El abrumador voto en la Cámara de Representantes de EE.UU. la noche del martes aprobando casi $40 mil millones en ayuda militar y financiera a Ucrania es un hito. Demuestra el compromiso del Gobierno de Biden con suministrar recursos prácticamente ilimitados para una guerra que amenaza con sumir el mundo en un holocausto nuclear. Tras haber presionado sin tregua al régimen de Vladímir Putin a lo largo de dos décadas de expansión de la OTAN hacia el este y armando a Ucrania hasta los dientes para una guerra por delegación contra Rusia, el imperialismo estadounidense se precipita de forma temeraria, sin importar el peligro de provocar una Tercera Guerra Mundial.
Como lo advirtió el Consejo Editorial del WSWS en una declaración el 27 de abril: “Los objetivos de la guerra han quedado claros. La carnicería en Ucrania no fue provocada para defender su derecho formal a unirse a la OTAN, sino que fue preparada, instigada e intensificada enormemente para destruir Rusia, para que deje de ser una fuerza militar significativa y derrocar su Gobierno. Ucrania es un títere en este conflicto y su población es la carne de cañón”.
El fin de la intervención de EE.UU. y la OTAN no es únicamente obtener acceso a los vastos recursos de Rusia como su petróleo, gas e incontables minerales de importancia estratégica. Washington percibe la eliminación de Moscú como un importante obstáculo estratégico como un paso decisivo hacia su objetivo final: un enfrentamiento militar con China para establecer su dominio sobre todo el continente euroasiático.
Las implicaciones nacionales de la guerra en Ucrania para la clase obrera en EE.UU. no tienen una importancia histórica menor. Es el pueblo trabajador el que pagará por la guerra, así como han pagado por todos los actos de agresión extranjera del imperialismo estadounidense.
El proyecto de ley de $40 mil millones aprobado por la Cámara de Representantes y que se espera que sea aprobado por el Senado en cuestión de días eleva a $53 mil millones la impactante suma asignada para la guerra en Ucrania en menos de tres meses. Este nuevo gasto es mayor que el presupuesto total de los Cuerpos de Marines de EE.UU. Supera los presupuestos totales de cinco departamentos federales y de todas las agencias federales independientes combinadas. Es mayor al gasto federal en vivienda y para las personas sintecho y más que el gasto estatal y federal total en salud pública.
¿Qué se podría costear con $53 mil millones si se dedicaran a las necesidades de los trabajadores? Con ello, se podría contratar a 500.000 maestros con un salario y prestaciones de $106.000 por año, o una cifra similar de enfermeros. Podría significar un aumento de $6.000 a todos los enfermeros, maestros y trabajadores de los hogares de ancianos en Estados Unidos (9,25 millones de trabajadores). Le podría suministrar $1.000 a cada trabajador en el país que gana menos de $15 por hora (52 millones de trabajadores).
Por supuesto, ninguna de estas cosas ocurrirá porque el Gobierno estadounidense no vela por los intereses de los trabajadores, sino de la aristocracia financiera.
Los demócratas en la Cámara de Representantes votaron de forma unánime a favor de los fondos para la guerra en Ucrania: 219 a 0. Esto tiene una importancia política colosal. El Partido Demócrata se ha convertido en el partido de la guerra del imperialismo estadounidense. En este sentido, no existe una diferencia entre los “Demócratas de la CIA” —los nuevos congresistas en 2018 provenientes de la CIA, el Pentágono o el Departamento de Estado— o aquellos que se identifican nominalmente de “izquierda”, el ala Bernie Sanders del partido.
Los cuatro diputados que pertenecen a los Socialistas Democráticos de EE.UU. (DSA, por sus siglas en inglés), Alexandria Ocasio-Cortez, Rashida Tlaib, Cori Bush y Jamaal Bowman, votaron a favor del desembolso para la guerra en Ucrania. No representan el socialismo, sino un ala “de izquierda” del Departamento de Estado y la CIA. No hablan en nombre de la clase obrera, sino de secciones privilegiadas de la clase media-alta, donde el frenesí de guerra de la burguesía estadounidense ha encontrado un firme apoyo.
El voto unánime de los demócratas pone de relieve el significado real de la “oposición” demócrata a Trump durante sus cuatro años en la Casa Blanca. La única objeción auténtica de los demócratas a las políticas del Gobierno de Trump fue su negativa a proseguir la campaña antirrusa que Obama inició a través del derrocamiento patrocinado por la CIA del Gobierno electo en Ucrania en 2014 y la instalación de regímenes virulentamente antirrusos encabezados por Petro Poroshenko (2014-2019) y Volodímir Zelenski, quien asumió la presidencia en 2019.
Los demócratas instigaron la investigación de Mueller sobre las mentiras de que Rusia fue responsable de la victoria electoral de Trump en 2016 y de que Trump era un títere ruso. Esto fue seguido por el primer juicio político de Trump en 2019, que se basó en su breve retraso en el envío de asistencia militar a Ucrania para presionar a Zelenski a que le ayudara a ser reelegido sacando los trapos sucios de Biden a la luz.
El apoyo del Partido Demócrata a la guerra en Ucrania es generalizado. El senador de Vermont “socialista democrático” y alguna vez partidario de una “revolución democrática”, Bernie Sanders hizo una declaración urgiendo acciones inmediatas para entregar armas y dinero a Kiev. “Siempre deberíamos tener un debate”, afirmó, “pero el problema es que Ucrania está en medio de una guerra muy intensa en este momento. Creo que cada día cuenta y creo que debemos responder de la forma más fuerte y vigorosa a nuestro alcance”.
La presidenta de la cámara baja, Nancy Pelosi, representando la élite de su partido, declaró durante el debate sobre la legislación: “Cuando estés en casa pensando de qué se trata todo esto [los $40 mil millones], tan solo piensa ‘Porque tuve hambre y me diste de comer’ del evangelio de Mateo”.
La respuesta apropiada de los trabajadores al evangelio de Pelosi sería: “Porque tuve hambre, gastaste el dinero en armas, no manteca”.
Antes del voto, el presidente Biden declaró desde la Casa Blanca que combatir la inflación es su “prioridad nacional más importante”. En otras palabras, es menor a la prioridad imperiosa de la seguridad nacional que consiste en derrotar a Rusia en Ucrania para que EE.UU. y la OTAN puedan emprender su ofensiva para instalar un régimen títere en Moscú o desintegrar el país en sí.
La inflación está devastando los niveles de vida de los trabajadores. Según un análisis, el hogar promedio estadounidense tendrá que pagar casi $2.000 más en gasolina en 2022 y $1.000 más en comida, sin mencionar los alquileres e hipotecas cada vez mayores dado el aumento en los tipos de interés realizado por la Reserva Federal, entre otras alzas en costos.
Los precios no están siendo impulsados por el monstruoso demonio de Vladímir Putin, como alega Biden, sino por las políticas de los Gobiernos de Trump y Biden y las medidas de la Reserva Federal para defender la riqueza y los ingresos de la aristocracia financiera.
En particular, la decisión de la Reserva Federal de bombear $4 billones en los mercados financieros en marzo de 2020 —cuando se “congeló” el mercado de bonos del Tesoro por el pánico causado por el inicio de la pandemia de COVID-19— está impulsando el alza explosiva en los precios. Esta fue la culminación de una política de la Reserva Federal que se remonta a la crisis de Wall Street de 2009 y cuyo objetivo era apuntalar el sistema financiero y salvar las fortunas de los superricos sin importar el impacto en los trabajadores que componen la gran mayoría de la población.
Existe un vínculo intrínseco entre la guerra en el exterior y los ataques a la clase obrera en casa. La clase gobernante no puede llevar a cabo una sin la otra. Los trabajadores deben reconocer este hecho ahora que están entrando en lucha por el impacto de la inflación en sus niveles de vida.
La militancia cada vez mayor de los trabajadores se refleja en acciones como la poderosa votación de los trabajadores automotores rechazando el contrato en Detroit Diesel promovido por el sindicato UAW, así como la serie de huelgas de los trabajadores de la salud en California. Este movimiento de clase debe conectarse a una oposición de clase a la guerra imperialista.
Solo se puede construir un poderoso movimiento antibélico contra el imperialismo estadounidense si se basa en la clase obrera. El WSWS urge a los trabajadores a asumir esta lucha política con base en un programa socialista e internacionalista.
(Publicado originalmente en inglés el 11 de mayo de 2022)