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Perspectiva

Hito de la lucha de clases

Cuarenta años de la huelga de PATCO: primera parte

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“La acción única más importante del Gobierno en ayudar la lucha contra la inflación fue derrotar la huelga de los controladores aéreos”. —Paul Volcker

“La clase gobernante considera que la destrucción de PATCO es inseparable de su política capitalista general en defensa del sistema de lucro, con un programa de militarismo ilimitado internacionalmente y austeridad salvaje para la clase obrera dentro de EE.UU.”. –Bulletin

El 3 de agosto de 1981, trece mil miembros del sindicato de controladores de tráfico aéreo en EE.UU. (PATCO, Professional Air Traffic Controllers Organization) hicieron huelga contra su empleador, la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés). Por varios años, los niveles de empleo y las medidas de seguridad no habían mantenido el ritmo del aumento en el tráfico aéreo comercial. El estrés extremo había obligado a una mayoría de los controladores a jubilarse temprano. Los trabajadores de PATCO exigieron una semana laboral más corta, mayores salarios y la contratación de más trabajadores.

Pocas horas tras el inicio de su huelga, el presidente Ronald Reagan se pronunció desde la rosaleda de la Casa Blanca para invocar la rompehuelgas Ley Taft-Hartley y despedir a los controladores si no regresaban a trabajar en dos días. Los términos del Gobierno de Reagan eran simples: poner fin a la huelga y la subordinación total del sindicato a las demandas de la Casa Blanca. Sin negociaciones.

Trabajadores que viajaron a Washington DC de todo el país para manifestar su apoyo a los manifestantes de PATCO el 19 de septiembre de 1981 (WSWS Media)

Los controladores aéreos desafiaron la orden de regreso al trabajo en masa, con 12.000 permaneciendo en huelga. A pesar de su militancia y solidaridad, así como el amplio apoyo para su lucha en la clase obrera en general —demostrado por la manifestación de 500.000 personas en un Día de Solidaridad el 19 de septiembre en Washington DC [1]—, la huelga fue aislada y traicionada por la burocracia de la confederación sindical AFL-CIO, cuyos sindicatos miembros en las industrias de tráfico aéreo y terrestre cruzaron los piquetes de huelga para garantizar su derrota.

Para fines del año, había quedado claro que los controladores aéreos habían sido derrotados. El Gobierno de Reagan y las cortes ilegalizaron el sindicato, los huelguistas habían sido reemplazados por esquiroles provenientes de la gerencia y el ejército, y todos los controladores en huelga habían sido colocados en listas negras vitalicias para su profesión.

La ferocidad de la clase gobernante impactó a los trabajadores. Pero las acciones despiadadas de Reagan, que incluyó docenas de arrestos, y el encarcelamiento y condena de tres controladores militantes de Texas, fueron facilitadas por la burocracia de la AFL-CIO. Si bien la amenaza para todo el movimiento laboral presentada por el ataque de Regan contra los controlares era evidente, la AFL-CIO se rehusó a autorizar una movilización más amplia de la clase obrera, a pesar de llamados constantes de los trabajadores para una huelga general.

Los oficiales sindicales buscaron ocultarse detrás de una tapadera política, ordenándoles a los trabajadores que pidieran apoyo al Partido Demócrata. Pero la operación para destruir el sindicato fue llevada a cabo con el apoyo de los demócratas. De hecho, el propio plan implementado por Regan de aplastar PATCO, incluyendo la operación de esquiroles militares conocida como Fuerza Contingente para la Gestión de Huelgas, había sido elaborado por Langhorne Bond, jefe de la Administración Federal de Aviación bajo el presidente demócrata Jimmy Carter.

Piquete de huelga de PATCO en el Aeropuerto Internacional de Oakland, California (WSWS Media)

La AFL-CIO le garantizó al Gobierno de Regan que no haría nada en respuesta a las acciones rompehuelgas y antisindicales del Gobierno. Ante la presión de los trabajadores para convocar una huelga más amplia en apoyo a PATCO, el presidente de la AFL-CIO, Lane Kirkland, dijo a inicios de la lucha que se oponía “a cualquier cosa que represente castigar, herir o generar inconveniencias para el público general por los pecados o transgresiones del Gobierno de Reagan”. Reagan confiaba tanto en la connivencia de los burócratas sindicales que declaró un ultimátum de regreso al trabajo el 3 de agosto aún cuando el Consejo Ejecutivo de la AFL-CIO se reunía en el Hotel Hyatt Regency en Chicago.

La Workers League [Liga Obrera], la organización estadounidense en solidaridad con el Comité Internacional de la Cuarta Internacional y predecesora del Partido Socialista por la Igualdad, desempeñó un papel prominente durante la huelga de PATCO. Su defensa de los huelguistas arrestados le ganó a la Workers League el apoyo de muchos trabajadores de PATCO. Varios líderes importantes de las bases se unieron a la Workers League. Los reporteros del Bulletin, el periódico de la Workers League y predecesor del World Socialist Web Site, entrevistaron a incontables huelguistas y sus familiares en ciudades de todo el país. La cobertura y las entrevistas contenidas en el Bulletin ofrecieron con creces la crónica más importante y detallada de la huelga de PATCO. Es imposible entender la huelga o su resultado sin este archivo.

La Workers League llamó persistentemente a que la lucha fuera expandida para que abarcara toda la clase obrera. Insistió en que las condiciones para expandir la huelga podían desarrollarse a través de una lucha política contra la burocracia sindical y el Partido Demócrata. La Workers League planteó la demanda de un Congreso Laboral de emergencia para reunir a los trabajadores sindicalizados y a secciones no organizadas de la población obrera, con el propósito de preparar una huelga general y el establecimiento de un Partido Laborista basado en los sindicatos para luchar por un Gobierno obrero y políticas socialistas. Sin la iniciación de esta lucha, declaró el partido, era imposible ganar la huelga de PATCO. Pero si se permitía que la huelga de PATCO permaneciera aislada y fuera derrotada, advirtió además la Workers League, prepararía el escenario para un ataque directo contra toda la clase obrera en su conjunto.

Huelguistas de PATCO en el Aeropuerto Internacional de Detroit (WSWS Media)

Mientras que prevalecía un sentido de solidaridad militante entre los trabajadores, junto al deseo de un enfrentamiento definitivo contra el Gobierno de Reagan, no se entendió ampliamente que era necesario que la lucha estuviera guiada por concepciones políticas socialistas. Esto fue a su vez el producto de varios procesos históricos prolongados. Para los años ochenta, las décadas de anticomunismo promovidas por la AFL-CIO previnieron que muchos trabajadores contaran con el conocimiento de ciertas experiencias históricas clave, como el papel decisivo que asumieron los socialistas en la construcción del movimiento sindical industrial de la década de 1930.

La destrucción de PATCO organizada por el Gobierno le daba la señal a la patronal de que emprendiera un ataque masivo contra todo el movimiento obrero. Durante la década siguiente, se llevaron a cabo operaciones rompehuelgas y antisindicales en todos los sectores de la economía, incluyendo el transporte aéreo y terrestre, automotriz, siderúrgico, minero del carbón, de ventas minoristas, ropa, textiles, y muchos más. La derrota de PATCO sentó un patrón para todas las huelgas siguientes en los años ochenta e inicios de los noventa. En Phelps Dodge, Greyhound, United Airlines, AT Massey, Hormel, Caterpillar, entre otras empresas, los trabajadores llevaron a cabo luchas militantes y amargas. Las huelgas en el periodo no fueron derrotadas por falta de combate, sino que la burocracia sindical aisló, desmoralizó y derrotó a los huelguistas en cada instancia.

De esta manera, la traición de PATCO marcó el colapso de los sindicatos y su transformación expedita en agencias de las corporaciones y el Estado. La transformación de los sindicatos en entidades empresariales ocurrió durante la década de 1980. Pero no podía llevarse a cabo sin aplastar la resistencia de la clase obrera y depurar a los trabajadores militantes. Los trabajadores victimizados de PATCO fueron los primeros mártires de la traición final de la burocracia sindical.

Nunca ha habido una época dorada del sindicalismo estadounidense. Los oficiales sindicales siempre han distanciado los intereses de las burocracias que sirven y los de las bases obreras que dicen representar. La historia laboral está plagada de carreras de trabajadores que eran militantes y de mentalidad socialista pero que, al descubrir la manera de abandonar las líneas de producción y tener puestos acomodados en el aparato sindical, se olvidaron rápido de sus días de lucha. Fueron sumamente pocos los que podían decir, junto al socialista pionero Eugene Debs, quien rechazó a la burocracia, “Cuando me levanto es con las bases y no alejándome de ellas”.

Y, sin embargo, en un periodo anterior, pese a su merecida reputación de corrupción y anticomunismo vicioso, la burocracia sindical estadounidense sentía que su posición y riqueza provenían de los trabajadores. Los oficiales sindicales querían alejar a los trabajadores de los piquetes de huelga y mantenerlos trabajando bajo contrato, pero también era cierto que las arcas de los sindicatos dependían de las cuotas de los trabajadores. Antes de que la globalización de la producción económica socavara de forma terminal las organizaciones laborales de base nacional, es decir, hasta los años setenta, las bases podían obligar a los sindicatos a buscar mejores en sus salarios, prestaciones y condiciones de seguridad a través de huelgas, o bien la amenaza de irse a la huelga. Los conflictos laborales eran un aspecto diario de la vida social estadounidense.

Huelguistas de PATCO del área de la ciudad de Nueva York durante los primeros días de huelga en East Meadow, Long Island (WSWS Media)

Pero a raíz de los eventos de PATCO, los sindicatos, allí donde aún existían, se convirtieron en los instrumentos mediante los cuales se les impusieron a los trabajadores los recortes salariales, las concesiones de prestaciones y otras exigencias empresariales y gubernamentales. Mientras tanto, el aparato sindical se blindó frente a la caída del número de afiliados aferrándose a muchas nuevas fuentes de ingresos derivadas de las operaciones empresariales, como los centros de formación “conjuntos”, la gestión de los fondos de jubilación y asistencia sanitaria, los puestos en los centros de pensamiento sobre la competitividad e incluso los puestos en los directivos de las empresas. Ya no se puede decir que los sindicatos surgidos en los años 80 “representen” a los trabajadores como dice el diccionario. Su riqueza se basa ahora directamente en la explotación de los trabajadores.

La derrota de PATCO marca así el inicio de dos períodos distintos en la historia laboral estadounidense. Desde la década de 1930 hasta la de 1970, el movimiento sindical en EE.UU. contaba con una importante autoridad en la clase trabajadora. Las victorias de los sindicatos industriales en la década de 1930, el auge masivo de la clase obrera al final de la Segunda Guerra Mundial, la persistencia de la actividad huelguística a gran escala a lo largo de las décadas de 1950 y 1960, y la oleada de huelgas de finales de la década de 1960 hasta mediados de la década de 1970: estas luchas habían conseguido arrancar importantes concesiones a la clase dominante estadounidense, que era consciente del peligro de una revolución de la clase obrera como la que había tenido lugar en Rusia en 1917. En esta época se produjeron importantes mejoras en el nivel de vida, la ampliación de los derechos democráticos a los trabajadores negros del sur y la creación de un Estado de bienestar limitado.

Tras las aplastantes derrotas de los años 80, las huelgas prácticamente desaparecieron en EE.UU. La falta de una resistencia organizada de la clase obrera, a su vez, no hizo sino abrir el apetito de los capitalistas. Esto se refleja en la asombrosa concentración de la riqueza en EE.UU. que ha tenido lugar desde la década de 1970.

De manera constante, los niveles de ganancias de mediados del siglo veinte se revirtieron, un proceso que se aceleró después de la crisis financiera de 2008 y la llegada al poder de la Administración de Obama, y se intensificó una vez más con la respuesta de las Administraciones de Trump y Biden a la pandemia del COVID-19, con la entrega de billones de dólares a Wall Street y los súper ricos.

Cuarenta años después, está claro que PATCO fue uno de una serie de eventos internacionales que representaron una contrarrevolución de la clase dominante mundial contra la clase obrera. Presagió el colapso tanto de los sindicatos estadounidenses como de todas las burocracias sindicales y partidos políticos internacionales que se basaban en el nacionalismo y el compromiso de clases. El proceso que ha culminado en la transformación de los sindicatos estadounidenses en empresas comerciales tuvo su reflejo en la decisión de la burocracia estalinista de la Unión Soviética a finales de los años 80 de completar su misión contrarrevolucionaria liquidando las relaciones de propiedad establecidas por la Revolución de Octubre de 1917, restableciendo el capitalismo y disolviendo la Unión Soviética.

La importancia de la huelga de PATCO es bien comprendida en los círculos gobernantes. El presidente de la Reserva Federal de la época, Paul Volcker, recordó más tarde que “la acción más importante de la Administración [de Reagan] para ayudar a la lucha contra la inflación fue derrotar la huelga de los controladores aéreos”. El sustituto de Volcker al frente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, fue más allá, recordando en 2009 que el aplastamiento de la huelga por parte de Reagan fue “quizás el acto más importante” de su primer mandato. [2]

Presidente estadounidense Ronald Reagan y el presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, en la Casa Blanca en 1981 (fuente: Wikimedia Commons) [Photo: Reagan White House Photograph]

La ruptura de PATCO se entendió como el corolario de la irrupción del imperialismo estadounidense en el extranjero. Escribiendo sobre los posibles resultados de la huelga, Donald Devine, de la Administración de Reagan, explicaba que: “De gran importancia... los Gobiernos a nivel internacional han quedado muy impresionados con la fuerte posición del presidente en este asunto”.

Y días después del comienzo de la huelga, el Wall Street Journal editorializó que Reagan tuvo que imponerse a los controladores aéreos “por todo tipo de razones de gran alcance que no tienen absolutamente nada que ver con las relaciones entre la Administración Federal de Aviación y PATCO”. Las cuestiones más importantes, declaraba el editorial, eran “los compromisos de reconstruir la fuerza militar, restaurar la solidez del dólar, recortar los impuestos y las regulaciones, resistir al imperialismo soviético y frenar el salvaje ascenso del gasto federal”.

El Bulletin comentó el 11 de agosto de 1981 “En resumen, la clase dominante considera que la destrucción de PATCO es inseparable de su política capitalista general de defender el sistema de ganancias con un programa de militarismo desenfrenado a nivel internacional y de austeridad salvaje para la clase obrera dentro de Estados Unidos”. Los 40 años posteriores han confirmado este pronóstico.

Pero la supresión de cuatro décadas de las luchas de la clase obrera en Estados Unidos, y a nivel internacional, está llegando a su fin. Los trabajadores están empezando a contraatacar. Dondequiera que emprendan luchas, entrarán en conflicto con las entidades lucrativas que se siguen haciendo llamar “sindicatos”.

Este proceso inició una nueva etapa en 2021 con la formación de un comité de base por parte de trabajadores de Volvo Trucks en huelga en la planta New River Valley (NRV) en Dublin, Virginia, con el apoyo del Partido Socialista por la Igualdad y el World Socialist Web Site, a fin de avanzar una lucha tanto contra la empresa como contra el sindicato United Auto Workers (UAW).

El Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI), el movimiento trotskista mundial, es diferente de toda otra tendencia política del planeta en cuanto a la cuestión de los sindicatos. Todas las distintas tendencias pseudoizquierdistas, las cuales están vinculadas política, financiera y personalmente con el aparato oficial sindical, argumentan que los sindicatos pueden ser reformados para que representen, de alguna manera, los intereses de los trabajadores, a pesar de las cuatro décadas de evidencia histórica que demuestran lo contrario.

Los eventos en Volvo deben ser vistos como una exposición devastadora de este fraude. Ahí, los trabajadores rechazaron tres contratos presentados conjuntamente por el UAW y Volvo. Se mostraron preparados para librar una lucha formidable por mejores salarios y condiciones, antes de que el conglomerado internacional sueco, impulsado por el sindicato, impusiera a la fuerza y por medio de un fraude el tercer contrato en una cuarta votación. No obstante, los trabajadores de NRV, al intentar una y otra vez sacudirse el peso muerto del sindicato, han apuntado el camino a seguir.

Celebración del Día del Trabajo a inicios de septiembre de 1981, dominada por un contingente de huelguistas determinados de PATCO (WSWS Media)

Rosa Luxemburgo dijo que, para la clase obrera, “la experiencia histórica es su única maestra”. Continuó: “Su vía espinosa hacia la autoemancipación no solo está allanada por un sufrimiento inconmensurable, sino también por incontables errores. El objetivo de este viaje —su emancipación depende de ello— es si el proletariado puede aprender de sus propios errores”.

Extraer las lecciones de las derrotas del pasado es una cuestión de vida o muerte para los trabajadores que están entrando en lucha hoy día.

Con PATCO, la historia expuso que no era viable un movimiento laboral basado en el anticomunismo, la defensa del sistema de lucro y el nacionalismo. El objetivo de este repaso de la lucha de PATCO es extraer las principales lecciones políticas de esa experiencia para armar a los trabajadores con la perspectiva socialista necesaria para garantizar su victoria en las luchas de masas en las que están entrando en la actualidad.

Continuará

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Notas al pie de página: [1] Los estimados varían entre 500.000 por parte del Bulletin y el reportero laboral Joseph Goulden, a 400.000 por la alcaldía de Washington y varios diarios. El Servicio Nacional de Parques estimó 260.000. Incluso según esa cifra más baja, la marcha del Día de la Solidaridad fue más grande que la Marcha a Washington en defensa de los derechos civiles de 1963 y la manifestación de la moratoria para finalizar la Guerra de Vietnam de 1969.

[2] Minchin, Timothy J., Labor under Fire: A History of the AFL-CIO since 1979. Chapel Hill: The University of North Carolina Press, 2017: 71.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 2 de agosto de 2021)

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