Español
Perspectiva

Los CDC urgen a los pacientes infecciosos de COVID-19 que regresen al trabajo y las aulas

El viernes, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, sigla en inglés) emitieron nuevas directrices urgiendo a las personas con una infección activa de COVID-19 a regresar al trabajo y a clases, infectando a sus compañeros de trabajo y al público general.

Según estos lineamientos, se instará a los trabajadores a regresar al trabajo 24 horas después de su última fiebre, un periodo en el que la gran mayoría de los pacientes de COVID-19 sigue siendo infeccioso.

Esta normativa no está fundamentada del todo en consideraciones de salud pública. Tiene dos objetivos fundamentales. En primer lugar, busca garantizar que los trabajadores lleguen a su centro laboral a pesar de presentar una importante amenaza sanitaria a sus compañeros de trabajo y clientes, con tal de generar ganancias para las grandes corporaciones.

En segundo lugar, y no menos importante, al permitir la propagación ininterrumpida del COVID-19, el Gobierno estadounidense, que representa a la oligarquía financiera, busca reducir la esperanza de vida y crear las condiciones para que los adultos mayores y las personas inmunosuprimidas mueran temprano.

El cambio de las políticas de los CDC se implementa cuando el COVID-19 se propaga al nivel más alto para esta época del año en toda la pandemia y en condiciones en que todas las restricciones a la propagación del virus han sido eliminadas. Debido al abandono del monitoreo de la pandemia después de que el Gobierno de Biden levantara la declaración de emergencia de salud pública por COVID-19 en mayo pasado, ahora solo se puede seguir con los datos de las aguas residuales.

Datos de las muestras de aguas residuales de Biobot Analytics, mostrando que los niveles actuales del virus son mayores a cualquier año anterior de la pandemia en esta época del año. [Photo: Biobot Analytics’ data fra avløpsvann]

La nueva política de los CDC equipara el COVID-19 con el resto de los virus respiratorios, incluyendo enfermedades estacionales como la influenza y el virus respiratorio sincitial (VRS), animando a los infectados con estos patógenos a ir al trabajo y continuar sus actividades cotidianas.

Al menos una cuarta parte de los trabajadores estadounidenses no tiene licencias por enfermedad, que frecuentemente se les resta de sus días libres remunerados. En el sector privado, solo el 40 por ciento de los trabajadores más mal pagados tiene licencias por enfermedad. Ahora, los dueños y gerentes pueden citar las directrices de los CDC para exigir que sus empleados regresen a trabajar enfermos o arriesguen ser despedidos.

Todos los aspectos de las nuevas directrices van en contra de las verdades científicas holgadamente establecidas sobre el COVID-19: sin pruebas, los pacientes no pueden determinar por sí mismos si son o no infecciosos; un gran porcentaje de la transmisión de COVID-19 se produce a través de pacientes asintomáticos; la fiebre es solo uno de más de una docena de síntomas de COVID-19; y más del 20-40 por ciento de los pacientes con COVID-19 siguen siendo infecciosos después de cinco días, y algunos más de una semana.

Las directrices contrastan directamente con los principios básicos de la salud pública, cuyo objetivo es limitar la propagación de todos los patógenos y minimizar la carga de morbilidad y mortalidad que sufre la sociedad. En lugar de abogar por la ampliación de las licencias por enfermedad remuneradas para todos los trabajadores, la realización de pruebas masivas, el rastreo de contactos y otras medidas básicas de salud pública para el COVID-19, la gripe y el VRS, los CDC redujeron al mínimo su recomendación de aislamiento para todos los virus respiratorios, al tiempo que dejaron de fomentar en absoluto la realización de pruebas para el COVID-19.

Este es solo el último de una serie continua de cambios de normativas sin ningún fundamento científico por parte de los CDC, que se han desacreditado a los ojos de todos los científicos, médicos y activistas anti-COVID serios durante el transcurso de la pandemia.

Denunciando el cambio de directrices de los CDC, el Dr. Lucky Tran, comunicador científico de la Universidad de Columbia, declaró a Forbes: “Los cambios en las directrices de los CDC son en realidad el resultado de presiones políticas y corporativas. Es un cambio peligroso que va en contra de la ciencia, fomenta la propagación de la enfermedad y da prioridad a los intereses empresariales, facilitando la explotación de los trabajadores”.

La Dra. Ellie Murray, profesora adjunta de Epidemiología en la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Boston, declaró a CNN: “No es buena ciencia. No es buena salud pública. No proporciona a la gente información precisa”.

El Dr. Eric Topol, fundador y director del Scripps Research Translational Institute, también dijo a CNN: “La evidencia abrumadoramente abundante sobre este virus en los últimos 4 años nos dice que es un patógeno mucho más peligroso que la gripe, que carece de estacionalidad, sigue evolucionando, ha inducido COVID persistente en decenas de millones de personas en todo el mundo y no puede ser ‘gripalizado’”.

De hecho, los propios datos de los CDC, incluido su documento de “Antecedentes” que justifica el último cambio de política, dejan claro que el COVID-19 sigue siendo mucho más peligroso que la gripe, el VRS o cualquier otro virus estacional.

En la primera semana de febrero de 2024, cerca de 1.600 personas murieron de COVID-19. Desde el 26 de agosto de 2023, es decir, durante 24 semanas consecutivas o casi la mitad de un año, el número semanal de víctimas mortales se ha mantenido por encima de 1.000. Mientras que 5.748 personas murieron de gripe en todo 2023, más de 77.000 fallecieron de COVID-19.

Según el analista de datos Greg Travis, que mantiene el único registro de exceso de mortalidad por la pandemia de COVID-19 en EE.UU., las personas de entre 18 y 44 años siguen registrando un exceso de mortalidad de 20 por ciento por encima de los valores de referencia anteriores a la pandemia. Los menores de 18 años se han enfrentado a un exceso de mortalidad por COVID-19 cinco veces superior a las muertes por gripe. No solo se está sacrificando a los ancianos y los enfermos, sino también a los que están en la flor de la vida y a los que apenas acaban de empezar.

El exceso de mortalidad en adultos de 18 a 45 años en EE.UU. [Photo by Gregory Travis @greg_travis]

Según el rastreador de hospitalizaciones oficiales por COVID-19 de los CDC, durante la semana que finalizó el 24 de febrero de 2024, un total de 17.310 personas fueron ingresadas en hospitales de todo el país debido a infecciones por COVID-19, una cifra muy superior a la de cualquier otro virus respiratorio. El documento “Antecedentes” contiene un gráfico que señala que entre el 1 de octubre de 2022 y el 30 de septiembre de 2023, la tasa de hospitalización de 250 por cada 100.000 personas fue aproximadamente la mitad de las tasas del mismo periodo durante los dos años anteriores y siguieron eclipsando los ingresos hospitalarios por gripe y VRS.

Tasas de hospitalización por 100.000 personas por COVID-19, influenza y el virus respiratorio sincitial, del 1 de octubre al 30 de septiembre del año siguiente. [Photo: CDC]

Además, el SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19, evoluciona a un ritmo más rápido que cualquier otro patógeno respiratorio, produciendo constantemente nuevas variantes inmunoevasivas como la variante JN.1 o “Pirola” que se propagó rápidamente por todo el mundo este invierno.

Miles de estudios científicos han demostrado que el COVID-19 es capaz de dañar prácticamente todos los órganos del cuerpo, incluidos el corazón, los pulmones, los riñones y el cerebro, en proporciones muy superiores a las de la gripe u otros virus respiratorios. En la actualidad, más de 20 millones de estadounidenses de todas las edades padecen COVID persistente, además de cientos de millones más en todo el mundo.

Para justificar su cambio de política, los CDC falsifican los conocimientos científicos relativos al COVID persistente y minimizan el riesgo actual de esta afección a menudo horrible, afirmando en su documento “Antecedentes” que “la prevalencia del COVID persistente también parece estar disminuyendo”.

Sin embargo, los últimos datos del propio Centro Nacional de Estadísticas Sanitarias de los CDC, que realiza una encuesta periódica Pulse Survey de los hogares estadounidenses, indican que las tasas de COVID persistente se han disparado a niveles récord durante la actual ola invernal de la variante JN.1, que los científicos estiman que infectó a más de un tercio de la población estadounidense en los últimos meses.

En enero de 2024, el 17,6 por ciento de los adultos estadounidenses declararon haber tenido COVID persistente en algún momento de la pandemia, lo que equivale a casi 60 millones de estadounidenses.

El porcentaje de adultos estadounidenses que ha experimentado COVID persistente en algún momento según datos del Centro Nacional de Estadísticas de los CDC [Photo: National Center for Health Statistics. U.S. Census Bureau, Household Pulse Survey, 2022–2024. Long Covid. Generert interaktivt: fra https://www.cdc.gov/nchs/Covid19/pulse/long-Covid.htm]

En un artículo publicado esta semana en The Conversation, el Dr. Ziyad Al-Aly, investigador principal de COVID persistente en la Universidad de Washington en St. Louis, escribió:

Ahora hay abundantes pruebas de que una infección por el SARS-CoV-2 –el virus que causa el COVID-19— puede afectar la salud cerebral de muchas maneras. Además de la niebla mental, el COVID-19 puede provocar toda una serie de problemas, como dolores de cabeza, convulsiones, accidentes cerebrovasculares, problemas de sueño, hormigueo y parálisis nerviosa, así como diversos trastornos mentales.

Tras señalar que estos peligros han persistido con todas las variantes del SARS-CoV-2, el Dr. Al-Aly destacó estudios que muestran que los problemas de memoria son frecuentes, estudios radiológicos que demuestran que el cerebro se encoge tras una infección por COVID-19, un estudio que muestra que las infecciones leves a moderadas producen al menos siete años de envejecimiento cerebral e informes de autopsias que demuestran la presencia del SARS-CoV-2 en el tejido cerebral. Concluyó con los alarmantes resultados de un estudio reciente que mostraba que los pacientes de COVID-19 sufrían un descenso significativo en su coeficiente intelectual.

Ante la inacción del Gobierno y su criminalidad descarada, los pacientes de COVID persistente están organizando una protesta en el Lincoln Memorial de Washington DC, el 15 de marzo. Esta será la primera protesta de este tipo en los EE.UU. desde septiembre de 2022, cuando los pacientes y activistas se concentraron frente a la Casa Blanca para denunciar la mentira de Biden de que “la pandemia ha terminado”.

El World Socialist Web Site apoya la manifestación, que tiene lugar en condiciones en las que toda la élite política está ignorando y encubriendo los peligros actuales de la pandemia. El único candidato presidencial que se presenta a las elecciones estadounidenses de 2024 que se ha opuesto públicamente al último cambio de política de los CDC es Joseph Kishore, del Partido Socialista por la Igualdad, quien emitió una declaración en Twitter/X pocas horas después de la publicación de las nuevas directrices. Kishore escribió:

A lo largo de nuestra campaña, @jerrywhiteSEP y yo lucharemos por un programa de salud pública socialista en oposición a las políticas de infecciones, debilitamiento y muertes a escala masiva que defienden los demócratas y republicanos. Lucharemos por una gran expansión de la financiación para las investigaciones sobre COVID persistente, la remodelación de todos los espacios públicos para garantizar que tengan aire interior limpio, la educación científica del público para que todo el mundo sepa que el COVID es aéreo, y por una nueva Operación Warp Speed para crear vacunas nasales y de otro tipo que proporcionen inmunidad verdaderamente esterilizante a todas las variantes del SARS-CoV-2.

Loading Tweet ...
Tweet not loading? See it directly on Twitter

El último cambio de directrices de los CDC solo exacerbará el impacto del COVID-19 en la población estadounidense y mundial, y la clase obrera internacional sufrirá la peor parte. Dado que EE.UU. es el centro del capitalismo mundial, las políticas establecidas por los CDC se replicarán en todo el mundo, dondequiera que aún se mantenga un aislamiento limitado.

Es fundamental que la clase obrera internacional se oponga a este ataque a su derecho a un entorno seguro y saludable y luche por un programa de salud pública socialista para detener la propagación del COVID-19 y todas las enfermedades infecciosas en todo el mundo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 3 de marzo de 2024)

Loading