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Perspectiva

Bernie Sanders intenta desviar la oposición a Trump detrás del Partido Demócrata y en apoyo a la guerra con Rusia

El senador Bernie Sanders (independiente-Vermont) con el presidente Joe Biden en Concord, New Hampshire, el martes 22 de octubre de 2024. [AP Photo/Manuel Balce Ceneta]

La diatriba fascistizante de Donald Trump ante el Congreso el martes por la noche, seis semanas desde su inauguración, ha disgustado y enfadado a amplios sectores de la clase trabajadora y la juventud. Pero el rechazo por sí solo no basta. Es necesario hacer un análisis claro de qué y quién es responsable del regreso de Trump y el papel cumplido por las distintas tendencias políticas.

Como lo señaló el World Socialist Web Site en vísperas del discurso de Trump, “existen dos formas fundamentalmente diferentes de oposición al Gobierno de Trump”: la oposición de los trabajadores y jóvenes y la oposición de importantes sectores de la clase gobernante. Estos últimos están de acuerdo con los aspectos básicos de la política de Trump, particularmente su agenda doméstica, pero discrepan significativamente de varios puntos de su política exterior en torno a la guerra con Rusia.

En esta división, Bernie Sanders, junto con las diversas organizaciones dentro y alrededor del Partido Demócrata que lo han promovido, están firmemente del lado de la oposición de la clase dominante y se oponen a la de la clase trabajadora.

El martes, Sanders entregó su propia “refutación” a los comentarios de Trump. Su objetivo era encubrir el acuerdo esencial del Partido Demócrata con las políticas de austeridad social de Trump y los ataques a los derechos democráticos y desviar a la oposición social hacia el sistema bipartidista.

Sanders comenzó sus comentarios haciendo referencia a los niveles extremos de desigualdad social en los Estados Unidos, alegando que son causados únicamente por Trump y el Partido Republicano. “Las tres personas más ricas de Estados Unidos”, dijo Sanders, “las personas que Trump invitó a su toma de posesión, ahora poseen más riqueza que la mitad más pobre de nuestra sociedad”. Agregó: “Ya no nos estamos dirigiendo hacia una oligarquía. Vivimos en una oligarquía”.

Esta afirmación es bastante cierta, pero plantea una pregunta crucial: ¿de dónde vino esta oligarquía?

Durante cuatro años, el demócrata Joe Biden, a quien Sanders respaldó y defendió, presidió una transferencia masiva de riqueza a la oligarquía financiera, con las fortunas combinadas de los multimillonarios aumentando de $7 billones a $10 billones. El Gobierno de Biden rescató a Wall Street, suprimió los salarios y obligó a los trabajadores a regresar a lugares de trabajo inseguros durante la pandemia, lo que provocó cientos de miles de muertes evitables.

Sanders habló después de la respuesta oficial del Partido Demócrata al discurso de Trump, pronunciada por la senadora Elissa Slotkin, quien prometió ayudar a Trump a atacar los programas sociales fundamentales. “¿Quieres reducir el desperdicio? Te ayudaré a hacerlo”, declaró el exagente de la CIA.

En sus comentarios en respuesta a Trump, Sanders dijo: “No, no vamos a recortar el seguro social”, como si la representante oficial del Partido Demócrata no se hubiera comprometido a ayudar a Trump a recortar el gasto social. Bernie Sanders ha llevado a cabo el mismo juego político durante décadas, retratando las políticas de derecha del Partido Demócrata como lo contrario de lo que son y esperar que nadie se dé cuenta.

Además de encubrir las políticas de derecha de los demócratas, Sanders también encubrió el verdadero carácter del Gobierno de Trump. Nunca usó las palabras “fascista” ni “dictador” para describir a Trump. Menos de un día después de que Trump pidiera el arresto masivo de estudiantes y trabajadores que protesten el genocidio en Gaza, Sanders ni siquiera reconoció los ataques de Trump a la Primera Enmienda.

No mencionó, ni mucho menos se opuso, a lo que el propio Trump identificó como los pilares centrales de su Gobierno: la deportación masiva de inmigrantes y sus políticas comerciales proteccionistas. Esto no fue por accidente. Sanders se ha puesto del lado de figuras de extrema derecha como Steve Bannon al pedir el fin de las visas H-1B para trabajadores inmigrantes. También ha apoyado durante mucho tiempo los aranceles y el proteccionismo, afirmando falsamente que protegerían los empleos estadounidenses, y se ha comprometido repetidamente a “trabajar con Trump” en la implementación de tales políticas.

Sanders también promovió en sus comentarios el mismo aparato sindical que ha abrazado abiertamente las políticas proteccionistas de Trump. Este fue el mismo día en que Shawn Fain, jefe del sindicato United Auto Workers (UAW), declaró sobre las medidas de guerra comercial de Trump: “Nos complace ver a un presidente estadounidense tomar medidas agresivas para poner fin al desastre del libre comercio”.

Pero el aspecto más insidioso del discurso de Sanders fue su intento de vincular la oposición a Trump con el apoyo a la guerra imperialista, específicamente, la guerra entre Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en Ucrania.

“Por primera vez en nuestros 250 años de historia, tenemos un presidente que le da la espalda a la democracia y nos alía con el autoritarismo”, declaró Sanders. “No. No debemos abandonar al pueblo de Ucrania que fue invadido por el dictador ruso Vladimir Putin. Siempre debemos defender la democracia, no la dictadura”.

¿De qué está hablando? El siglo pasado, la mayor parte de la historia de Estados Unidos se ha caracterizado por una implacable violencia imperialista, desde la Guerra Hispano-Estadounidense y la brutal subyugación de Filipinas, hasta el bombardeo nuclear de Japón al final de la Segunda Guerra Mundial, hasta las guerras en Corea y Vietnam. La misma guerra que llevó a Sanders a la política, la guerra de Vietnam, mató a más de 3 millones de personas en el sudeste asiático en un intento sangriento de preservar la hegemonía estadounidense en Asia.

Mientras escalaba los rangos políticos, Sanders prestó su apoyo a múltiples guerras e intervenciones militares, ya sea directamente o a través de votos para su financiación. Respaldó la guerra de la OTAN de 1999 en Yugoslavia, la invasión estadounidense de Libia y la guerra en curso en Ucrania, que es un esfuerzo calculado de Washington para llevar a Rusia a un conflicto que “la desangre”. Bajo Biden, Estados Unidos ha canalizado cientos de miles de millones en una guerra por delegación que ha sacrificado cientos de miles de vidas ucranianas, todo para consolidar el control estadounidense sobre la masa continental euroasiática.

En cuanto a Ucrania, lejos de ser una democracia, el Gobierno de Volodímir Zelenski opera bajo la ley marcial y ha integrado a las fuerzas fascistas en los niveles más altos del Estado. Con el apoyo de los Estados Unidos, el presidente ucraniano Zelenski ha prohibido los partidos de oposición de izquierda, cancelado las elecciones y encarcelado a los opositores socialistas de la guerra y su régimen, especialmente al trotskista Bogdan Syrotiuk .

En los temas de política exterior, es decir, aquellos que son la verdadera preocupación del Partido Demócrata, los comentarios de Sanders estuvieron completamente en línea con los de Slotkin, criticando a Trump por no ser lo suficientemente agresivo contra Rusia y China.

Durante la última década, los trabajadores y los jóvenes han tenido una experiencia política significativa con Sanders. En 2016, se postuló para presidente bajo la bandera de una “revolución política”, solo para apoyar a Hillary Clinton, cuyas políticas derechistas, militaristas y proempresariales ayudaron a crear las condiciones para la primera elección de Trump. En 2020, repitió la misma rutina, cerrando su campaña temprano para respaldar a Biden.

En 2024, Sanders no se postuló, sino que se dedicó a promover a Biden, a quien llamó absurdamente el presidente más “progresista” desde Franklin Roosevelt, incluso cuando Biden supervisó medidas vastas de austeridad social intensificó las guerras estadounidenses en el extranjero y llamó abiertamente a mantener un “Partido Republicano fuerte”, allanando el camino para el regreso de Trump. Después de la retirada de Biden, Sanders respaldó a Kamala Harris.

La experiencia de Sanders no solo es instructiva sobre él como individuo, sino sobre toda una tendencia política. Desde el principio, Sanders fue promovido por una red de organizaciones de pseudoizquierda, incluidos los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés), que ayudaron a fomentar ilusiones de que los demócratas podrían ser empujados a la izquierda.

Esto es parte de un fenómeno global: la pseudoizquierda bloquea un movimiento socialista genuino mientras refuerza las políticas de guerra de la clase dominante y fortalece a la derecha. El Partido Laborista de Jeremy Corbyn en el Reino Unido, Syriza en Grecia y La Izquierda en Alemania fueron aclamados como alternativas de “izquierda”, solo para traicionar el descontento masivo y mantener a la oposición atrapada dentro del sistema capitalista. Arraigadas en sectores privilegiados de la clase media-alta, estas fuerzas no se oponen al capitalismo o al imperialismo, sino que trabajan para sofocar las luchas de la clase trabajadora. En todos los casos, han servido para fortalecer a la extrema derecha.

En su defensa del establishment político, Sanders busca presentar a Trump como una especie de aberración del curso “normal” del capitalismo, que afirma que es de paz, igualdad y democracia. De hecho, Trump es la máxima expresión del orden social capitalista que Sanders ha pasado su vida defendiendo y excusando. Como explicó Vladímir Lenin en su libro histórico El i mperialismo, el capitalismo “lucha por la dominación, no por la libertad”, y la oligarquía, el monopolio y la dominación de las colonias por las potencias imperialistas son las características más esenciales del sistema capitalista.

La lucha contra Trump no es una lucha por volver a una versión mítica “mejor” del imperialismo estadounidense, sino una lucha contra el propio sistema capitalista y la oligarquía que lo defiende.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 6 de marzo de 2024)