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La intervención en gran escala del Secretariado International (SI) pablista en Europa del Este en 1968-85 fue facilitada significativamente por la falta de clarificación política en la ruptura del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) con su sección francesa, la Organisation communiste internationaliste (OCI; Organización Comunista Internacionalista), en 1971, y la subsecuente degeneración de la sección británica, la Socialist Labour League (SLL; Liga Obrera Socialista), que se transformaría en el Workers Revolutionary Party (WRP, Partido Revolucionario de los Trabajadores) en 1973.
Bajo condiciones en las que muchas secciones del Comité Internacional habían sido prácticamente destruidas por el pablismo, la OCI era, junto a la SLL, la sección más experimentada del CICI en los años sesenta. Tras la reunificación sin principios de la sección estadounidense del CICI, el Socialist Workers Party (SWP; Partido de los Trabajadores Socialistas), con los pablistas en 1963, la SLL encabezada por Gerry Healy tomó la iniciativa de defender la continuidad del trotskismo en estos países y construir secciones del Comité Internacional en Sri Lanka y Estados Unidos en los ’60, y luego en Australia y Alemania a principios de los ’70.
Como parte de la división del trabajo dentro del CICI, la OCI asumió la gran responsabilidad de trabajar estrechamente con un grupo de simpatizantes húngaros encabezados por Michel Varga, además de supervisar el trabajo político en toda Europa Central y Oriental (incluyendo Alemania Occidental y Oriental).
Sin embargo, ya para 1966, ciertas diferencias de carácter fundamental entre la SLL y la OCI habían salido a la superficie. En el Tercer Congreso del CICI en abril de 1966, la OCI se adaptó a fuerzas que rechazaban abiertamente la lucha contra el pablismo como la base esencial de la continuidad histórica del Comité Internacional.
Mientras apoyaba a la SLL en la batalla contra estas fuerzas, la OCI insistió en plantear en la principal resolución que la Cuarta Internacional tenía que “reconstruirse”. Esta formulación sugirió que las fuerzas revisionistas habían tenido éxito en destruir la Cuarta Internacional. Para mayo de 1967, la OCI estaba poniendo en tela de juicio abiertamente la continuidad de la Cuarta Internacional a través del CICI, afirmando que “El CI no es la dirección de la Cuarta Internacional… El CI es la fuerza motriz detrás de la construcción de la Cuarta Internacional”. [1]
La SLL respondió firmemente:
Es un gran error concebir la larga batalla contra el revisionismo pablista como un lamentable lapso, quince o veinte años perdidos en la historia de nuestro movimiento, asumiendo que el ataque de los pablistas distrajo a los cuadros de las secciones británica y francesa de las principales tareas de construir Partidos. Este error se deriva de un entendimiento incorrecto de la continuidad revolucionaria y de la teoría vinculada de que la Cuarta Internacional ha estado muerta desde 1952. Por el contrario, la lucha viviente contra el pablismo y el entrenamiento de cuadros y Partidos con base en esta lucha constituyó la vida de la Cuarta Internacional en estos años. Contiene las lecciones más importantes de todo este periodo. Si los camaradas franceses no comienzan esta lucha teórica conscientemente, pagarán un gran precio. [2]
Esta advertencia de la SLL fue completamente confirmada. Cuando se desarrolló una situación revolucionaria menos de un año después en Francia, la OCI, mientras crecía rápidamente con decenas de miles de miembros, abandonó la lucha consciente por construir la sección francesa del CICI como dirección revolucionaria de la clase obrera, en oposición a las burocracias estalinistas y sindicales. (Ver: 1968: la huelga general y la revuelta estudiantil en Francia)
El centrismo de la OCI también se reflejó en la línea del CI en Europa del Este. Una declaración del CICI sobre los eventos en Checoslovaquia en 1968 realizó ciertas concesiones a las tendencias centristas de la OCI. Pese a conectar correctamente la crisis del estalinismo a la crisis del imperialismo y llamar a construir los Estados Unidos Socialistas de Europa, la declaración proclamó que la “revolución política” se había completado de manera más o menos espontánea en Checoslovaquia durante la Primavera de Praga. Además, exigió la “reconstrucción de la Cuarta Internacional” y evitó llamar a la formación de una sección checoslovaca del CICI. [1]
En 1971, la OCI invitó a su mitin juvenil en Essen, Alemania, a representantes del centrista POUM, el cual cargaba responsabilidad por la derrota del proletariado español en la Guerra Civil de 1936-38, y a la Asociación Nacional de Estudiantes estadounidense, financiada por la CIA. En Bolivia, la OCI apoyó al Partido Obrero Revolucionario (POR) de Guillermo Lora, quien había apoyado a Pablo en 1953 y colaborado con nacionalistas burgueses, incluido el régimen militar del general J. J. Torres, el cual fue derrocado en un golpe militar en 1971.
El grupo húngaro bajo Varga se alineó con la OCI en todos los principales conflictos con la SLL. En noviembre de 1971, la mayoría del CI, liderada por la SLL, declaró su ruptura con la OCI, a la cual criticó correctamente de centrismo. Poco tiempo después, la OCI se convertiría en un soporte crucial para el gobierno burgués en Francia por medio de su fundación y participación en el Partido Socialista.
Sin embargo, la escisión se llevó a cabo sin esclarecer las cuestiones políticas involucradas. Ni siquiera se apeló a los miembros de la OCI que apoyaban al Comité Internacional en oposición a la dirección oportunista de la OCI. En cambio, los dirigentes de la SLL redujeron en gran parte la discusión a diferencias sobre la centralidad del método materialista dialéctico, insistiendo en que ésta había sido la cuestión central de la división.
Como lo indicó el CICI en su análisis de 1986, Cómo el WRP traicionó el trotskismo:
… la ruptura con la OCI fue llevada a cabo con una prisa política que solo pudo dejar un legado de confusión, que fue usado por los centristas franceses… La SLL correctamente pudo indicar los serios errores que la OCI había hecho en Francia en 1968-69. Pero el problema fue que estas diferencias no se discutieron dentro del CI antes de la ruptura. Más aún, la crítica de la OCI finalizó antes de que llegara al punto del desarrollo, en base a un análisis marxista sobre el abstencionismo de la OCI, de una perspectiva revolucionaria concreta para el proletariado francés. A pesar de la estratégica importancia ocupada por Francia en el desarrollo de la revolución socialista mundial, todo el trabajo sobre la perspectiva del CICI para ese país llegó a su fin una vez que se concretó la ruptura. Entonces, a pesar de las profundas conexiones históricas del movimiento trotskista con el proletariado de ese país —cuyos problemas habían sido el objeto de uno de los escritos más importantes de Trotsky— la SLL simplemente abandonó a la clase obrera francesa.
La crítica de la SLL contra la OCI, especialmente en 1967, era correcta. Lo más importante que tenía que hacer como parte de la división era desarrollar esta crítica, especialmente analizando la línea que había seguido la OCI en 1968 y rebatiéndole dentro del CICI, tanto en Francia como internacionalmente, incluyendo con el grupo húngaro y los contactos en Europa del Este que terminaron rompiendo con el CI junto a la OCI.
Una revisión seria de la adaptación política de la OCI al oportunismo debió involucrar un análisis minucioso de su línea en Francia, Bolivia y Europa del Este. Esto habría conllevado una discusión renovada y más profunda sobre el carácter del estalinismo y los Estados obreros deformados en Europa del Este y las tareas de la Cuarta Internacional, las cuales fueron elaboradas desde el principio de la lucha contra el pablismo.
Tal discusión dentro del CICI pudo contribuir muchísimo a esclarecer las cuestiones políticas que la clase obrera europea enfrentaba conjuntamente. Hubiera orientado al CI hacia una intervención agresiva en Europa del Este y la URSS durante las décadas de 1970 y 1980, anticipando la crisis terminal del estalinismo en 1985-1991.
El que la división no se llevara a cabo de esta manera reflejó una tendencia a adaptarse a presiones centristas dentro de la dirigencia de la propia sección británica. La SLL abandonó cada vez más sus responsabilidades internacionales y se enfocó en cambio en su trabajo en Reino Unido, donde atravesaba un periodo de crecimiento gracias a la radicalización de los trabajadores y jóvenes en 1968 y años posteriores.
En 1973, la SLL tomó pasos para formar un nuevo partido, el Workers Revolutionary Party, sin llevar a cabo ninguna discusión internacional al respecto y esencialmente asumiendo fundamentos centristas. En la década siguiente, el WRP se adaptó a fuerzas pequeñoburguesas y nacionalistas en Reino Unido y Oriente Próximo, y a la burocracia estalinista en la URSS. En gran medida, abandonó una intervención directa en y un análisis concreto sobre los acontecimientos en Europa del Esta. Por ende, le dejó esencialmente el campo abierto a los pablistas, quienes, interviniendo en Europa del Este, operaron, ante todo, desde Francia y Alemania Occidental.
A fines de los ’70 y principios de los ’80, cuando estallaron luchas de las masas obreras en Polonia, la prensa del WRP las cubrió de manera muy incompleta, al mismo tiempo en que emprendía una campaña en defensa de un periódico estalinista en Reino Unido. Para 1985, el WRP se pronunciaba abiertamente en apoyo a la política de restauración capitalista de Gorbachov, la “perestroika”.
Mientras tanto, el grupo húngaro alrededor de Varga, el cual se había atrincherado detrás de la OCI en la escisión con el CICI, se había vinculado para inicios de los ’80 con el grupo pablista de Uhl en Checoslovaquia. Completando su giro, Cliff Slaughter, un líder del WRP que había roto con el CI en 1986, unió fuerzas con Varga en 1994 mientras promovía la intervención militar y el apoyo a fuerzas ultraderechistas durante el resquebrajamiento de Yugoslavia. (ver: Marxism, Opportunism and the Balkan Crisis)
La intervención del pablismo en Europa del Este y la URSS fue crítico en permitir que la burocracia estalinista resolviera su crisis terminal a fines de los ’80 favoreciendo sus propios intereses por medio de la restauración del capitalismo, transformándose a sí misma en parte de la nueva clase gobernante, y la división de la región en pequeños Estados nación rivales.
Para entender el impacto de gran alcance que tuvo el pablismo, no solo se debe mirar al papel clave que desempeñaron los pablistas en la restauración capitalista, sino también a la poderosa respuesta que recibió el CICI entre trabajadores e intelectuales cuando intervino en el Este de Europa y la URSS después de que rompiera con el WRP en 1986-1986.
Al reconocer inmediatamente que la perestroika era un paso que estaba tomando la burocracia hasta la restauración capitalista, además de ser una expresión de la profunda crisis del imperialismo, el CICI intervino en Alemania Oriental, Checoslovaquia y la URSS para construir secciones del movimiento trotskista y movilizar a trabajadores para que avanzaran su propia respuesta socialista a la crisis del estalinismo. En Alemania Oriental, la sección alemana del CI, la Bund Sozialistischer Arbeiter (BSA; Liga Obrera Socialista), pudo distribuir miles de panfletos llamando a una revolución política contra la burocracia estalinista y a una lucha de los trabajadores de toda Europa por el socialismo.
En la URSS, David North, secretario nacional de la Workers League (Liga Obrera) en EUA y uno de los líderes del CICI, fue invitado a dar conferencias en universidades y reuniones públicas para presentar el análisis trotskista de la crisis en la Unión Soviética. Por la primera vez en décadas, el movimiento trotskista pudo publicar las traducciones rusas de sus obras teóricas en el Bulletin ’ Chervetogo Internatsionala (Boletín de la Cuarta Internacional). En Ucrania, un importante grupo de simpatizantes se pronunció en acuerdo político con este análisis.
En Rusia, el CI pudo ponerse en contacto con el sociólogo e historiador, Vadim Rogovin. Nacido en 1937, Rogovin llegó a leer el material de la Oposición de Izquierda en los años ’50 y, en sus propias palabras, soñó toda su vida con escribir una historia de la Oposición de Izquierda. Apenas conoció el CICI, pudo escribir esta historia en siete volúmenes en tan solo unos pocos años, al mismo tiempo en que luchaba contra un cáncer terminal. Esta colaboración se volvió un componente crucial de la lucha del CICI en defensa de la verdad histórica y contra la escuela de falsificación histórica postsoviética.
No cabe duda de que el papel histórico y el crimen histórico del pablismo en esta región fue precisamente evitar que las tendencias representadas por Rogovin, que encarnaba las mejores tradiciones de la clase obrera y la intelectualidad soviética y del Europa del Este, se pusieran en contacto con el CICI y participaran en la construcción del movimiento trotskista.
Hoy día, en medio de una profunda crisis del capitalismo mundial, con el surgimiento de fuerzas ultraderechistas y el aumento en el peligro de otra guerra mundial, un ajuste de cuentas político y final con el estalinismo y el pablismo es más importante que nunca. El Comité Internacional de la Cuarta Internacional es la única fuerza que puede reclamar con legitimidad histórica la dirección de la clase obrera. Los trabajadores e intelectuales deben extraer las conclusiones políticas de máximo alcance sobre los crímenes del estalinismo y el pablismo: la tarea crítica es la construcción de secciones del CICI en Europa del Este y ex Unión Soviética para dirigir la lucha por el socialismo revolucionario en sus países e internacionalmente.
Concluído.
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Notas finales (Nuestras traducciones al castellano):
[1] “Statement by the OCI,” mayo de 1967, en Trotskyism vs. Revisionism, Vol. 5, p. 95.
[2] “Reply to the OCI by the Central Committee of the SLL,” 19 de junio de 1967, en Trotskyism vs. Revisionism, Vol. 5, p. 114 (énfasis original).
[3] “Imperialism and the Soviet Bureaucracy in Crisis: Political Revolution in Czechoslovakia,” declaración del Comité Internacional de la Cuarta Internacion, 21 de octubre de 1968, en Fourth International, edición del invierno de 1968/1969, pp. 92-114.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 31 de agosto de 2018)