El viernes por la noche, el Gobierno de Biden desclasificó un informe de inteligencia que reconoce que, después de tres años de investigaciones, no hallaron ninguna evidencia de que el SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19, fuera creado en un laboratorio por los científicos del Instituto de Virología de Wuhan (IVW) en China.
Esta admisión pone en evidencia los años de mentiras promovidas sin críticas por todo el espectro de la prensa y la élite política en Estados Unidos, alegando que China fabricó deliberadamente el virus que infectó al mundo y que mató a más de 20 millones de personas.
El informe revela que tres de los principales periódicos estadounidenses —el New York Times, el Washington Post y el Wall Street Journal — mintieron al afirmar que Estados Unidos tenía pruebas de que los investigadores del instituto habían sido hospitalizados con síntomas de COVID-19 antes del inicio de la pandemia y eran, por tanto, el proverbial 'paciente cero'.
El reporte declara que los síntomas de los investigadores “no permiten diagnosticar COVID-19” y que “pudieron haber sido causados por varias otras enfermedades y algunos síntomas no eran consistentes con el COVID-19”. En un pasaje crítico, declara: “No tenemos ninguna indicación de que alguno de estos investigadores haya sido hospitalizado por síntomas consistentes con COVID-19”.
El reporte afirma que el Instituto de Virología de Wuhan obtuvo muestras del SARS-CoV-2 cuando ya se había propagado ampliamente en la población e Wuhan, China, a fines de diciembre de 2019. “La información que disponen las agencias de inteligencia indica que el IVW obtuvo el SARS-CoV-2 a fines de diciembre de 2019, cuando los investigadores del IVW aislaron e identificaron el virus de las muestras de pacientes diagnosticados con una neumonía de causas desconocidas”.
El reporte concluye que “el SARS-Cov-2 no fue desarrollado como un arma biológica”.
El documento fue desclasificado por la Oficina de la Directora de Inteligencia Nacional (ODNI, por sus siglas en inglés) en respuesta a la Ley sobre los Orígenes del COVID-19 de 2023, que ordena que el Gobierno “desclasifique cualquier y toda información sobre… los investigadores del Instituto de Virología de Wuhan que se enfermaron en el otoño de 2019”, entre otras informaciones.
En los últimos tres años, los científicos han trabajado sistemáticamente para descubrir los orígenes de la pandemia de COVID-19 y han acumulado un cuerpo contundente de evidencia para concluir que el SARS-CoV-2 se “derramó” de los animales a los humanos, de la misma manera en que han comenzado todas las pandemias anteriores.
En julio de 2022, los científicos Michael Worobey, Kristian Andersen y otros rastrearon los brotes iniciales de COVID-19 a los puestos del mercado mojado de Huanan en Wuhan, demostrando que “se vendían mamíferos vivos susceptibles al SARS-CoV-2 en el mercado y que, dentro de éste, se vincularon muestras ambientales positivas al SARS-CoV-2 a los vendedores que vendían mamíferos vivos”.
A diferencia de esto y del gran conjunto de otras investigaciones concretas, factuales y científicamente fundamentadas, los promotores de la teoría conspirativa sobre el “laboratorio de Wuhan”, cuyas afirmaciones fueron reportadas sin críticas ni contexto en todos los periódicos nacionales de EE.UU., han basado sus afirmaciones en supuestas “filtraciones” a la prensa que decían que el Gobierno tenía evidencia de que el COVID-19 había sido creado por los humanos.
En específico, el New York Times, el Washington Post, y el Wall Street Journal publicaron afirmaciones basadas en “filtraciones” infundadas de que el Gobierno tenía evidencia de que los investigadores del IVW habían sido hospitalizados con síntomas propios del COVID-19.
La fuente de estas afirmaciones fue un artículo publicado el 23 de mayo de 2021 en el Wall Street Journal bajo el título “Informes de inteligencia sobre el personal enfermo en el laboratorio de Wuhan aviva los debates sobre los orígenes del COVID-19”.
El artículo declaraba, “Tres investigadores del Instituto de Virología de Wuhan en China se enfermaron tanto en noviembre de 2019 que buscaron atención hospitalaria, según un reporte previamente clasificado de la inteligencia estadounidense”.
El autor de este artículo fue Michael R. Gordon, cuyos reportes junto a Judith Miller en 2003 ayudaron a promover las mentiras del Gobierno de Bush de que Irak tenía armas de destrucción masiva, suministrando propaganda crítica para justificar el lanzamiento de la guerra de Irak.
El artículo de Gordon en mayo de 2021 fue aprovechado por los principales medios impresos, televisivos y de radio en EE.UU. para poner su propio sello de aprobación a la teoría conspirativa del “laboratorio de Wuhan”. En cuestión de 24 horas, la columna de verificación de hechos del Washington Post declaró que la teoría de “una fuga de laboratorio” era creíble.
En cuestión de una semana, el Post publicó una corrección a su artículo del 17 de febrero de 2020, intitulado “El senador Tom Cotton reproduce teoría marginal sobre los orígenes del coronavirus”, eliminando las descripciones de la teoría sobre “una fuga de laboratorio” como “refutada” y “una teoría de la conspiración”.
En otras palabras, la afirmación de que tres científicos fueron hospitalizados con síntomas de COVID-19 a fines de 2019 se volvió el eje sobre el cual todo el entramado de los medios estadounidenses giró para declarar que una narrativa completamente falsa era ahora “creíble”.
Esta afirmación ha sido completamente desmentida. El respaldo de los medios a la teoría conspirativa era un castillo de naipes construido sobre una mentira total.
Cabe notar que la Ley sobre los Orígenes del COVID-19 de 2023 fue introducida por el Josh Hawley, uno de los insurrectos del 6 de enero de 2021, y fue aprobada de forma unánime en el Congreso. El Gobierno de Biden la aclamó, declarando falsamente que “hay razones para creer que la pandemia de COVID-19 pudo haberse iniciado en el Instituto de Virología de Wuhan”. En otras palabras, esta teoría conspirativa derechista ha sido esencialmente adoptada como doctrina de Estado en EE.UU.
¿Qué explica la universalidad con la que esta mentira ha sido promovida por el Gobierno y los medios de comunicación estadounidenses?
La teoría conspirativa del Laboratorio de Wuhan fue creada por el ideólogo fascista Stephen K. Bannon y sus socios expatriados chinos de derecha en enero de 2020. Al mismo tiempo, la derecha fascista promovió la “inmunidad colectiva” ante la pandemia, abogando por la infección masiva de la población y la evisceración completa de la salud pública.
Desde la aparición de la variante ómicron, que es altamente infecciosa e inmunoevasiva, en noviembre de 2021, la Administración de Biden, con el apoyo de todos los medios de comunicación y la élite política de EE.UU., adoptó plenamente la estrategia de la “inmunidad colectiva”. Esto culminó el mes pasado cuando se declaró de forma anticientífica la emergencia de salud pública por COVID-19.
A pesar de que el muestreo de aguas residuales muestra niveles de COVID-19 comparables a los que existían en gran parte de 2020 y 2021, EE.UU. ha puesto fin a todos los informes de casos de COVID-19, mientras que el Gobierno y los medios de comunicación desalientan activamente el uso de mascarillas, que es una medida vital y barata para reducir la propagación de COVID-19 y otras enfermedades respiratorias.
Hay un dicho conocido que dice que, “si los axiomas geométricos afectaran los intereses humanos, se intentaría refutarlos”. En lo que respecta a la pandemia, la ciencia ha demostrado definitivamente que el SARS-CoV-2 no se creó en un laboratorio chino y que se pudo y se puede aplicar un programa integral para detener la propagación de este peligroso virus. Pero la clase dominante estadounidense y sus representantes en los medios de comunicación, que se han encaminado hacia una guerra con China y no pueden tolerar ningún obstáculo a su capacidad para lucrar, hacen todo lo posible para distorsionar y falsificar esta ciencia.
En su intento de convertir a los científicos en chivos expiatorios, el Gobierno y los medios de comunicación estadounidenses se han hundido en las profundidades más bajas de la superstición y de la quema de brujas, culpando a los científicos de la misma pandemia que predijeron e intentaron prevenir.
Si hoy se produjera un brote de la peste bubónica, la élite política estadounidense negaría su propagación a través de las ratas y declararía su oposición a contener la enfermedad con medidas sanitarias.
A pesar de que cada vez está más claro que la teoría conspirativa sobre el “laboratorio de Wuhan” es una mentira de principio a fin, las fuerzas fascistas que la promueven están intensificando su campaña para amenazar y demonizar a los científicos. El ejemplo más claro es la campaña vitriólica contra el vacunólogo Peter Hotez, un crítico abierto de la mentira del “laboratorio de Wuhan”.
¡Hay que poner fin a esta caza de brujas de la derecha! La defensa de los principios científicos que han sido rechazados por toda la cúpula política y mediática capitalista le corresponde a la clase obrera. Los trabajadores deben rechazar todos los intentos de convertir a los científicos en chivos expiatorios de la pandemia.
Los responsables de la muerte de más de 1,1 millones de estadounidenses y más de 20 millones de personas en todo el mundo no son los científicos que luchan por detener las enfermedades infecciosas, sino los Gobiernos y los oligarcas financieros que representan, que no hicieron nada mientras el COVID-19 arrasaba con la población.
(Publicado originalmente en inglés el 25 de junio de 2023)
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