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Perspectiva

¡No al rearme europeo!

Todas las grandes potencias europeas están acelerando un programa frenético de rearme militar.

Soldados alemanes cargan obuses para su transporte a Lituania en la base de la Bundeswehr en Munster, norte de Alemania, 14 de febrero de 2022 [AP Photo/Martin Meissner]

La Unión Europea ha puesto a disposición 800 mil millones de euros. Alemania ha anunciado cientos de miles de millones adicionales en gastos de Defensa, incluso antes de que el nuevo Gobierno liderado por la CDU de Friedrich Merz asuma el cargo.

Francia planea duplicar el gasto militar anual, y el presidente Macron propone una meta del 5 por ciento del PIB. Ha declarado su disposición a poner a los aliados europeos bajo el paraguas nuclear de Francia.

Reino Unido, gobernado por el laborista Keir Starmer, propone poner “botas en el suelo y aviones en el aire” británicos en Ucrania, como parte de una “coalición de los dispuestos” en alianza con Francia y otras potencias.

Todos los partidos políticos y los principales medios de comunicación están escupiendo mentiras que justifican esta explosión de militarismo, alegando que es moralmente imperativo defender la democracia ucraniana y todo el continente de la agresión rusa y, lo que es aún más absurdo, de una invasión.

En un discurso televisado a la nación, Macron declaró que “la paz ya no puede garantizarse en nuestro propio continente... Rusia se ha convertido y seguirá siendo una amenaza para Francia y Europa”.

Lo que verdaderamente motiva a las potencias europeas es que descubrieron que la política exterior de Trump, sus negociaciones unilaterales con Rusia y las demandas de acceso exclusivo a los recursos de Ucrania amenazan con cortarles el botín de la guerra de la OTAN.

El conflicto en Ucrania fue preparado por una campaña conjunta de desestabilización europeo-estadounidense, destinada a poner al país en las garras de la OTAN y la Unión Europea y encabezar una operación de cambio de régimen en Moscú que pusiera los activos sustanciales de Rusia a disposición del imperialismo mundial.

Como representante de la oligarquía capitalista de Rusia, el Gobierno de Putin no pudo responder a esta amenaza de ninguna otra manera que no fuera la invasión reaccionaria de Ucrania, tal como lo anticiparon las potencias de la OTAN.

Si Trump hubiera aceptado velar por los intereses de Europa en sus discusiones con Putin, Berlín, París y Londres habrían buscado un acuerdo con Washington, como lo demuestran las constantes propuestas de Starmer y Macron al fascista en la Casa Blanca.

En medio de la ola de hipocresía desatada para justificar el rearme, Europa busca desesperadamente revivir el “Memorando de Entendimiento entre la Unión Europea y Ucrania sobre una Asociación Estratégica sobre Materias Primas” de julio de 2021, como base para su continuo apoyo al régimen de derecha de Zelenski.

Este memorando fue descrito el mes pasado por el comisario europeo de Estrategia Industrial, Stéphane Séjourné, como el proveedor de “veintiún de los 30 materiales críticos que Europa necesita” como parte de una “asociación en la que todos ganan”. De hecho, Europa depende mucho más que EE.UU. de la toma de minerales estratégicos de Ucrania, y en este momento depende casi exclusivamente de China para su suministro.

Reconociendo estos intereses reales, un “diplomático de un importante país europeo”, hablando anónimamente con la BBC, dijo sobre el fin de la ayuda militar de Trump a Ucrania: “¡Ciertamente es una forma de enfocar nuestras mentes y billeteras! Donald Trump nos está haciendo un favor, si elegimos pensarlo de esa manera”.

Los peligros planteados para la clase obrera europea e internacional son incalculables. Colocar tropas europeas en tierra y aviones en el aire sobre Ucrania, e incluso extender un paraguas nuclear francés a Alemania y otros aliados, son la verdadera fuente del peligro de guerra en Europa.

El ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, dijo sobre el ruido de sables de Macron: “Si nos considera una amenaza, decide convocar una reunión de los jefes del Estado mayor de los países europeos y Reino Unido, dice que es necesario usar armas nucleares, se prepara para usar armas nucleares contra Rusia, esto es, por supuesto, una amenaza”.

Cuando las potencias europeas hablan del fin del “orden internacional basado en reglas” y culpan a Trump por esto, se están preparando para volver a la búsqueda de sus propios intereses imperialistas por la fuerza de las armas. Ahora son plenamente conscientes de que hacerlo implica un conflicto no solo con Rusia, sino con el imperialismo estadounidense.

Alemania, que está liderando el camino en la campaña de rearme, libró dos guerras en el siglo XX contra Estados Unidos. Francia nunca aceptó su subordinación a Washington a través de la OTAN, incluida la insistencia en una capacidad nuclear independiente y estructuras de inteligencia militar. Gran Bretaña se irritó contra eso. Secciones significativas de la élite gobernante nunca han perdonado a Estados Unidos por asegurar su subordinación a sus dictados después de la crisis de Suez de 1956.

La magnitud de las ambiciones de Europa queda clara por las vastas sumas que se están preparando a gastar en fines militares, que van mucho más allá de lo que se requiere para un eventual acuerdo de paz en Ucrania. Se está discutiendo una guerra con Rusia impulsada propiamente por Europa.

Si bien esta agenda proporciona un impulso unificador inicial, ha de intensificar inevitablemente la competencia y los conflictos entre las propias potencias europeas.

La pregunta candente ante millones de trabajadores y jóvenes es cómo detener este desquiciado impulso hacia la catástrofe. No existe ninguna base para intentar esto confiando en ninguno de los partidos de oposición de Europa, ya sea en la derecha, la izquierda nominal, o los sindicatos.

Al igual que en los Estados Unidos, donde el único desacuerdo sustancial del Partido Demócrata con Trump es sobre la continuación de la guerra por delegación en Ucrania y su socavamiento de la OTAN, todos los partidos principales de Europa apoyan la intensificación de la agresión contra Rusia y el impulso a la independencia militar de los Estados Unidos. Se persigue como un objetivo estratégico, ya sea bajo el Partido Laborista de Starmer, el presidente Macron o cualquier Gobierno de coalición que surja en Alemania.

La única preocupación de los sindicatos europeos es cómo apoyar mejor a su propia clase dominante en la creciente guerra comercial y militar de Europa, incluido el respaldo de medidas proteccionistas contra Estados Unidos y China y la rápida expansión de las industrias de defensa nacional.

Los trabajadores y los jóvenes deben responder con su propio llamado a las armas, comprometiéndose a librar una guerra contra la guerra.

Eso debe basarse en una comprensión de las vastas implicaciones de lo que está en marcha. Todas las afirmaciones de que la guerra en Europa era cosa del pasado, que había quedado relegada al siglo XX, han sido expuestas como un fraude. El militarismo europeo, presentado como un volcán extinto, vuelve a entrar en erupción, planteando la amenaza de catástrofes aún mayores que las que se cobraron decenas de millones de vidas en las dos guerras mundiales.

El programa de guerra es totalmente incompatible incluso con las formas de Gobierno nominalmente democráticas. Las élites gobernantes están recurriendo una vez más a un programa de fascismo y dictadura para aplicar políticas militaristas a las que se opone la gran masa de la población.

Las grandes sumas dedicadas a las armas de guerra implican un ataque contra la clase trabajadora más profundo que en cualquier otro momento en los últimos 80 años. En condiciones donde las huelgas, las acciones industriales y las protestas ya están creciendo, esto provocará luchas masivas por parte de la clase trabajadora.

La lucha contra la austeridad debe fusionarse con la lucha contra la guerra. Ambos solo pueden llevarse adelante a través de un asalto frontal a la oligarquía gobernante, cuyos intereses rapaces dictan el programa de guerra en el extranjero y la guerra de clases en el país.

Durante décadas, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) ha dado la voz de alarma, advirtiendo que está en marcha un nuevo período de guerra imperialista. Esas advertencias han sido plenamente confirmadas. Hay que responder a ellas. Eso significa construir un movimiento unificado de la clase trabajadora en toda Europa e internacionalmente, basado en el programa socialista y revolucionario que es la única forma de detener la guerra y su fuente, el capitalismo mismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 7 de marzo de 2024)