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Perspectiva

El Gobierno de Biden a EE.UU.: prepárense para morir de COVID-19

Desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara la cepa ómicron (B.1.1.529) del COVID-19 como una “variante de preocupación” el viernes, los Gobiernos a nivel global esencialmente no han respondido con ninguna medida para detener su propagación global más allá de limitadas restricciones de viaje. Hasta el domingo en la noche, se habían secuenciado 159 casos de ómicron, alcanzando todos los continentes habitables excepto Sudamérica.

Falta mucho por conocer sobre dicha variante, pero los datos iniciales del sur de África indican que es posiblemente más transmisible que la variante delta, que a su vez es mucho más transmisible que la cepa original del SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19. En la provincia de Guateng, Sudáfrica, donde la mayoría de los casos de ómicron han sido detectados, las nuevas hospitalizaciones se triplicaron con creces en las últimas dos semanas. Dado que la variante ómicron posee más de 50 mutaciones, 32 de las cuales se encuentran en la proteína espiga o S del virus, muchos científicos han advertido que podría ser la más resistente a las vacunas hasta la fecha.

El Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, pausa durante una audiencia del Comité de Salud, Educación, Trabajo y Pensiones del Senado en Capitol Hill, 4 de noviembre de 2021 en Washington (AP Photo/Alex Brandon)

Considerando la falta de programas de secuenciación genética en EE.UU., es probable que la variante ómicron ya se esté propagando en el país sin ser detectada. Esto coincide con una ola cada vez más grande de la variante delta que ya se ha cobrado más de 165.000 vidas en el país durante los últimos cuatro meses tras infectar a millones.

La propagación veloz de la peligrosa variante nueva se ha enfrentado a demandas de científicos de medidas urgentes que detengan la transmisión de la enfermedad.

Pero, el Dr. Anthony Fauci, el principal asesor médico del presidente Biden, rechazó en varios programas televisivos matutinos el domingo cualquier medida de confinamiento e incluso la obligatoriedad de la vacunación o el uso de mascarillas para frenar la propagación de la variante ómicron y de la pandemia en general.

En condiciones en que más de 414.000 estadounidenses contrajeron oficialmente la variante delta en la última semana, Fauci le dijo a ABC News que era “demasiado temprano para decir” si tales medidas serían necesarias. Fauci dejó en claro que la postura de la Casa Blanca es que no se debería hacer nada hasta que la variante ómicron se esparza por todo el país.

Como ocurrió con el Gobierno de Trump a lo largo de 2020, el rechazo categórico de la Administración de Biden a estas medidas está motivado únicamente por consideraciones económicas. Cuando se divulgaron las noticias de los peligros de la variante ómicron el viernes, las bolsas de valores sufrieron su mayor caída en todo el año. En la Casa Blanca, las discusiones no tratan de salvar vidas, sino de lo que ocurrirá con Wall Street el lunes cómo retrasar cualquier acción hasta que se acabe la temporada de compras navideñas.

En el programa “Meet the Press” de NBC, Fauci declaró en los términos más categóricos que el Gobierno de Biden se opone a cualquier intento de eliminar o erradicar el COVID-19. Cuando el anfitrión Chuck Todd le preguntó, “¿Es bastante claro que ahora es endémico? Quiero decir, ¿cómo acaba esto de otra forma?”, Fauci replicó: “Sabes, ciertamente no vamos a erradicarlo. Solo hemos erradicado un virus y esa es la viruela. La eliminación significa que no está presente en el país, como nos pasa ahora con el polio y el sarampión. No creo que lleguemos ahí con esto”.

Fauci concordó con Todd en que el virus será “endémico” y reiteró el mantra anticientífico del Gobierno de Biden de que, por sí solas, las vacunas disminuirán las infecciones y las muertes a un nivel “aceptable”. “No va a desaparecer”, dijo. “Cuanto más lo reduzcamos, tanto mejor estaremos. Y lo bajas a ese punto cuando logras que la gran mayoría de la población se vacune y reciba el refuerzo. Así que, como he dicho muchas veces, Chuck, está bajo nuestro control cómo viviremos con el virus”.

Estas declaraciones y la respuesta general del Gobierno de Biden a la variante ómicron fueron contundentemente denunciadas por los científicos más destacados. El Dr. Jorge Caballero, antiguamente de la Universidad de Standford, tuiteó un segmento de la entrevista y comentó, “He visto lo suficiente. Necesitamos cambios estratégicos audaces y el Equipo de Respuesta al COVID de la Casa Blanca no está dispuesto a cumplir con la tarea”.

Fauci ha ejercido como director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID, por sus siglas en inglés) desde 1984 y es un representante y cuenta con la confianza de la clase gobernante estadounidense. Su oposición explícita a la eliminación y erradicación conscientemente desafía el apoyo cada vez mayor a estas estrategias en la clase obrera y entre los científicos con mejor visión del futuro.

La estrategia de eliminación, que el World Socialist Web Site ha promovido continuamente, implica la implementación universal de todas las medidas de salud pública, incluyendo pruebas masivas, rastreo de contactos, el aislamiento seguro de los pacientes infectados, el uso de mascarillas de alta calidad, una mejor ventilación, restricciones de viajes, la vacunación rápida de la población mundial y el cierre temporal de todas las escuelas y los lugares de trabajo no esenciales con una protección plena a los ingresos de todos los trabajadores afectados. El país más grande que ha logrado aplicar con éxito esta estrategia es China, que ha sofocado continuamente brotes menores en una población de más de 1,4 mil millones desde que eliminó efectivamente el virus en marzo de 2020.

La oposición manifiesta de la Administración de Biden a esta estrategia está arraigada en intereses de clase definidos. La clase gobernante estadounidense ha adoptado abiertamente una política homicida que saben que conducirá a más muertes masivas. Han aceptado la aparición de una nueva causa de muerte que es completamente prevenible, el SARS-CoV-2 y sus cepas, y que seguirá evolucionando y volviéndose más peligrosa a menos que se elimine el virus.

Sectores importantes de la élite gobernante perciben la muerte por COVID-19 de los trabajadores mayores y jubilados como algo bueno. Por varios años antes de la pandemia, hubo varios llamados para reducir el costo de las pensiones, los servicios sociales y el cuidado médico al reducir la esperanza de vida. La formulación más explícita de estos objetivos apareció en un artículo de Ezekiel Emanuel publicado en 2014 por The Atlantic y titulado, “Por qué quiero morir a los 75”. El artículo llevaba el subtítulo, “Un argumento de que la sociedad y las familias —y usted— estarán mejor si la naturaleza toma su curso con prontitud y rapidez”.

Emanuel, quien perteneció brevemente a la junta asesora de Biden sobre el COVID-19, está cumpliendo su deseo. En solo el primer año de la pandemia, la esperanza de vida cayó 2,2 años para los hombres adultos en EE.UU., la peor disminución desde que comenzaron los registros oficiales en 1933.

En todos sus aspectos esenciales, el Gobierno de Biden ha continuado las políticas pandémicas de la Administración de Trump. Después de obligar la apertura de escuelas en las principales ciudades gobernadas por los demócratas a lo largo de la primavera, Biden desalentó el uso de mascarillas y el distanciamiento social y presidió el final de la moratoria federal sobre desahucios, mientras que se inclinó en las vacunas como si fueran una solución mágica para prevenir nuevos contagios. La ola de la cepa delta ya había demostrado en junio que esta estrategia era completamente inútil, pero la Casa Blanca insistió en su enfoque limitado a las vacunas, lo que preparó el escenario para el desastre en marcha.

La oposición abierta del Gobierno de Biden a la eliminación del COVID-19 frente a una nueva y mortal ola de la pandemia demuestra la indolencia de los Gobiernos capitalistas de todo el mundo a las demandas de los científicos y el público de preservar la vida humana. La aparición de la variante ómicron demuestra que aquellos en el poder seguirán permitiendo que las masas se infecten y que el virus mute hasta que se agoten las letras griegas, pese a las consecuencias potencialmente catastróficas de cada variante nueva.

Ante todo, la oligarquía financiera teme que se desarrolle un movimiento en la clase obrera que exija confinamientos similares a la ola de huelgas salvajes que causó los confinamientos iniciales en marzo de 2020. El cierre de las escuelas y los lugares de trabajo no esenciales, que podría salvar millones de vidas si se emprendiera como parte de una estrategia integral de eliminación global, podría limitar la extracción de la plusvalía que yace en el seno del proceso de producción capitalista. No puede tolerar ninguna afectación a la acumulación de riqueza personal de los milmillonarios, quienes han acaparado más de $2 billones desde el comienzo de la pandemia.

Siguiendo a los científicos más destacados del mundo, el WSWS ha advertido continuamente que la única manera de prevenir el desarrollo de variantes más peligrosas como la ómicron es a través de una estrategia que busque eliminar progresivamente el virus en cada país hasta que la transmisión entre humanos llegue a su fin. El punto de partida de esta estrategia es un rechazo popular a las políticas implementadas hasta la fecha, incluyendo la “inmunidad colectiva”, y a la idea de que las políticas de “mitigación” como depender únicamente de las vacunas acabarán con la pandemia.

Por definición, no existe una solución nacional a la pandemia. Los trabajadores deben tomar la batalla para eliminar el COVID-19 en sus propias manos y ésta debe coordinarse globalmente. El principio rector de este movimiento masivo, que involucra a millones de trabajadores, jóvenes y sectores progresistas de la clase media, es que las vidas humanas deben priorizarse incondicionalmente frente a las ganancias empresariales.

La lucha por eliminar el COVID-19 a nivel global exige la exposición más exhaustiva de los intereses financieros que han determinado las políticas a lo largo de la pandemia. Por esta razón, la Investigación Global de los Trabajadores sobre la Pandemia de COVID-19 convocada por el World Socialist Web Site es tan crítica y debe avanzarse sistemáticamente en todos los países. Los mismos criminales responsables de las políticas que han matado más de 12 millones de personas en todo el mundo están amenazando con permitir otra ola global de muertes masivas. Esto debe parar y los responsables deben ser sometidos a una rendición de cuentas.

(Publicado originalmente en inglés el 28 de noviembre de 2021)

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