poco aquí y un poco allá”.

Sin embargo, en la siguiente frase afirmó que “lo mejor que podríamos hacer es convencer al menos a dos republicanos [suficientes para derrotar el proyecto de reconciliación presupuestaria en la Cámara, que está dividida por poco margen]… Hay alrededor de 15 distritos en Estados Unidos donde los republicanos ganaron por márgenes muy estrechos. Uno de ellos está en el área de Omaha. Otro en el área de Iowa City”.

Sería difícil encontrar una definición más adecuada de la política de “parchear” el sistema.

Cuando se le preguntó si lamentaba su decisión de apoyar la reelección de Biden hasta el final, Sanders dijo: “La razón por la que apoyé al presidente Biden es que estaba impulsando una agenda extremadamente progresista, una agenda que, de hecho, sí respondía a las necesidades de la clase trabajadora en este país… y creo que eso es exactamente lo que el Partido Demócrata tiene que hacer en este momento”.

Esta “agenda” incluyó la institucionalización de la política de “COVID eterno” de Trump, un gasto militar récord, una guerra imperialista por delegación en Ucrania, el genocidio en Gaza y drásticos recortes a Medicaid y otros programas sociales. También incluyó una alianza con la burocracia sindical para traicionar y bloquear huelgas, incluido un decreto gubernamental para prohibir una huelga ferroviaria. Al respaldar a Biden, el supuesto luchador contra la oligarquía avaló a un presidente que supervisó un incremento del 88 por ciento en la riqueza de los multimillonarios en EE.UU., alcanzando un total de 5,5 billones de dólares.

El Guardian, el 19 de febrero, publicó un comunicado de Sanders titulado: “Estamos en la carretera por la democracia y la justicia”. En él, hablaba sobre la enorme desigualdad social en Estados Unidos y mencionaba que Trump se estaba erigiendo como dictador. No hacía ninguna crítica al papel de los demócratas o de la burocracia sindical, ni mencionaba la política exterior de EE.UU.

Quizás lo más significativo y extraordinario: ni en su entrevista con el Times, ni en su comunicado en el Guardian, ni en sus discursos posteriores en Omaha e Iowa City, Sanders mencionó siquiera el pogromo contra los inmigrantes que es la punta de lanza del ataque a los derechos democráticos y sociales de toda la clase obrera. Nada podría demostrar más claramente el nacionalismo económico de Sanders y el programa antiinmigrante compartido por la burocracia sindical y los partidos Demócrata y Republicano.

Una fraudulenta “lucha contra la oligarquía”

En Omaha, Sanders fue presentado por Ron Kaminski, presidente del Sindicato de Trabajadores de la Construcción Local 1140, que abarca todo Nebraska y 10 condados del suroeste de Iowa. Kaminski es también delegado de Nebraska ante el Comité Nacional Demócrata. Según un informe en Substack, asistieron más de 1.000 personas.

Hablando sobre el carácter oligárquico de la sociedad estadounidense y su encarnación en el gobierno de Trump, Sanders dijo a la multitud:

Yo estuve en la toma de posesión y sentado justo detrás de Trump estaban Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg… Son las tres personas más ricas de Estados Unidos sentadas justo detrás del presidente mientras prestaba juramento. Pero eso no es suficiente. Detrás de ellos estaban los multimillonarios más pobres. Solo valen entre 10.000 y 20.000 millones. Trece de ellos fueron nominados por Trump para su gabinete…

Lo que Sanders no explicó fue por qué se quedó sentado durante el degradante espectáculo, aplaudiendo educadamente en ocasiones con el resto de los demócratas, incluidos Biden y Kamala Harris. Ni se sintió obligado a explicar por qué no tuvo el valor político y la integridad moral de ponerse de pie y marcharse. De hecho, posteriormente se ofreció a cooperar con Trump en “políticas que beneficien a la clase trabajadora”.

Lo que Sanders no explicó fue por qué asistió al degradante espectáculo, aplaudiendo educadamente a veces junto con el resto de los demócratas, incluidos Biden y Kamala Harris. No consideró necesario explicar por qué carecía de los principios políticos y la firmeza moral para levantarse y marcharse. De hecho, posteriormente se ofreció a cooperar con Trump en «políticas que beneficien a la gente trabajadora.»

En su discurso de Omaha, Sanders evitó cuidadosamente utilizar la palabra con “f” (fascismo) para describir a Trump y a su administración. Su única referencia a la política ultramilitarista del nuevo gobierno -incluidos los planes para anexionarse Canadá y Groenlandia, recuperar el Canal de Panamá y apoderarse de Gaza y limpiarla étnicamente- fue un golpe sarcástico a Trump por culpar al presidente ucraniano Zelensky de la guerra con Rusia, dejando claro su apoyo a la guerra imperialista de EE.UU. y la OTAN.

Volviendo al proyecto de ley de reconciliación del presupuesto republicano de la Cámara, Sanders dijo que pagaría más de $1 billón en recortes de impuestos para el 1 por ciento superior haciendo recortes masivos a “Medicaid, educación, vivienda y los programas que la gente trabajadora necesita”. Subrayó que sólo dos votos republicanos en contra derrotarían el proyecto de ley, y añadió: “Y lo que les pido es que se aseguren de que su congresista, el Sr. [Don] Bacon, sea uno de esos dos republicanos. Y mañana llevaré el mismo mensaje. Lo llevaré a todo el país. Podemos derrotar ese proyecto de ley”.

A continuación, indicó a los asistentes que accedieran a su página web en sus teléfonos móviles para encontrar los números de teléfono de sus senadores y congresistas, y añadió: «Estas llamadas telefónicas funcionan».

A la mañana siguiente, Sanders pronunció esencialmente el mismo discurso ante unos 2.000 asistentes en Iowa City, Iowa. Allí repartió el número de teléfono de la titular republicana del Primer Distrito del Congreso de Iowa, Mariannette Miller-Meeks, que ganó por poco la reelección en 2024.

La verdadera misión de Sanders: apuntalar al Partido Demócrata

¿Por qué el enfoque específico en bloquear el presupuesto republicano convenciendo al menos a dos republicanos desertores en la Cámara? El Partido Demócrata, ya en ruinas tras su debacle electoral de 2024, está en una situación de extrema dificultad con respecto al presupuesto, que debe aprobarse antes del 14 de marzo para evitar el cierre del gobierno. Quiere evitar la aprobación del proyecto de ley republicano, por temor a que sus 880.000 millones de dólares en recortes de Medicaid y otros recortes sociales, combinados con una nueva rebaja fiscal para los multimillonarios, alimenten aún más el disgusto popular por su negativa a luchar seriamente contra Trump.

Al mismo tiempo, quiere evitar un cierre del gobierno, por temor a sacudir los mercados financieros y desencadenar una mayor indignación y resistencia popular. Para evitar un cierre, los demócratas deben aportar una serie de votos, en unas condiciones en las que los republicanos solo tienen una mayoría de tres votos, para compensar los votos en contra de cualquier presupuesto por parte del Freedom Caucus (Bancada de Libertad) republicano de extrema derecha.

Ergo, la dirección del partido está buscando un compromiso podrido que reduzca los recortes en Medicaid al tiempo que permite que se aprueben otros recortes sociales importantes. Esto es lo que Sanders está tratando de diseñar, detrás de su demagogia antioligárquica.

Esto quedó claro en un correo electrónico enviado el 25 de febrero por el “Equipo Bernie” desde la reunión de Omaha. En él se pedía a quienes se habían apuntado que llamaran al representante Don Bacon, advirtiéndole que “fueran respetuosos” y le pidieran que votara “no” a “cualquier ley que recorte Medicaid para dar exenciones fiscales a los multimillonarios”. En otras palabras, que no se preocupe por los recortes en otros programas sociales, como los cupones de alimentos, las ayudas a la vivienda y la educación.

Incluso cuando Sanders estaba promoviendo las formas más inanes de maniobras reformistas, otro evento estaba teniendo lugar fuera de Washington D.C. que subrayó la bancarrota de todos esos esfuerzos para evitar una lucha de la clase obrera contra el capitalismo. La Conferencia anual de Acción Política Conservadora (CPAC) fue un espectáculo de reacción fascista, con los principales funcionarios de Trump promoviendo una agenda de contrarrevolución y dictadura. Trump elogió la purga masiva de Musk de trabajadores federales y el vaciado de departamentos y agencias gubernamentales, y el multimillonario desfiló en el escenario con una motosierra para simbolizar la guerra contra la clase obrera.

Steve Bannon, acólito de Trump, hizo el saludo hitleriano, al igual que otros asistentes al evento de tres días de duración. Inmediatamente después de la conferencia, Musk emitió su correo electrónico dando instrucciones a todos los empleados federales para que enumeraran cinco logros de la semana anterior o serían despedidos.

Ante esta amenaza real de dictadura y fascismo, Sanders trató de reforzar su llamamiento a las protestas pasivas ante los poderes fácticos en lugar de la acción industrial y política masiva de la clase obrera invocando la historia revolucionaria de Estados Unidos y las luchas masivas por los derechos sindicales y civiles.

Hablando en Omaha, dijo: “Sabemos que podemos con ellos... Porque conocemos un poco la historia estadounidense... Ustedes tuvieron gente valiente... que se enfrentó a todo el Imperio Británico para crear un nuevo país...”.

“¿Creen que enfrentarse y derrotar a los dueños de esclavos de América fue una tarea fácil? No lo fue, pero la gente tuvo el coraje y murió por decenas y decenas de miles para acabar con el horror de la esclavitud. La gente decía que no se podía hacer”.

Fueron revoluciones sociales y políticas, dos de las mayores revoluciones democrático-burguesas de la historia. Derribaron las instituciones políticas existentes y, en el caso de la Segunda Revolución Americana, la Guerra Civil, erradicaron el poder esclavista que controlaba los estados del sur y expropiaron sus propiedades liberando a sus esclavos.

Hoy, el sistema capitalista que estas revoluciones consolidaron está en crisis terminal y debe tratar de anular todos los avances progresistas logrados en los últimos 250 años. El turno es para la clase obrera y la lucha revolucionaria por el socialismo.

La derrota de la oligarquía y su impulso hacia la dictadura requiere la movilización masiva de la clase trabajadora para derrocar a Trump y todo el podrido sistema político, expropiar a los parásitos oligárquicos y reestructurar la sociedad sobre la base de la propiedad común de los medios de producción y la producción para las necesidades sociales, no para el lucro. Esta es una lucha internacional, no solo nacional, en un mundo más interconectado económicamente que nunca.

Aquellos que buscan una forma de luchar deben asumir la lucha por el socialismo y unirse al Partido Socialista por la Igualdad.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 25 de febrero de 2025)