El partido nacionalista catalán Candidatura de Unidad Popular (CUP) se está preparando para entrar en un gobierno autonómico en Cataluña dispuesto a imponer políticas de “inmunidad colectiva”, austeridad y represión policial a la oposición social. Ejemplifica el papel reaccionario de la CUP y todas las tendencias de clase media que han promocionado sus falsas pretensiones de ser una fuerza "anticapitalista".
El 26 de marzo, después de las elecciones regionales, la CUP votó por el candidato de Esquerra Republicana (ERC) para presidente autonómico, Pere Aragonès, famoso por su defensa de las privatizaciones y la austeridad. ERC es uno de los principales partidos burgueses catalanes, con muchos antecedentes de dirigir o apoyar gobiernos autonómicos de austeridad mientras respaldaba los gobiernos dirigidos por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en Madrid. Es el principal soporte en el congreso español del gobierno del PSOE y Podemos en minoría, que aún mantiene en la cárcel a su dirigente, Oriol Junqueras, como parte de la campaña fascistoide anticatalana de las clases dirigentes españolas.
Como los 42 escaños que tienen ERC y la CUP juntas no eran suficientes en el parlamento de 135 escaños, ERC está negociando ahora con los independentistas de derechas de Junts per Catalunya para formar una mayoría alrededor de Aragonès.
La decisión de la CUP se produjo después de que el 60 por ciento de sus miembros votaran por un preacuerdo de gobierno con ERC. Antes, la CUP había quedado fuera de los gobiernos regionales catalanes, apoyando sus presupuestos de austeridad cuando sus votos eran necesarios, aunque nominalmente permanecían independientes y hacían críticas formales. Ahora están siendo integrados directamente en el gobierno capitalista.
En todo el mundo crece el descontento de las masas contra la política homicida de la "inmunidad colectiva" de la clase gobernante que ha dejado 2,8 millones de muertos en todo el mundo, 100.000 en España, y una catástrofe económica para los trabajadores. Los docentes están luchando contra el regreso inseguro a la enseñanza presencial. En Francia y en Gran Bretaña, han estallado protestas contra la violencia policial. La semana pasada, miles de trabajadores de Amazon participaron en su primera huelga nacional en Italia. En España, protestas de jóvenes masivas estallaron contra el ingreso en prisión del rapero estalinista Pablo Hasél.
La entrada de la CUP en el gobierno capitalista tiene por objetivo desorientar a esta oposición y defender la política de la "inmunidad colectiva" que hace primar las ganancias por encima de la vida humana. Esto se desprende del documento del preacuerdo de 16 páginas.
Lo que es notable, la pandemia de COVID-19 apenas si es mencionada. La palabra "pandemia" aparece dos veces, una en la introducción para mencionar brevemente lo que está pasando, y la otra para negar, sobre una base feminista, que la respuesta oficial fuera insuficiente. Declara cómo la "pandemia nos ha mostrado que el modelo de equilibrio trabajo-vida dentro de Europa ha fracasado rotundamente en sus objetivos. No porque se quedara insuficiente, sino porque se centra en mantener el papel de la mujer como cuidadora".
La palabra "COVID-19" aparece una vez, en la sección que trata de sanidad pública. Pide "Incrementar, o, como mínimo, mantener y estabilizar los números actuales de la plantilla en atención sanitaria primaria y residencias de ancianos y mantener al personal contratado para el COVID-19".
La CUP no propone ninguna medida para contener, mucho menos parar, la extensión del virus, aunque Cataluña ha sido muy golpeada debido a las políticas del gobierno regional dirigido por ERC coordinadas con el ejecutivo de España del PSOE y Podemos. En la región se han producido 530.000 de los 2,3 millones de contagios de España, esto es, el 23 por ciento de los casos, aunque Cataluña alberga solo al 16 por ciento de la población de España.
Esta omisión pone en evidencia el apoyo tácito de la CUP a las políticas de la "inmunidad colectiva". Durante la pandemia, se ha negado a exigir el cierre de las universidades, las escuelas y los lugares de trabajo no esenciales, con plena compensación a todos los que no puedan trabajar, e inversión significativa en lugares de trabajo esenciales para asegurar que sean seguros. Hablando en nombre de sectores privilegiados de la clase media alta, la CUP se encuentra oponiéndose cada vez más a medidas para luchar contra la pandemia.
Su llamamiento a llegar al 25 por ciento del presupuesto de la sanidad para la atención primaria es retórica vacía, y el programa no da cifras ni propuestas sobre cómo alcanzar tal objetivo. Sin embargo, ERC afirmó en septiembre pasado que buscaría incrementar el gasto en atención primaria en €125 millones al año. Pero entonces harían falta 40 años para que el gasto en atención primaria alcance el 25 por ciento del gasto total.
Otro aspecto clave del preacuerdo es el apoyo de la CUP a la represión de Estado policial a la oposición social. Dedica un capítulo entero a medidas de orden público con el objetivo de fortalecer a la policía antidisturbios contra la población.
Ello incluye desarrollar "nuevas instrucciones internas" para la represión "proporcional" de las protestas. Esto conlleva apoyar la violencia masiva contra los trabajadores y los jóvenes. Se suspenderán las balas de foam "hasta que el protocolo [para su uso] se haga público". Añade, "exigiremos que el protocolo se acate estrictamente y que no viole derechos fundamentales". ¿Se alegrarán los trabajadores que perdieron un ojo de haberlo perdido según un protocolo?
Hay que tomar la saña de la CUP contra los manifestantes como una seria advertencia. En una época anterior, habrían demandado —por lo menos en la teoría— disolver la policía antidisturbios y poner fin a las formas sangrientas de violencia estatal. Ahora, se están integrando en el aparato estatal sobre la base explícita de que la oposición obrera a las políticas de la "inmunidad colectiva" tienen que ser violentamente reprimidas para garantizar las ganancias de la economía y los bienes de las clases poseedoras.
Hay que señalar una última cosa sobre el independentismo catalán de la CUP. Los medios de costumbre promocionan a la CUP como el grupo independentista más "radical" de Cataluña, por su demanda de construir un nuevo Estado capitalista en regiones hablantes de catalán en España y Francia. Durante la última década, presionaron a los partidos nacionalistas catalanes como ERC y Junts para que se comprometieran con un nuevo Estado independiente. La CUP ahora ha relegado esto a un futuro indefinido.
Declara, "La CUP y ERC nos comprometemos a generar las condiciones y acuerdos necesasrios para plantear una nueva arremetida democrática [contra España]. Esto se basará en aquello que acuerden las fuerzas independentistas ... y la acumulación de fuerzas sociales y políticas para hacer esto efectivo, priorizando el camino hacia un referéndum de autodeterminación".
Aunque su programa independentista no tiene contenido progresista, mucho menos socialista, que lo quitaran del acuerdo subraya más si cabe que su perspectiva estaba en bancarrota desde el vamos. Su plan independentista de recortar un Estado capitalista lingüísticamente homogéneo, que adhiera a la OTAN y la UE, gestionado por partidos de la austeridad, queda ahora archivado para trabajar con Madrid en una política de "inmunidad colectiva", austeridad y represión de Estado policial. Al final, en ambos proyectos su principal preocupación es mantener las ganancias para su electorado social de la clase media pudiente.
El preacuerdo de la CUP concluye otra experiencia estratégica para la clase trabajadora internacional con partidos pequeñoburgueses que afirman ser una alternativa "radical" al capitalismo. Esto incluye a Syriza en Grecia, Podemos en España y la CUP en Cataluña.
Todos estos partidos empezaron a crecer, o fueron creados, después de las protestas obreras y juveniles en Europa que siguieron a la Revolución egipcia de enero de 2011. Fueron los beneficiados sin merecerlo de la ira social por las penurias y salvajes medidas de austeridad impuestas por los gobiernos dirigidos por los socialdemócratas tras la crisis capitalista global de 2008. Todos ellos han conducido a un desastre para la clase trabajadora.
La entrada de la CUP en el gobierno sobre un programa de "inmunidad colectiva" también expone a la miríada de fuerzas pseudoizquierdistas que tradicionalmente se han orientado hacia esta, incluyendo al grupo morenista español Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT).
Durante la década pasada la CRT pidió el "voto crítico" para la CUP. La CRT abandonó esto porque la CUP llevó a cabo una campaña derechista, por la ley y el orden, favorable al empresariado, proponiendo inundar a los grandes negocios con miles de millones. En cambio, la CRT publicó 20 artículos, dio discursos en manifestaciones y hasta salió en la televisión pública en horario punta para intentar convencer a la CUP de no entrar en un gobierno de ERC —por ello exponiendo sin querer no solo a la CUP sino también a sí misma como herramientas del capitalismo español.
(Publicado originalmente en inglés el 4 de abril de 2021)