Las secciones del Comité Internacional conocieron de la crisis dentro del WRP en diversos momentos durante septiembre y octubre de 1985. Para cuando todas las secciones sabían lo que estaba pasando, se habían presentado ante el Comité Central acusaciones exigiendo la expulsión de Healy, las cuales fueron aprobadas 25 votos contra 12. El intento de expulsar a todos aquellos que se opusieron a la moción de expulsión fue impedido solamente a través de la intervención de varios delegados del CI quienes, habiendo llegado antes a Londres, se opusieron enfáticamente a las medidas organizativas para resolver los problemas políticos.
El ambiente que encontraron los delegados del CI cuando se reunieron en Londres para una asamblea de emergencia a fines de octubre desafía cualquier descripción. Lo que parecía ser una maquinaria que funcionaba sin trabas había explotado y arrojaba pedazos ardientes en todas las direcciones. El antiguo aparato que sirvió como la piedra angular del despotismo de Healy se estaba desintegrando en sus elementos constituyentes poniendo en movimiento el espectáculo social más aterrador —una estampida de pequeñoburgueses encolerizados—. La terrible degeneración política del WRP bajo Healy se reflejaba más claramente en la confusión y desorientación política de aquellos a quienes supuestamente había entrenado.
El CICI trató de brindar una base principista para resolver la crisis dentro del Workers Revolutionary Party. Pero primero debía resolver los problemas dentro de sus propias filas. Las secciones de Grecia y España habían organizado una reunión faccional en Barcelona el 21 de octubre de 1985 y declararon que no reconocerían ninguna otra autoridad dentro del CICI excepto la de Gerry Healy. Solamente él, alegaban, tenía derecho a convocar asambleas. Por tanto, se rehusaron a asistir. Para el 23 de octubre de 1985, la mayoría de las secciones del CI se reunieron en Londres. Analizaron correctamente que la fuente de la crisis dentro del WRP había sido el repudio oportunista de los principios trotskistas y su rechazo a subordinarse al Comité Internacional.
Después de examinar la evidencia de los grotescos abusos de autoridad por parte de Healy, las secciones del CICI estuvieron de acuerdo en que su expulsión era necesaria, pero su análisis sobre la degeneración de Healy era de un carácter totalmente diferente al que estaba siendo presentado por Slaughter y Banda. En un esfuerzo por impedir cualquier claridad política dentro del WRP, Slaughter —consciente y cínicamente— se dedicó a atizar un fraccionalismo frenético entre los elementos de clase media. El aspecto sexual de la degeneración de Heay fue colocado en el centro de la discusión y Slaughter introdujo la teoría de que Healy y la minoría eran “casi fascistas”. Esta monstruosidad teórica implicaba que no era necesario hacer un análisis político más avanzado sobre la degeneración del WRP. Rechazando esta posición, los delegados del CICI reconocieron que los crímenes de Healy solo se pudieron realizar en una organización cuya dirección central había abandonado el trotskismo y la lucha por los principios marxistas dentro de la clase trabajadora. Más aún, los delegados del CICI identificaron la negativa del WRP a subordinarse a la disciplina del movimiento internacional como la característica fundamental de su degeneración. El análisis preliminar del CICI fue resumido en dos documentos elaborados antes de la reunión del Comité Internacional del 25 de octubre de 1985. La primera resolución trataba de las razones de la expulsión de Healy del CICI. La citamos completa:
El Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) expulsa a Gerry Healy de sus filas y apoya la decisión del Comité Central del Workers Revolutionary Party de expulsarlo de la sección británica.
Healy abusó gravemente de su autoridad política durante un período prolongado, usando a los cuadros del CICI y del WRP para fines personales y violando sus derechos.
Al actuar así, abusó de la confianza política que todas las secciones del CICI depositaron en él.
Las acciones que él llevó a cabo constituyen un ataque contra los cuadros del movimiento trotskista seleccionados históricamente.
El CICI posee pruebas abrumadoras que justifican la expulsión de Healy. El CICI no se olvida ni es indiferente de ninguna manera a las contribuciones políticas de Gerry Healy. Pero se trata de abusos tan grandes que es el deber y la responsabilidad del CICI el tomar este rumbo.
No se tolera la corrupción dentro del CICI. Todos los dirigentes deben estar dispuestos a dar cuenta de sus actos y no se les permite actuar en contra de los estatutos del Partido.
Healy no ha tratado de ponerse en contacto con el CICI para desmentir las acusaciones o para impugnar su expulsión.
Al contrario, en el período reciente condujo una campaña faccional y carente de principios dentro del CICI, sacando ventaja de sus contactos personales para presentarse como víctima de una conspiración política y avanzar una campaña de calumnias contra dirigentes del CICI.
Al expulsar a Healy el CICI no tiene la menor intención de negar sus contribuciones políticas en el pasado, especialmente en la lucha contra el revisionismo de Pablo en las décadas de los cincuenta y sesenta.
De hecho, su expulsión es el producto final de su rechazo de los principios sobre los cuales se basaron esas luchas anteriores y de su declive a los niveles del oportunismo más crudo.
La degeneración política y personal de Gerry Healy se debe a su separación cada vez más explícita de las conquistas prácticas y organizativas del movimiento trotskista británico y las luchas históricas e internacionales contra el estalinismo y contra el revisionismo que dieron lugar a esas mismas conquistas.
La creciente subordinación de las cuestiones de principios a las necesidades prácticas inmediatas para asegurar el crecimiento del aparato partidario se degeneró en forma de un oportunismo político que, paso a paso, socavó las propias defensas políticas y morales de Healy contra las presiones del imperialismo en el país capitalista más antiguo del mundo.
Bajo estas condiciones, sus serias debilidades subjetivas desempeñaron un papel político cada vez más peligroso.
Actuando cada vez más arbitrariamente tanto en el CICI como en el WRP, Healy comenzó a atribuir con cada vez mayor frecuencia los avances del partido mundial a sus propias habilidades personales y no a los principios marxistas de la Cuarta Internacional ni a las luchas colectivas de sus cuadros.
La autoglorificación de su juicio intuitivo lo llevó inevitablemente a la vulgarización grosera de la dialéctica materialista y a su transformación en un completo idealista subjetivo y pragmático.
Reemplazando su interés pasado en los problemas complejos de formar a los cuadros del movimiento trotskista internacional, la práctica de Healy se dedicó casi completamente a crear relaciones sin principios con líderes nacionalistas burgueses y con reformistas en los sindicatos y el Partido Laborista de Reino Unido.
Su vida personal se degeneró de manera correspondiente.
Aquellos que, como Healy, abandonan los principios en los que se basaron y se rehúsan a someterse al CICI en la construcción de secciones nacionales inevitablemente se degenerarán bajo las presiones del enemigo de clase.
No puede haber escapatoria a esta ley histórica.
El CICI afirma que no líder pueda ponerse por encima de los intereses históricos de la clase trabajadora.
La segunda resolución delineaba los medios políticos por los cuales se podía superar la crisis y salvar al WRP como organización trotskista. Trataba de evitar más rupturas dentro de la organización británica y crear las condiciones para la clarificación política:
La situación política actual en el WRP ha producido la crisis más grave en el Comité Internacional de la Cuarta Internacional desde su fundación en 1953.
Lo que está en juego son todos los logros conseguidos en décadas de una larga lucha para construir el movimiento trotskista en Reino Unido e internacionalmente. Ninguna de esas conquistas habría sido posible sin la implacable y difícil lucha contra el estalinismo y el revisionismo pablista, en la cual la dirección del WRP y su antecesor la Socialist Labour League, desempeñaron un rol decisivo.
Todas las secciones del CICI fueron formadas como resultado de la lucha de los camaradas británicos contra los intentos del revisionismo pablista de liquidar el trotskismo.
El origen de la crisis actual que explotó con la revelación de las prácticas corruptas de G. Healy y el intento por parte del Comité Político del WRP de encubrirlas fue el prolongado giro de la dirigencia del WRP lejos de la tarea estratégica de construir el Partido Mundial de la Revolución Socialista y hacia una perspectiva y práctica cada vez más nacionalistas...
El primer paso para recuperarse de la actual crisis en el WRP es el reconocimiento por parte de su dirigencia y de sus miembros de que requiere la colaboración más estrecha con sus aliados del CICI.
En el pasado el WRP ha emplazado correctamente a sus camaradas internacionales a siempre arrancar de las necesidades del partido mundial y no de estrechas consideraciones nacionales.
Ahora el CICI exige a todos los dirigentes y miembros del WRP, cualesquiera que sean sus legítimas diferencias de perspectiva y programa, a que se subordinen a la disciplina del movimiento internacional y a que acepten su autoridad.
Por lo tanto, el CICI propuso tres medidas para resolver la crisis:
(1) La reinscripción de los miembros del WRP en base al reconocimiento explícito de la autoridad política del CICI y la subordinación de la sección británica a sus decisiones.
(2) La total colaboración por parte de todos los miembros del WRP con la Comisión de Control Internacional para investigar, entre otras cosas, la corrupción de G. Healy, el encubrimiento realizado por el Comité Político y la crisis financiera del WRP.
(3) Todos los cargos contra miembros de la facción minoritaria o de la mayoritaria que hubieren aflorado como resultado de la erupción de la crisis en el Partido serán referidos a la Comisión de Control Internacional.
Todas las disputas son internas del WRP y del CICI, y ello debe seguir siendo así....
Reconocemos que nuestros camaradas ingleses trabajan bajo enormes presiones de clase generadas por la clase gobernante del país capitalista más antiguo del mundo. Esto se puede superar solo en base a una práctica internacionalista.
De nuevo hacemos un llamamiento a que todos los miembros del WRP reconozcan sus responsabilidades históricas hacia la Cuarta Internacional, las implicaciones internacionales de sus decisiones y, por lo tanto, que acepten estas propuestas.
Estas resoluciones dejaron bien claro que el CICI no se vio superado por estos acontecimientos y que, en medio de una histeria y conmoción subjetivas, fue capaz de entender y explicar la crisis dentro del WRP en términos completamente objetivos y marxistas. No pudo ser mandoneado por los encolerizados pequeñoburgueses de ninguna de las dos facciones. Por sí solo, este hecho es una confirmación poderosa de que el Comité Internacional había tenido un desarrollo político independiente del WRP. Al reafirmar la autoridad de la Cuarta Internacional sobre el WRP, el Comité Internacional procuró arraigar el trabajo de la sección británica en fundamentos trotskistas después de muchos años.
En su asamblea del 25 de octubre de 1985, el Comité Internacional batalló contra la delegación del WRP para que aceptara las propuestas del CICI sobre cómo resolver la crisis. De sus cuatro delegados, solo Dave Hyland —organizador del WRP en la región de South Yorkshire que durante el verano había dirigido la lucha contra el encubrimiento por parte del Comité Político de los abusos de Healy a los cuadros— apoyó las propuestas completamente. Incapaces de presentar ninguna explicación política de la crisis del WRP ni elaborar los asuntos principistas programáticos en disputa, Banda, Slaughter y P. Jones se opusieron vigorosamente a cualquier clarificación política del Partido. Declararon repetidamente que el único problema eran las prácticas sexuales de Healy.
Pero se oponían más que nada a la demanda de que el WRP reconociera la autoridad política del CICI sobre la sección británica. Ni Banda ni Slaughter estaban dispuestos a desprenderse de la autonomía nacional que tenía el WRP en cuanto a hacer lo que quisieran tanto dentro de Reino Unido como en el movimiento obrero internacional. El CICI dejó bien claro que si el WRP no aceptaba la autoridad del CI no podía existir ninguna base para una colaboración fraternal posterior. Tras muchas horas de discusión, Banda, Slaughter y Jones repentinamente cambiaron su posición y declararon estar de acuerdo. Posteriormente, admitieron —y por una vez honestamente— que aceptaron las resoluciones únicamente por consideraciones tácticas relacionadas a su lucha contra los seguidores de Healy.
A la mañana siguiente, el CICI contactó a un representante de la facción de Healy, Ben Rudder, para informarle que se reunirían con la minoría para plantearles la propuesta de evitar una ruptura y organizar una discusión bajo la supervisión del Comité Internacional. En respuesta, Rudder indicó que la facción pro-Healy no se consideraba parte del Comité Internacional. El CICI designó un lugar y hora para reunirse con la minoría, pero estos no asistieron. En cambio, publicaron una declaración denunciando al CICI y declarando la ruptura. Esta acción sirvió solo para probar que los seguidores de Healy no podían trabajar dentro del Comité Internacional si no lo usaban para sus propósitos nacionalistas. Al día siguiente, el 27 de octubre de 1985, la Conferencia Especial del WRP aprobó abrumadoramente, sin votos en contra y solo unas pocas abstenciones, las resoluciones del CICI.
Sin embargo, muy pronto se vio claramente que la facción de Slaughter-Banda no tenía la menor intención de aceptar la subordinación del WRP al CICI. Inmediatamente violó la resolución recibiendo a la prensa capitalista en la sede de la calle Clapham para brindarle a la burguesía un morboso informe sobre la crisis del WRP. Luego, y también sin discutirlo con el CICI, terminó la producción de su periódico diario. Al mismo tiempo, se emprendió una campaña de odio contra el Comité Internacional dentro del WRP. Era la continuación del mismo antiinternacionalismo que había existido bajo Healy. Cliff Slaughter, a la cabeza de esta campaña, apeló a todos los elementos chovinistas y atrasados dentro y fuera del WRP. Para ganar apoyo para su acometida contra el CI, Slaughter organizó una asamblea pública en Londres bajo la fraudulenta consigna de la “moral revolucionaria”, en la cual le dio la mano al conocido estalinista Monty Johnstone y cuestionó toda la historia de la Cuarta Internacional.
Mientras esto estaba teniendo lugar, la Comisión de Control Internacional del Comité Internacional recopilaba pruebas documentando las indecibles traiciones del WRP al Comité Internacional y su traición de los principios fundamentales de clase. El reporte provisional de la Comisión de Control fue presentado al CICI el 16 de diciembre de 1985. Este informe dejaba claro que el WRP había establecido relaciones mercenarias con Estados burgueses de Oriente Próximo y que había vendido sus principios por dinero. En base a esta evidencia, el CICI votó por suspender al WRP. Tres de los cuatro delegados del WRP —Slaughter, Tom Kemp y Simon Pirani— votaron en contra de la resolución. Solo Dave Hyland votó junto con los delegados de las otras secciones del CI. La suspensión no fue simplemente una acción disciplinaria. El Comité Internacional dejó bien claro que estas traiciones se habían llevado a cabo porque la dirección del WRP había abandonado el trotskismo. Por lo tanto, no podía funcionar dentro del CICI sin antes terminar sus relaciones sin principios, que habían existido bajo Healy durante la década pasada, y restableciendo un genuino acuerdo programático con el partido mundial, basado en el internacionalismo.
Por lo tanto, el CICI presentó otra resolución en la que hacía un llamamiento a que los delegados británicos reafirmaran su acuerdo político con los fundamentos históricos del movimiento trotskista. Estos fundamentos se definieron en la resolución como
Las decisiones de los cuatro primeros Congresos de la Internacional Comunista (1919-1922), la Plataforma de la Oposición de Izquierda (1927), el Programa de Transición (1938), la “Carta Abierta” (1953), y los documentos de la lucha contra la reunificación fraudulenta del SWP con los pablistas (1961-63).
La resolución concluía:
El CICI y el Comité Central del WRP ahora trabajarán en estrecha colaboración para superar lo más pronto posible los problemas existentes que son la herencia de la degeneración nacionalista bajo la dirección de Healy y para restablecer los principios básicos del internacionalismo dentro del WRP, y sobre esta base restaurar su plena membresía en el Comité Internacional de la Cuarta Internacional. La estructura organizativa de esta relación debe en todo momento estar basada en los principios leninistas del centralismo democrático, que están delineados en los estatutos de la Cuarta Internacional.
Con la excepción de Hyland, los delegados del WRP —Slaughter, Tom Kemp y Simon Pirani— votaron en contra de esta resolución. Esto confirmó que la degeneración del WRP era, en esencia, el repudio de todos los fundamentos programáticos del trotskismo. Se vio claro entonces, por qué toda la dirección había respaldado todas las traiciones políticas que fueron llevadas a cabo por Healy. Más aún, su voto contra la resolución significaba que no tenían intenciones de corregir sus posiciones y reencaminar al WRP por el camino del marxismo revolucionario. Finalmente, este voto estableció que el Workers Revolutionary Party había decidido formalmente romper con el Comité Internacional. Lejos de haber roto con Healy, Slaughter y Banda estaban desarrollando la línea antitrotskista de este hasta su inevitable conclusión política.
Cinco semanas después, el 26 de enero de 1986, el Comité Central del WRP aprobó dos resoluciones declarando formalmente su ruptura con el Comité Internacional de la Cuarta Internacional. Dos semanas antes de la apertura programada del Octavo Congreso, el Comité Central —con solo Hyland y otros dos miembros de su tendencia minoritaria votando en contra— repudió la resolución que había sido aprobada en la Conferencia Especial del WRP el 27 de octubre de 1985.
La primera resolución declaraba que “el CI no es el Partido Mundial ni siquiera el núcleo del Partido Mundial” y que “el CI no puede reclamar la autoridad política de una dirección internacional. Ni las secciones se pueden subordinar a una disciplina internacional determinada por el CI”.
La segunda resolución repudiaba la reinscripción de los miembros del WRP en base al reconocimiento de la autoridad política del CICI.
Estas resoluciones significaron que el WRP había completado el giro: rechazaba todas las tradiciones internacionalistas sobre las que se había basado el movimiento trotskista en Reino Unido. El análisis que el Comité Internacional había hecho el 25 de octubre de 1985 se verificaba con una impresionante precisión. Citamos nuevamente: “Uno de los orígenes de la crisis actual... fue el prolongado giro de la dirigencia del WRP lejos de la tarea estratégica de construir el Partido Mundial de la Revolución Socialista y hacia una perspectiva y práctica cada vez más nacionalistas”.
Dos semanas después, el WRP llamaría a la policía para impedir que la minoría partidaria del Comité Internacional entrara al local donde se realizaría el Octavo Congreso. El Sr. Cliff Slaughter entró a la conferencia escoltado por la policía. Se completaba el colapso político y moral de lo que una vez fue la sección británica del Comité Internacional de la Cuarta Internacional. El WRP y sus cada vez más numerosas facciones se habían convertido en otro apéndice nacionalista del imperialismo británico.
Aquellos que fueron excluidos de la conferencia porque defendían al Comité Internacional, se reunieron en otra localidad para realizar el legítimo Octavo Congreso de la sección británica. Al mes siguiente, formaron el International Communist Party (ICP, Partido Comunista Internacional).