León Trotsky (1879-1940) fue, a la par de Vladimir Lenin, el revolucionario más importante del siglo veinte.
Trotsky y Lenin encabezaron el Partido Bolchevique y la clase obrera rusa en la Revolución de Octubre de 1917, la cual estableció el primer Estado obrero en la historia humana. En 1923, Trotsky fundó la Oposición de Izquierda contra el brote de una burocracia nacionalista encabezada por Joseph Stalin que usurpó el poder en la Unión Soviética. En 1933, tras la llegada al poder de los nazis en Alemania, la cual fue facilitada por las políticas desastrosas del Comintern a las cuales Trotsky se opuso, Trotsky llamó a fundar la Cuarta Internacional a fin de avanzar la lucha por el marxismo contra la degeneración estalinista de la Unión Soviética y de la Tercera Internacional.
Dos años después de fundar la Cuarta Internacional en 1938, Trotsky fue asesinado a manos de un agente estalinista, Ramón Mercader, en Coyoacán, México. Su asesinato fue el esfuerzo más consciente del imperialismo mundial para decapitar la dirección de la clase obrera internacional en medio de la matanza de la Segunda Guerra Mundial.
La Cuarta Internacional fundada por Trotsky está encabezada hoy por el Comité Internacional, que publica el World Socialist Web Site. El CICI ha defendido el programa y los principios del verdadero trotskismo desde 1953.
La perspectiva que guio al Partido Bolchevique en la toma del poder en octubre de 1917 se basó en la teoría de la revolución permanente, la cual había sido elaborada por Trotsky once años antes, en 1906. Trotsky sometió la derrota de la Revolución rusa de 1905 a un análisis marxista exhaustivo.
La teoría de la revolución permanente insiste en el papel político independiente y de liderazgo de la clase obrera en completar las tareas democráticas de la revolución en los países con un desarrollo capitalista atrasado y oprimidos por el imperialismo, tareas como la unificación nacional y la liberación de toda opresión colonial, latifundista y de castas. Más allá, insiste en la inseparabilidad histórica entre estas tareas y la lucha por el socialismo internacional.
En octubre de 1917, en medio de la masacre de la Primera Guerra Mundial, la clase obrera rusa, actuando bajo la dirección del Partido Bolchevique liderado por Vladimir Lenin y León Trotsky, derrocó el Gobierno provisional capitalista encabezado por Aleksándr Kérenski y estableció el primer Estado obrero en la historia mundial. Menos de nueve meses antes, Rusia se encontraba gobernada por una dinastía monárquica bajo el zar Nicolás II. La revolución fue el comienzo del fin de la guerra imperialista.
La Revolución ruso inició una nueva etapa en la historia mundial. El derrocamiento del Gobierno provisional capitalista probó que una alternativa al capitalismo no era un sueño utópico, sino una posibilidad real que podía alcanzarse por medio de la lucha política consciente de la clase obrera.
(1923-1933)
León Trotsky y sus simpatizantes formaron la Oposición de Izquierda en octubre de 1923, durante el último periodo de la vida de Lenin y en medio de la abortada revolución alemana de 1923. El objetivo de la Oposición de Izquierda era reformar la política del Partido Comunista en la Unión Soviética y luchar por una línea correcta en la Internacional Comunista, en oposición a la emergente burocracia conservadora y nacionalista liderada por Joseph Stalin.
El conflicto que estalló entre Stalin y Trotsky fue una batalla fundamental librada entre dos programas políticos irreconciliables. La consolidación de poder en manos de Stalin y la dictadura burocrática que representaba no fue inevitable. Ocurrió a partir de las condiciones de un Estado obrero económicamente atrasado y aislado, dada la demora de la revolución internacional y europea.
En su crítica del estalinismo, Trotsky desarrolló una teoría de la revolución socialista mundial que probó ser inconmensurablemente más perspicaz que las maniobras pragmáticas y nacionalistas de los burócratas estalinistas.
The principled strategy of bringing about the reform of the Russian Communist Party and Comintern had guided the International Left Opposition since its founding in 1923. But the coming to power of the Nazis in Germany in 1933, facilitated by Stalin’s disastrous policies, demanded a reconsideration of this policy.
In the months that followed Hitler’s victory, Trotsky waited to see if any criticism of the policies pursued by Stalin would emerge from any of the parties of the Comintern. On April 7, 1933 the Communist International unequivocally endorsed the policies of the German Communist Party. Trotsky concluded that a new course was necessary. In a statement dated July 15, 1933, he called for a break with the Comintern and the building of a new International. The entire remainder of his life was devoted to this struggle.
The signing of the Stalin-Hitler Pact in August 1939 and the subsequent outbreak of World War II led to a political crisis inside the Socialist Workers Party in the United States. A political faction led by Max Shachtman, James Burnham and Martin Abern argued that the Soviet Union could no longer be designated a workers’ state. Flowing from this change in their definition of the class nature of the Soviet State—which Burnham now characterized as “bureaucratic collectivist”—they stated that the Fourth International should not call for the defense of the USSR in the event of war.
Trotsky replied that the characterization of the Stalinist regime as “bureaucratic collectivist”—a new and unprecedented form of exploitative society, unforeseen by Marxism—had far-reaching political and historical implications. At issue, in the final analysis, was the historical viability of the Marxist project itself.
The struggle within the SWP—to which Trotsky, in the final months of his life, contributed several documents that are among his most brilliant and far-sighted—culminated in a split in April 1940.
Trotsky’s assassination ranks among the most politically consequential crimes of the twentieth century, with far-reaching implications for the international working class and the world socialist movement. And yet, for decades, the circumstances surrounding the assassination remained shrouded in secrecy. The massive scale of the Stalinist conspiracy against Trotsky was the subject of a carefully orchestrated cover-up.
In 1975, the International Committee of the Fourth International launched the first systematic investigation by the Trotskyist movement into the assassination. This investigation, known as Security and the Fourth International, led to the exposure of the network of GPU agents within the Fourth International that ensured the success of Stalin’s conspiracy against Trotsky’s life.