El lunes, la Oficina de Gestión de Emergencias (OEM, por sus siglas en inglés) de la ciudad de Nueva York publicó un anuncio de servicio público de 90 segundos dando instrucciones a sus residentes sobre qué hacer en un ataque nuclear en la urbe más grande del continente americano.
El vídeo comienza narrando, “Así que hubo un ataque nuclear. No me pregunten cómo ni por qué, solo sepan que el gran ataque llegó”.
La narradora, en lo que parece ser un edificio de lujo sin daños, sugiere: “Entren”, “Quédense adentro” y esperen hasta recibir más instrucciones.
El aviso incluye “darse una ducha con jabón y champú” y “mantenerse sintonizado” a través de la aplicación móvil en internet “Notify NYC”. El vídeo concluye con la narradora despidiéndose “¿De acuerdo? Ustedes lo pueden hacer”, antes de salir de la pantalla.
Todo en el video, incluyendo su narración casual y sus consejos triviales, es completamente absurdo.
En caso de un ataque nuclear en la ciudad de Nueva York, no habrá edificios para refugiarse, ni agua para bañarse y ciertamente no habrá internet para recibir notificaciones móviles.
En primera instancia, parecería que las personas que solicitaron y publicaron el video no tienen ni la menor idea de lo que dicen.
Pero un video como este sobre cuestiones críticas de defensa civil tan solo pudo haber sido producido tras consultas con los niveles más altos del Pentágono y el Gobierno estadounidense. Su carácter absurdo no se debe a la ignorancia sino al engaño. Su objetivo es aclimatar al público a la idea de una guerra nuclear mientras oculta la horrible realidad que implicaría.
Un ataque nuclear en la ciudad de Nueva York sería parte de un conflicto termonuclear de plena escala, involucrando el lanzamiento de miles de ojivas contra ciudades e infraestructura en todo EE.UU. y el mundo.
Tal acontecimiento haría que los atentados del 11 de septiembre se vean minúsculos. Caerían múltiples ojivas termonucleares en la ciudad y sus alrededores y cada una tendría un rendimiento más de cien veces superior a la bomba nuclear “Fat Man” que destruyó Hiroshima.
En tal situación, todo el paisaje urbano de Nueva York quedaría arrasado y en llamas, matando a casi todos los que se intenten refugiar en los rascacielos de la metrópolis. Aquellos que sobrevivan de alguna manera en los refugios subterráneos no solo se enfrentarían al colapso de la agricultura y el comercio, sino que los efectos permanentes de la radiación nuclear los seguirían matando y discapacitando año tras año.
Un conflicto nuclear entre Rusia y EE.UU. “lanzaría hollín y humo a la atmósfera superior que bloquearía la luz del sol, resultando en la pérdida de las cosechas en todo el mundo”, según concluyó un estudio publicado por la Universidad Estatal de Luisiana el mes pasado.
El estudio halló que tal intercambio reduciría las temperaturas globales aproximadamente 13 grados, más que el último periodo glacial que finalizó hace 11.700 años.
La glaciación global provocada por una guerra nuclear entre Rusia y EE.UU. diezmaría a la población de todos los rincones del planeta, incluso a los habitantes de las islas más remotas del Pacífico y de la selva más profunda del Amazonas. En otras palabras, la situación representada en el anuncio de servicio público sería el fin de la civilización humana.
El anuncio comienza declarando “No me pregunten cómo ni por qué”. Pero, ante una posibilidad tan atroz, la población claramente debe preguntar “cómo” y “por qué” antes de que sea demasiado tarde.
Lo que no ha sido explicado del todo es por qué la Oficina de Gestión de Emergencia de la ciudad más grande del continente americano decidió que este era un momento apropiado para publicar su primer anuncio de servicio público sobre una guerra nuclear en décadas.
“En la medida en que sigue evolucionando la situación de riesgos, es importante que los neoyorquinos sepan que nos estamos preparando para cualquier amenaza inminente y les estamos suministrando los recursos que necesitan para mantenerse seguros e informados”, dijo el comisionado de Gestión de Emergencias de la ciudad de Nueva York, Zach Iscol.
Cuando un reportero le preguntó al alcalde neoyorquino Eric Adams sobre el momento en que se emite este anuncio y “si hay algo que deberíamos saber”, respondió que el anuncio fue publicado ante “los ataques en Ucrania” y añadió en un comunicado que “se trata realmente de tomar los pasos necesarios después de lo que ocurrió en Ucrania”.
Pero estas declaraciones evasivas no hacen más que plantear otras preguntas. ¿Las instrucciones para la creación de este anuncio vinieron del Gobierno federal? ¿Harán otras ciudades anuncios similares? ¿Quién propuso la publicación de este vídeo?
Desde cualquier punto de vista, la publicación de un vídeo de este tipo es un acontecimiento noticioso importante. Su publicación solo puede significar que los funcionarios de la ciudad de Nueva York, actuando con base en información que recibieron de Washington, creen que una guerra nuclear es ahora un peligro claro e incluso inminente.
La realidad es que este vídeo forma parte de un esfuerzo sistemático por aclimatar al público a los planes del Gobierno estadounidense para una guerra nuclear.
El anuncio se emitió apenas dos semanas después de una cumbre de la OTAN en la que EE.UU. y otros aliados de la OTAN anunciaron planes para una “guerra de alta intensidad.... contra competidores con armas nucleares”, incluyendo Rusia y China.
Esta declaración abierta de los planes para una guerra nuclear sigue a años en que se ha expandido el arsenal nuclear de Estados Unidos y en que se han desmantelado sistemáticamente todas las restricciones internacionales restantes sobre el uso y el despliegue de las armas nucleares.
En 2018, la Administración de Trump se retiró del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio para permitir que Estados Unidos cerque a Rusia y China con armas nucleares de corto alcance capaces de alcanzar sus grandes ciudades en cuestión de minutos. Esto fue acompañado por una expansión masiva del programa de modernización nuclear de Estados Unidos, cuyo coste se disparó posteriormente a casi 2 billones de dólares.
La Administración de Biden ha redoblado los preparativos nucleares de sus predecesores. El presupuesto propuesto por Biden para 2023 exige la creación de nuevas versiones de cada uno de los sistemas de armas de la “tríada” nuclear estadounidense.
Al aumentar sistemáticamente sus fuerzas nucleares, destruir los acuerdos internacionales de control de armas y provocar imprudentemente conflictos con las potencias nucleares de Rusia y China, Estados Unidos está poniendo a su propia población y a la del mundo en gran peligro.
La semana pasada, el Pentágono dio lo que fue en efecto una luz verde pública para que Ucrania atacara Crimea, una acción que los analistas han advertido que podría desencadenar represalias nucleares por parte de Rusia.
A medida que Estados Unidos intensifica su guerra con Rusia, los generales estadounidenses declaran públicamente que la población debe aceptar la posibilidad de una guerra nuclear.
“Hemos estado tan preocupados por las armas nucleares y la Tercera Guerra Mundial que nos hemos dejado disuadir por completo”, declaró en abril el teniente general Frederick B. Hodges, ex alto comandante del ejército estadounidense en Europa. Se quejó: “Nos hemos dejado disuadir por un miedo exagerado a lo que podría pasar”.
La carrera armamentística nuclear de Washington y su escalada bélica con Rusia y el conflicto con China son el resultado de un impulso de décadas de la clase dominante estadounidense por la hegemonía global a través de la guerra, que ya ha llevado a la destrucción de Irak, Afganistán, Libia y Siria. Ahora, ante una crisis social, económica y política de la que no ve salida, la clase gobernante está intensificando temerariamente los conflictos que amenazan con conducir a una guerra nuclear.
Como ha demostrado la respuesta homicida del capitalismo estadounidense a la pandemia, la clase dominante estadounidense es capaz de sacrificar la vida de millones de estadounidenses en pos de sus objetivos.
Detener los objetivos bélicos temerarios y homicidas del imperialismo estadounidense requiere la intervención política consciente de la clase obrera. En todo el país, los trabajadores están entrando en lucha contra el aumento del coste de la vida. En todo el mundo, los trabajadores deben emprender la lucha contra la guerra. Instamos a nuestros lectores que estén de acuerdo con esta perspectiva a que se pongan en contacto con nosotros hoy mismo.
(Publicado originalmente en inglés el 13 de julio de 2022)