El Partido Socialista por la Igualdad (EE.UU.) sigue hoy con la publicación de Las bases históricas e internacionales del Partido Socialista por la Igualdad. El documento se debatió extensamente y fue adoptado unánimemente en el Congreso de Fundación del PSI, celebrado del 3 al 9 de agosto del 2008. Durante dos semanas el WSWS publicará en partes el texto publicado en este sitio en su inglés original del 29 de septiembre al 10 de octubre del 2008. (Oprima aquí para leer las partes 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11)
El WSWS ya ha publicado en castellano la Declaración de Principios del Partido Socialista por la Igualdad, la cual también fue adoptada por el Congreso de Fundación, la cual también fue adoptada por el Congreso de Fundación en agosto del 2008.
Cambio en la situación mundial: la contraofensiva capitalista
171. Durante el período entre 1968 y 1975 hubo inmensos levantamientos de la clase trabajadora. Los movimientos izquierdistas y socialistas crecieron significativamente en todo el mundo. En medio de la potente huelga de los trabajadores británicos en el verano de 1972, el Daily Telegraph publicó un editorial titulado, ¿Quién gobernará?. Dicho editorial planteaba el espectro del derrocamiento revolucionario del estado capitalista por la clase trabajadora. En Estados Unidos, el gobierno de Nixon intentó imponer el control de los salarios —con el apoyo de la burocracia de la AFL-CIO— pero fracasó debido a la rebeldía de una clase trabajadora cada vez más militante. En país tras país los trabajadores se mostraron inagotablemente determinados a luchar en defensa de los intereses de su clase. Pero el problema histórico central identificado por Trotsky en 1938 — la “crisis histórica de la dirigencia del proletariado” —, siguió sin resolverse. Las antiguas burocracias estalinistas, socialdemócratas y sindicalistas, con el apoyo decisivo de las organizaciones pablistas, se valieron de su influencia para desviar, desorientar y suprimir las luchas de masas de los trabajadores que amenazaban el dominio burgués. Situaciones con enormes posibilidades revolucionarias fueron desviadas, apaciguadas, traicionadas y llevadas a la derrota. Las consecuencias de las traiciones estalinistas y socialdemócratas se expresaron de la manera más clara en Chile, donde el gobierno “socialista” de Allende, con la ayuda del Partido Comunista, hizo todo lo posible para prevenir que la clase trabajadora tomara el poder. El hecho que el mismo Allende perdiera su vida como consecuencia de sus esfuerzos para prevenir el derrocamiento del estado capitalista no le exonera de haber sido responsable por facilitar el golpe militar que el general Pinochet dirigió el 11 de septiembre de 1973.
172. La incapacidad de la clase trabajadora de salir del atolladero político creado por sus propias organizaciones le ofreció a la burguesía el tiempo necesario para estabilizar y reorganizar el frágil orden mundial. Para mediados de 1975, había indicios que lo peor de la crisis económica ya había transcurrido. El Fondo Monetario Internacional recicló los petrodólares que habían ingresado en el Oriente Medio después de la cuadruplicación de los precios del petróleo y los reenvió a los principales centros capitalistas bancarios para abastecer al sistema económico mundial con una nueva liquidez. La “reinflación” auspiciada por el FMI le brindó al Primer Ministro Harold Wilson, del Partido Laborista de Inglaterra, los créditos financieros que necesitaba para llegar a un acuerdo temporario con la burocracia sindicalista al mismo tiempo que ésta se preparaba para lanzar nuevos ataques contra la clase trabajadora. Las intenciones políticas reaccionarias del Partido Laborista se expresaron de la manera más consciente en septiembre de 1975, cuando el gobierno de Wilson ordenó una redada policial sin precedentes contra el centro educativo del Workers Revolutionary Party.
173. A finales de 1975, la burguesía internacional comenzó a explotar las frustraciones sociales, resultado de la incapacidad de la clase trabajadora de imponer una solución socialista y revolucionaria a la crisis. En Australia, en noviembre de 1975, el Gobernador General John Kerr, intervino en la crisis política que crearon las acciones provocativas del Partido Liberal burgués para destituir al gobierno laborista del Primer Ministro, Gough Whitlam, que había sido elegido democráticamente. Esta acción sucedió en una época en que bien se sabía que la CIA estaba metida hasta las narices en un intento para desestabilizar al gobierno de Whitlam. El “golpe de estado” de Kerr provocó amplias manifestaciones de la clase trabajadora que exigían que Whitlam se defendiera a sí mismo y desafiara a Kerr. Cientos de miles de manifestantes obreros por toda Australia exigieron que Whitlam despidiera a Kerr. Pero Whitlam capituló servilmente ante el Gobernador General y renunció su puesto. La cobardía de esta política por parte de las burocracias sindicalistas tuvo su función: darle ánimo a la burguesía internacional para creer que podía atacar a la clase trabajadora con impunidad. En Argentina, los militares derrocaron el gobierno peronista —que había recibido el apoyo de los pablistas— e iniciaron un régimen de terror contra la izquierda. En Sri Lanka e Israel, gobiernos derechistas se apoderaron del poder y abogaron por el monetarismo anti keynesiano promovido por Milton Friedman, cuyas teorías económicas ya habían sido puestas en práctica por la dictadura Chilena
174. En mayo de 1979, el Partido Tory, dirigido por Margaret Thatcher, llegó al poder en Inglaterra. Las condiciones políticas para su victoria fueron creadas por la política derechista del gobierno Laborista. La ira de la clase trabajadora estalló en una ola de huelgas entre a finales de 1978 y principios de 1979 el llamado “Invierno del descontento”. La burocracia sindicalista saboteó todas esas huelgas. En Estados Unidos el gobierno de Carter giró marcadamente hacia la derecha luego de una prolongada huelga de mineros entre 1977 y 1978 que duró más de 100 días. El gobierno invocó el Acta Taft-Hartley para ordenar a los mineros que regresaran a sus puestos, pero éstos desobedecieron la orden, la cual no se pudo cumplir. La clase gobernante estadounidense decidió que los ataques contra la clase trabajadora en el futuro requerirían una preparación minuciosa. En agosto de 1979, el presidente Carter nombró a Paul Volcker como presidente del Banco Federal de Reservas y éste procedió a aumentar los tipos de interés a niveles sin antecedentes históricos con la intención de provocar una recesión que aumentaría significativamente los niveles de desempleo, debilitaría a la clase trabajadora y prepararía el campo para una extensa ofensiva derechista. El cambio brusco hacia una confrontación de clases quedó bien claro cuando el Partido Republicano nominó a Ronald Reagan a la presidencia y éste fue elegido presidente en noviembre de 1980. Fue inaugurado en enero de 1981. Poco más de seis meses después, en agosto, el gobierno de Reagan reaccionó a la huelga organizada por la PATCO [Professional Air Traffic Controlers Organizatión/Controladores Profesionales de Tráfico Aéreo; siglas en inglés) despidiendo a 11.000 controladores. La AFL-CIO rehusó tomar toda acción para defender a estos trabajadores. Este ataque marcó el principio del final del movimiento sindicalista como fuerza social importante en Estados Unidos. El gobierno había dado luz verde a las empresas, autorizándolas a romper las huelgas abiertamente. Adicionalmente, los sindicatos de la AFL-CIO dejaron bien claro que no harían nada para detener esta furia derechista desenfrenada contra la clase trabajadora.
175. Los atrasos que la clase trabajadora sufrió en las sedes principales del capitalismo le facilitaron a los intereses imperialistas a imponer su voluntad de manera más agresiva. La Primer Ministro Thatcher despachó la marina británica al Atlántico del Sur para sacar a Argentina de las islas Malvinas. El gobierno de Reagan se metió hasta las agallas en una guerra sucia contra fuerzas izquierdistas en El Salvador y Nicaragua; intensificó su colaboración con los muyahidines de Afganistán; envió sus fuerzas armadas al Líbano; intensificó su retórica acerca del “imperio del mal”; y despachó tropas a Granada.
La crisis del Workers Revolutionary Party
176. Contrario a las expectativas del Workers Revolutionary Party, el retorno de los laboristas al poder en Inglaterra en marzo de 1974 no conllevó rápidamente a confrontaciones entre los obreros y el nuevo gobierno. La reactivación económica respaldada por el FMI le rindió campo al gobierno Laborista para maniobrar. Esta nueva situación reveló las flaquezas de las bases políticas del WRP. La transformación de la Socialist Labour League en el WRP y las campañas para “reclutar a las masas” que habían formado las bases para ese cambio se habían basado en recurrir al amplio sentimiento elemental que existía en la clase trabajadora contra los Torys. El nuevo partido y sus militantes, pues, no estaban suficientemente capacitados para manejar la situación más compleja que el regreso de los Laboristas al poder había creado.
177. El WRP trató de contrarrestar las dificultades en desarrollar a la clase trabajadora buscando apoyo en otros lugares. Gran desorientación política apareció en 1976 cuando el partido comenzó a cultivar relaciones con varios movimientos de liberación nacional y otros regímenes nacionalistas burgueses del Medio Oriente. A medida que el WRP ponía en reversa su antigua insistencia en que la lucha contra el revisionismo para establecer el movimiento marxista era de importancia primordial, Healy y sus colegas más íntimos, Michael Banda y Cliff Slaughter, se deslizaban más y más hacia los conceptos pablistas contra los cuales habían luchado durante los años 1950 y 1960. Su capitulación al programa pablista se produjo en conjunto con la evolución de una mistificación idealista del marxismo que vulgarmente distorsionaba el método analítico del materialismo dialéctico.
La Workers League critica al WRP
178. Durante los años 1960 y a principios de los 1970, el movimiento trotskista británico había ejercido una influencia inmensamente positiva sobre la Workers League. La aparición y desarrollo de la Workers League durante su período inicial habría sido imposible sin la experiencia invaluable de la Socialist Labour League y de Gerry Healy. No obstante, sobre todo luego de la escisión con Wohlforth, la evolución de la Workers League procedió de una manera muy diferente a la del Workers Revolutionary Party. La diferencia fundamental tenía que ver con la atención que la Workers League le prestaba a la historia del movimiento trotskista y a las lecciones de la lucha en contra del pablismo.
179. Luego de la escisión con Wohlforth, la Workers League firmemente dirigió sus labores hacia la clase trabajadora. Comenzando con los años 1970, desarrolló una presencia bastante importante en las luchas de los sectores más militantes, sobre todo entre las minas de carbón bajo el dominio del UMWA (Trabajadores Mineros Unidos de Estados Unidos; siglas en inglés). En 1978, la Workers League decidió mudar sus oficinas centrales a Detroit. El objetivo de esta movida era establecer lazos más íntimos entre el partido y la vida y luchas cotidianas de la clase trabajadora. Durante los años que siguieron la Workers League y El Boletín —su periódico en aquel entonces— jugaron un papel significante en las huelgas de los controladores aéreos, los mineros de Phelps Dodge Copper, los chóferes de Greyhound, los trabajadores de Hormel, y numerosas huelgas en las minas de carbón en los estados de Virginia Occidental y Kentucky. No obstante, a todas estas luchas no se les consideró como ocasiones para celebrar el sindicalismo, sino como luchas esencialmente políticas que requerían el desarrollo de la conciencia socialista y el establecimiento de una dirigencia marxista en la clase trabajadora. Esta labor hizo a la Workers League más consciente de la importancia de desarrollar una estrategia revolucionaria clara, amplia e internacionalista.
180. Las diferencias entre el WRP y la Workers League salieron a la luz en el otoño de 1982. En un ensayo publicado para conmemorar el quinto aniversario del asesinato de Tom Henehan, David North, secretario nacional de la Workers League en ese entonces, le hizo hincapié al significado de la historia en la capacitación de los cuadros del movimiento marxista. North escribió:
“Lo primordial de la capacitación de los cuadros es la subordinación consciente de todo el que se una al partido a los principios revolucionarios por medio de los cuales la continuidad histórica del movimiento marxista se expresa. Por ‘la continuidad histórica' significamos la cadena ininterrumpida de la lucha política e ideológica de nuestro movimiento en contra del estalinismo, la social democracia, el revisionismo y todos los demás enemigos de la clase trabajadora...
Los revisionistas y charlatanes políticos de todo tipo invariablemente basan su política y sus programas en las necesidades prácticas e inmediatas que el momento impone. Las consideraciones basadas en los principios son totalmente desconocidas para estos pragmáticos. Es decir, aquellas consideraciones que resultan de un estudio serio de la historia del movimiento obrero internacional y del conocimiento de su desarrollo como resultado de leyes objetivas, lo cual resulta en revisiones críticas y constantes de sus experiencias objetivas...
Una dirigencia que no se esmera en asimilar colectivamente la totalidad de su historia en lo total no puede adecuadamente cumplir con sus responsabilidades revolucionarias a la clase trabajadora. Sin un verdadero conocimiento de la evolución histórica del movimiento trotskista, las alusiones al materialismo dialéctico no sólo parecen carentes de significado, sino que le abren paso a la verdadera distorsión del método dialéctico. La fuente de la teoría no yace en el pensamiento sino en el mundo objetivo. La evolución del trotskismo, por ende, procede de la nuevas experiencias de la lucha de clases, las cuales entonces se integran a todo el conocimiento que nuestro movimiento ha derivado de la historia”. [104]
181. North le presentó al Workers Revolutionary Party una crítica bien detallada de un panfleto escrito por Healy bajo el título de Estudios sobre el materialismo dialéctico. Esta crítica estableció que el concepto de Healy de la dialéctica consistía de una repudiación del materialismo y un retorno al tipo de filosofía idealista y subjetiva que Marx había vencido en su crítica de los hegelianos de izquierda a principios de los años 1840. North escribió:
“Los estudios sobre el materialismo dialéctico del camarada Healy sufren de un efecto decisivo: esencialmente ignora el éxito de Marx y Lenín cuando reelaboraron la dialéctica de Hegel desde el punto de vista materialista. A Hegel, pues, se le enfoca sin crítica
alguna, fundamentalmente como hacían los hegelianos de izquierda contra quienes Marx luchó...
“El camarada Healy no toma en cuenta las advertencias que Marx y Engels frecuentemente repitieron en cuanto a la dialéctica de Hegel: que ésta era inútil de la manera en que se había dejado. Por lo tanto, el camarada Healy trata de explicar el proceso de cómo el conocimiento se adquiere directamente de la lógica de Hegel.
Ese enfoque es falso. El proceso del pensamiento no se puede explicar partiendo de la lógica, como tampoco se puede explicar la índole del estado de la misma lógica...
“La frase ‘poner a Hegel de pie' no debería emplearse para denigrar el profundo éxito científico que esta misión integra. Lo que sucedió no fue menos que el establecimiento de la perspectiva global científica y materialista por medio de la cual se llegan a conocer las leyes de la naturaleza, de la sociedad y de la conciencia. Ya la filosofía no se interesaba principalmente en la ‘materia de la lógica' sino en ‘la lógica de la materia'.
“Marx nos dejó un descubrimiento muy claro: el modelo de la lógica de Hegel, cuando se emplea tal como él lo formuló, inevitablemente conduce a la sofistería por medio de la manipulación de categorías de la lógica y la manipulación adicional de hechos empíricos para comprobar categorías ya en existencia”. [105]
182. La conclusión de North hace un resumen de su crítica a la evolución política del CICI bajo la dirigencia del WRP: “Los estudios sobre la dialéctica ha sacado a la luz una crisis que se ha estado desarrollando dentro del Comité Internacional por un período de tiempo considerable. Por varios años (en mi opinión esto comenzó en 1976 y sólo llegó a dominar en 1978), en nombre de la lucha por el materialismo dialéctico y en contra del propagandismo, el Comité Internacional se ha alejado, con paso seguro, de la lucha por el trotskismo”. La crítica del método teórico de Healy fue vinculado a un análisis de las relaciones que el WRP tenía con varios regímenes nacionales en el Medio Oriente. North continuó:
“Una vulgarización del marxismo que se ha hecho pasar por ‘la lucha dialéctica' ha ido de mano en mano con un distanciamiento inconfundiblemente oportunista dentro del Comité Internacional, especialmente en el WRP. La defensa marxista de movimientos de liberación nacional y la lucha contra el imperialismo se ha interpretado de manera oportunista al darle apoyo carente de sentido crítico a varios regímenes nacionalistas burgueses”. [106]
183. La Workers League presentó un análisis más amplio de la degeneración del WRP entre enero y febrero de 1984. En una carta fechada el 23 de enero de 1984, a Michael Banda, secretario general del WRP, North declaró que la Workers League se encontraba “profundamente turbada por indicios que indicaban cada vez más un alejamiento político hacia posturas políticas bastante similares —en sus conclusiones tanto como en su metodología— a aquella que históricamente hemos asociado con el pablismo”. North señaló que el Comité Internacional:
“Por cierto tiempo ha estado llevando a cabo sus labores sin una perspectiva clara y unificada políticamente para guiar su práctica. Más bien que una perspectiva para fortalecer las secciones del Comité Internacional en todos los países, el foco central de la labor del CI durante varios años ha sido la promoción de alianzas con varios regímenes nacionalistas burgueses y movimientos de liberación. El contenido de estas alianzas refleja cada vez menos la primordial de una orientación clara hacia el desarrollo de nuestras propias fuerzas para establecer el papel principal del proletariado en la lucha anti imperialista en los países semi coloniales. Los mismos conceptos que el SWP avanzara en relación a Cuba y Argelia y que nosotros atacamos con tanto vigor a principios de los años 1960, con frecuencia creciente aparecen en nuestra propia prensa”. [107]
184. North amplió la crítica emprendida por la Workers League en un informe al CICI el 11 de febrero de 1984, que colocó la adaptación del WRP al nacionalismo burgués dentro del contexto de la lucha que el CI había llevado a cabo contra el pablismo durante décadas. El informe también señalaba las relaciones oportunistas del WRP con tendencias reformistas en la Gran Bretaña. North lo explicó así:
“El Comité Internacional se basa en las tradiciones y principios establecidos por medio de las luchas políticas, organizacionales y teóricas de todas las generaciones de marxistas anteriores, y en la manera en que esta continuidad del CI con estas generaciones anteriores se ha desarrollado a través de la lucha contra toda variedad de anti marxismo que ha surgido en el movimiento obrero, especialmente dentro del movimiento trotskista mismo”. [108]
185. North hizo notar que el PST de Estados Unidos explícitamente había repudiado la Teoría de la Revolución Permanente, lo cual Barnes proclamó a principios de 1982 y vindicó la lucha del CICI en contra del revisionismo pablista. En lugar de luchar por la independencia política de la clase trabajadora, el SWP promovió movimientos nacionalistas burgueses y pequeñoburgueses, tales como el movimiento la Nueva Joya en Granada, los sandinistas en Nicaragua y el Farabundo Martí de El Salvador. Fue dentro de este contexto que North enfatizó la necesidad de analizar las experiencias políticas del CICI. Haciendo notar las relaciones de éste con movimientos nacionales en el Medio Oriente, North declaró lo siguiente:
“Está claro que ya para mediados de 1978 se desarrollaba una orientación general hacia regímenes nacionalistas y movimientos de liberación sin una perspectiva correspondiente para desarrollar nuestras propias fuerzas dentro de la clase trabajadora. Un asesoramiento
completamente incorrecto y carente de crítica comenzó a aparecer más y más explícitamente en nuestra prensa, con el resultado que invitaba a nuestros cuadros y a la clase trabajadora a considerar a estos nacionalistas burgueses como ‘dirigentes anti imperialistas' a quienes se les debe dar apoyo político”. [109]
186. North criticó al WRP por apoyar a Hussein cuando éste suprimió al Partido Comunista e inclusive fusiló a 21 de sus militantes en 1979 por la manera en que alabó al régimen iraní del Ayatola Khomeini luego de inicialmente haber hecho un análisis correcto de la revolución de febrero de 1979 y, entre 1977 y 1983, por el apoyo carente de toda crítica al líder del Jamahiriya de Libia, Muammar al-Gaddafi. North también mencionó las relaciones que el WRP había establecido con ciertos sectores del Partido Laborista, inclusive con Ken Livingstone y Ted Knight, y el Concilio Mayor de Londres.
187. El Workers Revolutionary Party rehusó participar en un intercambio de estas diferencias. Más bien amenazó con ponerle fin a sus relaciones con la Workers League si ésta se empeñaba en seguir con sus críticas. Esta trayectoria tan oportunista y carente de principios tuvo, a fin de cuentas, consecuencias devastadoras para el WRP. En menos de un año, durante el otoño de 1985, una crisis organizacional, consecuencia de más de una década de alejamiento de los principios sobre los cuales la fundación de la Cuarta Internacional y el Comité Internacional se había basado, el WRP se había desbaratado. Su negativa en aceptar los consejos políticos del CICI y su búsqueda de intereses políticos concebidos totalmente en términos nacionales condujo a la escisión en febrero de 1986.
El colapso del WRP y la escisión en el Comité Internacional
188. En agosto de 1985, integrantes del Comité Internacional fueron llamados a Londres, donde Healy y otros dirigentes del WRP les informaron que la sección británica se enfrentaba a una seria crisis de finanzas. Se le dijo a los miembros del CICI que los problemas la causa de los problemas había sido un recargo inesperado en los impuestos y un aumento considerable en el costo de la distribución de Newsline, periódico diario del WRP. Los dirigentes del partido rogaron con urgencia que las otras secciones del CICI los asistieran con ayuda financiera. Como pronto saldría a la luz, el informe que se le había presentado al CICI era casi todo una mentira. Además, el WRP no informó a los miembros del CI que una crisis había estallado en la dirigencia de la sección británica acerca de acusaciones contra el mismo Healy por conducta indebida. Healy, así como también Michael Banda y Cliff Slaughter, se opusieron a exigencias del Comité Central para establecer una comisión de control para investigar los alegatos. Mientras buscaba dinero del CICI para resolver los problemas creados por la crisis política interna en la sección británica, el WRP trató esconder estos hechos de los miembros del CICI. No obstante, a medida que el conflicto faccioso interno del WRP se intensificaba durante las próximas semanas, los hechos de la crisis fueron revelados al CICI. David North, representando a la Workers League, Nick Beams (de la Socialist Labour League en Australia), Ulrich Rippert y Peter Schwarz (del Bund Sozialistischer Arbeiter en Alemania) y Keerthi Balasuriya (de la Liga Comunista Revolucionaria en Sri Lanka) viajaron a Inglaterra para analizar la situación política del Workers Revolutionary Party. Insistieron en que la crisis que se había desarrollado en la sección británica se arraigaba en problemas políticos de hacía mucho tiempo y relacionados al programa y a las perspectivas internacionales. Les informaron a los dirigentes del WRP que el CICI no iba a defender a nadie en la lucha que habían aparecido en la dirigencia del partido entre diferentes facciones sin principios. El CICI rechazó del todo los esfuerzos de estos dirigentes para aprovecharse del movimiento internacional para sus propios fines nacionalistas y oportunistas. Más bien el rescate político del WRP de esta crisis sólo era posible siempre y cuando la organización aceptara la disciplina del movimiento internacional.
189. El 25 de octubre de 1985, luego de analizar las acusaciones contra Healy, el Comité Internacional votó por su expulsión. La declaración del CICI decía lo siguiente:
“Al expulsar a Healy, el CICI no tiene la menor intención de negar las contribuciones políticas que hizo en el pasado, sobre todo en la lucha contra el revisionismo pablista de los años 1950 y 1960.
El hecho es que esta expulsión es el producto final de su rechazo de los principios trotskistas sobre los cuales estas luchas del pasado se basaron y de su caída en las formas más vulgares del oportunismo.
La degeneración política y personal de Healy puede trazarse claramente a la manera en que separó, cada vez de manera más y más explícita, los adelantos prácticos y organizacionales del movimiento trotskista de las luchas, basadas en la historia y el internacionalismo, en contra del estalinismo y el revisionismo; luchas que dieron lugar
a estos éxitos.
La subordinación, cada vez mayor, de las cuestiones basadas en principios a los requisitos prácticos e inmediatos se centró en asegurar la expansión de la maquinaria del partido, lo cual lo llevó a degenerarse en el oportunismo político. Éste, con pasos seguros, socavó sus propias defensas morales y políticas contra las presiones del imperialismo en el país capitalista más antiguo del mundo.
Bajo estas condiciones, sus graves flaquezas subjetivas jugaron un papel político cada vez más peligroso.
Actuando más y más arbitrariamente dentro del WRP y el CICI, Healy cada vez más atribuyó los adelantos del Partido Mundial no a los principios marxistas de la Cuarta Internacional y las luchas colectivas de sus cuadros, sino a sus propias habilidades.
Healy se vanagloriaba de su juicio intuitivo, pero eso inevitablemente lo condujo a una grosera vulgarización de la dialéctica materialista y a su propia transformación en idealista subjetivo y pragmático total.
En lugar de su antiguo interés en los complejos problemas de desarrollar a los cuadros del movimiento trotskista internacional la práctica de Healy llegó a obsesionarse casi totalmente con desarrollar relaciones carentes de principios con dirigentes burgueses
nacionalistas y reformistas sindicalistas y Laboristas en la Gran Bretaña.
El estilo de su vida personal sufrió la degeneración correspondiente.
Aquellos que como Healy abandonan los principios por los cuales una vez lucharon y que rehúsan subordinarse al CICI para establecer sus secciones nacionales inevitablemente tienen que degenerarse bajo las presiones del enemigo clasista.
No hay excepciones a esta ley de la historia.
El CICI afirma que ningún dirigente está por encima de los intereses históricos de la clase trabajadora”. [110]
190. A pesar de su conflicto faccioso con Healy, Banda y Slaughter compartían su perspectiva oportunista y nacionalista. Ellos trataron, no menos que Healy, de evitar el análisis de los orígenes y la evolución de la crisis de la organización en la que ellos mismos habían jugado un papel estelar por más de tres décadas. Además, quedó claro bien pronto que ellos no iban a aceptar las restricciones internacionales impuestas sobre las alianzas y actividades políticas del WRP. El 11 de diciembre de 1985, el Comité Político de la Workers League le escribió lo siguiente al Comité Central del WRP:
“Durante los últimos tres meses, la Workers League ha declarado repetidamente que la crisis política dentro del Workers Revolutonary Party puede vencerse solamente por medio de la más íntima colaboración de la sección británica con sus camaradas internacionales. Desafortunadamente, después de muchos años de la educación errónea sistemática bajo Healy, hay muchos camaradas en la dirigencia del WRP que desprecian al Comité Internacional y que consideran que las exhortaciones al CI para que se lleve a cabo una verdadera colaboración consultiva constituyen una intrusión injustificada en la vida de la sección británica. Las alusiones a la ‘subordinación del WRP al Comité Internacional' provocan la reacción hostil de varios camaradas. Por supuesto, esto no se trata de las flaquezas de los militantes individuales. La existencia de poderosas tendencias nacionalistas dentro del WRP es un reflejo político del desarrollo histórico de la clase trabajadora en el país capitalista más antiguo del mundo. Siempre que estas tendencias se admitan y se luche contra ellas de manera consciente se pueden vencer; y la responsabilidad para llevar a cabo esta lucha cae sobre los hombros de la dirigencia del Workers Revolutionary Party.
El gran peligro al cual ahora nos enfrentamos es que la dirigencia misma está alentando el anti internacionalismo. La autonomía del Workers Revolutionary Party ahora se plantea en oposición a la autoridad del Comité Internacional como agencia principal del Partido Mundial de la Revolución Socialista”. [111]
191. En respuesta a la declaración de Slaughter que “el internacionalismo consiste precisamente en demarcar claramente las líneas clasistas y luchar por comprenderlas”, el Comité Político preguntó lo siguiente:
“¿Pero cuál proceso determina esas ‘líneas clasistas'? ¿Requiere éste la existencia de la Cuarta Internacional? La definición del camarada Slaughter sugiere —y éste es el contenido explícito de toda su carta— que toda organización nacional puede alcanzar el internacionalismo estableciendo, por sí sola, sus propias ‘líneas clasistas y luchar por comprenderlas'”...
La Workers League le recuerda a Slaughter:
“Aquellos partidos que defienden al trotskismo como el desarrollo contemporáneo de los principios y el programa marxistas se han organizado dentro de la Cuarta Internacional y aceptan la autoridad del Comité Internacional. Basar la definición del internacionalismo en la separación del programa de su expresión organizacional es adoptar el punto de vista de todos aquellos revisionistas y centristas que se oponen al trotskismo y niegan la continuidad del marxismo, encarnado en el CICI, para quedarse con su propia libertad de
acción dentro sus propios teatros nacionales”. [112]
192. El 16 de diciembre de 1985, el Comité Internacional recibió un informe de una Comisión Internacional de Controles formada para investigar las relaciones monetarias y políticas que el WRP había establecido con regímenes burgueses nacionales en el Medio Oriente entre 1975 y 1985. El informe estableció terminantemente que el WRP había establecido relaciones políticas que traicionaban a los principios de la Cuarta Internacional y que había mantenido dichas relaciones ocultas al CICI. El Comité Internacional votó, por encima de las protestas de los delegados del WRP que representaban a las facciones de Banda y Slaughter, para suspender al WRP como integrante de la organización internacional. Esta resolución fue apoyada por David Hyland, quien representaba a un sector bastante extenso de la militancia del WRP en acuerdo político con el Comité Internacional.
193. La suspensión del WRP fue una afirmación inequívoca de los principios del internacionalismo revolucionario dentro de la Cuarta Internacional. Con esta acción, el CICI dejó bien claro que no iba a tolerar que los principios trotskistas internacionales se subordinaran a ninguna forma de oportunismo nacional. El objetivo de la suspensión no fue castigar al WRP, sino establecer las condiciones de membresía en el CICI. Una segunda resolución, adoptada por el CIFI el 17 de diciembre de 1985, hacía lista de las bases históricas y programáticas del Comité Internacional. Le pedía al WRP que reafirmara estos principios para así preparar rápidamente su reingreso al CICI. La declaración concluía de la siguiente manera:
“El CICI y el Comité Central del WRP ahora han de colaborar íntimamente para sobreponerse, lo más pronto posible, a los problemas propiamente dichos, que son el legado de la degeneración nacionalista del WRP bajo Healy. Así se podrán reafirmar los principios fundamentales del internacionalismo dentro del WRP, y de tal manera podrá este reintegrarse totalmente al Comité Internacional de la Cuarta Internacional. La organización estructural de esta relación en todo momento ha de basarse en los principios del centralismo democrático leninista que los estatutos de la Cuarta Internacional definen”. [113]
194. Los delegados del WRP, con la excepción de David Hyland, otra vez votaron en contra de esta resolución. Este voto dejó bien claro que el WRP no aceptaba ni el programa ni la autoridad del Comité Internacional. Un mes después, el Comité Central del WRP rescindió su previo acuerdo de octubre de 1985, de reactivar su asociación con el CI si admitía solamente a aquellos militantes de la sección británica que aceptaban la autoridad política del Comité Internacional. Hyland y dos otros miembros del Comité Central del WRP se opusieron a que el WRP repudiara este acuerdo. El voto del Comité Central del WRP significaba la escisión con al Comité Internacional. El 8 de febrero, de 1986, el WRP celebró un congreso del cual se había purgado y excluido a todos los partidarios del Comité Internacional. Esta farsa política estableció que el WRP definitivamente había llegado a su fin como organización trotskista. El documento principal para este congreso fue una diatriba anti trotskista escrita por Banda bajo el título de 27 razones por qué el Comité Internacional debería ser sepultado inmediatamente y la Cuarta Internacional debería ser establecida. A pocos meses de escribir este documento, Banda repudió su larga asociación de cuarenta años con la Cuarta Internacional y proclamó su admiración por Stalin. En cuanto al WRP, sus varias facciones se desintegraron una por una. En menos de una década, Slaughter y otros ex dirigentes del WRP participaban intensamente en las actividades de la OTAN y Estados Unidos en Bosnia. La única tendencia viable que se salvó del colapso del WRP fue la que David Hyland dirigió. Ésta conservó y defendió los principios del CICI, y en febrero de 1986, estableció el Partido Comunista Internacional, precursor del Partido Socialista por la Igualdad, sección británica del CICI.
Otro comentario acerca de la causa y el significado de la escisión con el WRP
195. Tal como sucediera en el 1953, la escisión en el Comité Internacional se desarrolló entre 1982 y 1986 y anticipó cambios enormes que durante la segunda mitad de los años 1980 habrían de despedazar la estructura de la política mundial tal como había existido durante las cuatro décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. La prolongada crisis del WRP fue un proceso complejo y contradictorio. Sus causas básicas no se debieron a ninguna flaqueza de este o aquel individuo sino en los cambios de las relaciones de fuerzas clasistas a nivel internacional. No es raro que un partido político, que por muchas décadas ha jugado un papel enormemente positivo en el desarrollo de la clase trabajadora entre en crisis en un período venidero a medida que nuevas condiciones y dificultades se presentan. Los ejemplos más trágicos de este fenómeno histórico son la Social Democracia de Alemania y el Partido Bolchevique. Pero su destino final no puede borrar los éxitos históricos que lograron.
196. Como tampoco pueden la degeneración final de la organización y su dirigente principal, Gerry Healy, borrar los éxitos de la Socialist Labour League. Cuando insistimos en una crítica objetiva de la historia de la SLL y el WRP, vale la pena recordar el consejo que Healy le ofreció a Wohlforth en diciembre de1972, luego que falleciera Max Shachtman. Wohlforth había escrito un obituario sobre Shachtman que acusaba al difunto de haber traicionado al socialismo y a la clase trabajadora durante las últimas décadas de su vida. Pero Wohlforth incluyó la siguiente declaración en su condena: “Shachtman murió como contrarrevolucionario y traidor a su clase. Así fue en definitiva”. Healy notó que “Esta frase, por sí misma, parece paradójica, porque Shachtman no sólo murió; también vivió. Claro, la memoria de alguien que terminó traicionando vergonzosamente no produce sentimientos compasivos. Sin embargo, no estamos aquí para atribuir defectos sino para comprender”. [114]
197. Durante muchos años y sobre todo después que el Socialist Workers Party regresara al pablismo en 1963, los trotskistas británicos fueron casi los únicos que defendieron el programa y el patrimonio de la Cuarta Internacional. Cuando la OCI era una aliada de la cual se podía depender menos y menos y que para fines de los años 1960 se había convertido en contrincante político, la SLL intransigentemente se opuso al a los esfuerzos pablistas para liquidar a la Cuarta Internacional en los ambientes del estalinismo, el nacionalismo burgués y el radicalismo pequeño burgués. La SLL no contaba con mucho apoyo internacional, pero se opuso a la liquidación por la que los pablistas abogaban y estableció, como mejor pudo, una poderosa organización revolucionaria en Gran Bretaña. Fue a esta labor que Healy brindó sus dones extraordinarios como organizador y orador. Mientras los pablistas insistían que el trotskismo no tenía ningún papel independiente que jugar, la SLL condujo una guerra implacable contra el Partido Laborista británico y logró ganarse la dirigencia política de su movimiento juvenil, los Young Socialists [Juventud Socialista; YS, siglas en inglés]. Cuando los laboristas británicos trataron de lanzar una contraofensiva al suprimir Keep Left, periódico de la YS, la SLL y sus partidarios en dicha organización lucharon para defenderse y establecieron una circulación de 10.000 ejemplares. Eventualmente, los Young Socialists se convirtió oficialmente en el movimiento juvenil del movimiento trotskista en Gran Bretaña. Los pablistas reaccionaron al progreso de la SLL organizando persecuciones políticas que los estalinistas, quienes trataron de pintar a la LSO como organización “violenta”, respaldaron con entusiasmo.
198. Puesto que se encontraba aislada políticamente, la LSO llegó a creer cada vez más que el desarrollo de la Cuarta Internacional era una secuela de la evolución de su propia organización en Inglaterra. Razonó que el éxito del movimiento en Inglaterra ofrecería las bases para la expansión del Comité Internacional. Por consiguiente, y durante cierto período, las formas y hábitos de trabajo asumieron cada vez más los colores del nacionalismo. Lo que en realidad era una relación provisional de las fuerzas políticas —y que le daba a la labor en Inglaterra una influencia preponderante dentro del Comité Internacional— llegó a convertirse en la apoteosis de un concepto cada vez más nacionalista de la relación entre la SLL/WRP y la Cuarta Internacional. Healy justificó, por lo menos para él mismo, las varias prácticas oportunistas que el WRP desarrolló durante los años 1970 y comienzos de los años 1980 basándose en que estaba “construyendo el partido” en Inglaterra y así echaba las bases para la expansión internacional — a largo plazo— del CICI. Aunque durante los años 1970 y principios de los años 1980 varias secciones del CICI habían progresado bastante políticamente, el WRP tendía a creer que la organización internacional no era más que un apéndice de su propia organización en Inglaterra.
199. El problema fundamental de este enfoque es que se basaba en una premisa nacionalista contraria a la política tradicional de la Cuarta Internacional y contraria a los procesos objetivos del desarrollo sociopolítico y económico mundial. La crisis del WRP fue parte de un proceso más amplio que barría a través de todas las organizaciones de masas que históricamente se basaban en la clase trabajadora. No importa cuántas diferencias haya habido en cuanto a sus estructuras organizacionales y alianzas políticas, todas esas instituciones reformistas se basaban en un programa nacionalista. Esta semejanza esencial hasta vinculaba la AFL-CIO de Estados Unidos y el Partido Comunista de la Unión Soviética, quienes aparentemente eran enemigos irreconciliables. Aunque esta última se basaba en la posibilidad socialista de las fuerzas productivas en la URSS, las aspiraciones reformistas de la primera se basaban en los recursos y la riqueza presuntamente inagotables del capitalismo estadounidense. Ambas organizaciones entraron en crisis cuando los desarrollos de la tecnología —y los cambios que resultaron en la producción y la circulación del capital— rindieron obsoletas las perspectivas reformistas nacionales de la época post Segunda Guerra Mundial.
200. Estos cambios fundamentales en la economía mundial y el impacto que tuvieron sobre la lucha de clases internacional se reflejaron en el Comité Internacional y, al fin y al cabo, condujeron a la escisión. La diferencia básica en la perspectiva política —es decir, entre el internacionalismo revolucionario por una parte y por la otra el oportunismo nacional— habían surgido bien por adelantado de la escisión organizacional. En una carta dirigida a Michael Banda, fechada el 23 de enero de 1984, David North escribió lo siguiente en nombre de la Workers League: “No importa lo prometedor que parezcan ciertos desarrollos en las labores nacionales de las secciones — tales como nuestra propia experiencia en varias luchas sindicalistas — éstas no producirán ningún adelanto significativo a menos que su labor se guíe de una perspectiva internacional elaborada científicamente. Mientras más se vira la Workers League hacia la clase trabajadora, más sentiremos la necesidad de la colaboración más íntima con nuestros camaradas internacionales para llevar nuestras labores hacia delante”. [115]
201. Existía una congruencia teórica entre la oposición de la Workers League al oportunismo nacionalista del WRP y la etapa avanzada de procesos económicos y sociales que harían estallar las estructuras e interdependencias de la política internacional. Dado que la defensa por los trotskistas británicos de la perspectiva de la revolución permanente había atraído a muchos de los cuadros internacionales que habían ingresado al CICI en los años 1960 y principios de los años 1970, una vez que el movimiento internacional se entera de la postura crítica de la Workers League le da a esta un apoyo aplastante. Por ende ocurre un reajuste político relativamente rápido dentro del CICI en el otoño del 1985, cosa que establece nuevos cimientos para las labores del movimiento internacional. La reacción consciente de la vanguardia marxista a la nueva situación política y económica causa la evolución subsiguiente del CICI. Esa profunda y completa lucha contra toda forma nacionalista establece las bases de una reorientación del movimiento que se vincula inseparablemente a la elaboración de una perspectiva internacional. Al fin y al cabo, las raíces de todos los oportunismos consisten de formas precisas de adaptación nacionalista. Mediante la lucha contra otras tendencias, y también dentro de su propia organización, el CICI reafirmó la visión que Trotsky elaboró en la manera más desarrollada, el dominio de la evolución global del capitalismo mundial sobre las formas particulares en cualquier estado nación y la primacía de una estrategia internacional por sobre las tácticas nacionales.
Notas:
104. David North, Leon Trotsky and the Development of Marxism (Detroit, 1985) p. 5; 17-18.
105. Fourth International (Detroit, 1986), Volume 13, No. 2, Autumn 1986, pp. 16-18.
106. Ibid., p. 23.
107. Ibid., p. 35.
108. Ibid., p. 39
109. Ibid., p. 42-43.
110. Fourth International, Volume 13, No. 2, Autumn 1986, p. 52.
111. Ibid., p. 77.
112. Ibid.
113. Ibid., p. 102.
114. “The Fourth International and the Renegade Wohlforth” [Trotskyism versus Revisionism, Volume Seven] (Detroit: Labor Publications, 1984), p. 228.
115. Fourth International, Volume 13, No. 2, Autumn 1986, p. 38.