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El imperialismo de la OTAN y la catástrofe de las inundaciones en Libia

Una vista de la ciudad de Derna, 12 de septiembre de 2023 [AP Photo/Jamal Alkomaty]

Se ha confirmado la muerte de más de 6.000 personas por las inundaciones en el este de Libia causadas por el ciclón Daniel, que hizo colapsar dos represas y destruyó gran parte de la ciudad portuaria de Derna. Miles siguen desaparecidos, y se espera que la cifra de fallecidos sea más del doble de la confirmada hasta ahora, según los cuerpos de las víctimas arrastradas al mar son regresados a la costa.

Esta horrible catástrofe no es solo producto de las inclemencias meteorológicas, intensificadas por el cambio climático. Es consecuencia de la guerra que la OTAN libró contra Libia en 2011, que asoló el país y lo sumió en una guerra civil. Quienes lanzaron la guerra de la OTAN en Libia o la aplaudieron como una intervención “humanitaria”, y quienes hoy respaldan una guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania por motivos similares, tienen una responsabilidad política y moral directa en la catástrofe de Derna.

El año pasado, el hidrólogo Abdelwanees Ashoor escribió artículos en los que advertía de que las presas de Derna estaban en mal estado y que una gran inundación “probablemente provocaría el colapso de una de las dos presas”. Ashoor continuó: “Si se produce una gran inundación, el resultado será catastrófico para los habitantes del uadi y de la ciudad”.

Sin embargo, no se hicieron reparaciones debido a la guerra civil que se ha desatado entre Gobiernos rivales en el este y el oeste de Libia desde que la OTAN destruyó el régimen del coronel Muamar Gadafi en la guerra de 2011. Claudia Gazzini, funcionaria del International Crisis Group, declaró a France24: “En los 10 años transcurridos desde la caída del régimen de Gadafi, en los 10 años siguientes de guerras, rivalidad política y aislamiento, ambos Gobiernos han descuidado por completo las infraestructuras”.

Sin embargo, lo que se oculta sistemáticamente es el papel de las potencias de la OTAN en la instigación de la guerra civil que creó las condiciones para la inundación. Los máximos responsables de la OTAN lanzaron la guerra de 2011 en Libia, confiando en que los mentirosos profesionales de los grandes medios de comunicación, la élite académica y los partidos pseudoizquierdistas de la clase media le venderían al público la guerra como una cruzada por la democracia y los derechos humanos. Todas estas fuerzas tienen las manos manchadas de sangre.

Esto incluye al entonces presidente estadounidense, Barack Obama, al entonces primer ministro británico, David Cameron, y al entonces presidente francés, Nicolas Sarkozy, cuyos Gobiernos fueron los que más presionaron a favor de la guerra de 2011 en Libia. También son cómplices los principales medios de comunicación como el New York Times y CNN, que difunden propaganda dictada por la CIA, así como las legiones de académicos cobardes y conformistas como el profesor Juan Cole de la Universidad de Michigan y políticos pseudoizquierdistas como el profesor Gilbert Achcar del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) de Francia. Apoyaron la guerra en Libia entonces, como ahora apoyan la guerra de la OTAN en Ucrania.

La OTAN lanzó la guerra en Libia en febrero de 2011, alegando que solo su intervención podría impedir que Gadafi matara a grupos de manifestantes en el este de Libia, la misma región ahora devastada por las inundaciones. Para derrocar a Gadafi, la OTAN armó a un conjunto de milicias islamistas y tribales rivales, dirigidas por figuras como el líder del Grupo Islámico Combatiente Libio, Abdelhakim Bekhadj, el activo de la CIA Khalifa Haftar y los líderes de las Brigadas de Misrata. A continuación, proporcionó apoyo aéreo a sus fuerzas patrocinadas, bombardeando a las fuerzas del ejército libio que combatían las milicias insurgentes respaldadas por la OTAN.

La guerra terminó tras siete meses de combates que se cobraron unas 25.000 vidas, mientras la OTAN bombardeaba Trípoli y Sirte, la ciudad natal de Gadafi. El 20 de octubre de 2011, una banda de milicianos que incluía a agentes de los servicios de inteligencia franceses capturó, torturó y asesinó a Gadafi en las ruinas de Sirte. La entonces secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, se regodeó el día de la muerte de Gadafi, riendo y diciendo a los periodistas: “Llegamos, vimos, y él murió”.

El World Socialist Web Site desenmascaró los intereses imperialistas que motivaron la guerra contra Libia, un país rico en petróleo, y expuso las mentiras utilizadas para justificar la guerra. Examinando el caso del profesor y bloguero sobre Oriente Próximo, Juan Cole, David North señaló la amnesia política proimperialista que afligía a una amplia capa de pequeñoburgueses partidarios de la guerra. North escribió:

Los que aclaman el ataque a Libia como un triunfo para la causa de los derechos humanos parecen no recordar en absoluto el monstruoso papel desempeñado por Estados Unidos al atacar y subvertir países que interferían, de una forma u otra, con sus intereses políticos y económicos estratégicos. No solo olvidan el pasado (Vietnam, la salvaje guerra de la “Contra” en Nicaragua, el impulso a las guerras civiles en Angola y Mozambique, el derrocamiento y asesinato de Lumumba en el Congo, el prolongado apoyo al régimen del apartheid en Sudáfrica, la invasión de Irak); el presente es prácticamente ignorado. La “izquierda” proguerra asigna a Estados Unidos la tarea de eliminar a Gadafi por disparar contra su pueblo, incluso mientras los aviones no tripulados Predator hacen llover misiles sobre Afganistán y Pakistán, matando a personas todos los días.

Al comenzar la guerra, Cole atacó la oposición de izquierdas a la misma, declarando que la izquierda “debería evitar hacer de la 'intervención extranjera' un tabú absoluto”, y añadiendo: “Hacer que el 'antiimperialismo' se anteponga a todos los demás valores de forma descerebrada conduce a posiciones francamente absurdas”. Para subrayar su apoyo entusiasta a Estados Unidos y la OTAN, afirmó: “Si la OTAN me necesita, allí estaré”.

Del mismo modo, Achcar, profesor de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres y miembro del NPA pablista, que trabaja como asesor del ejército británico, admitió que la guerra tenía como objetivo saquear los recursos petrolíferos de Libia, pero respaldó a la OTAN de todos modos.

“La respuesta occidental, por supuesto, huele a petróleo”, dijo Achcar en 2011. Sin embargo, argumentó, esta no era una razón para oponerse a la guerra:

He aquí un caso en el que una población está realmente en peligro, y en el que no existe ninguna alternativa plausible que pueda protegerla. El ataque de las fuerzas de Gadafi estaba a horas o, como mucho, a días. No se puede, en nombre de los principios antiimperialistas, oponerse a una acción que impida la masacre de civiles.

Y una vez derrocado el régimen de Gadafi, el periodista del New York Times Nicholas Kristof viajó a Libia y se jactó de que la guerra de la OTAN lo había convertido a él en un héroe en Trípoli. En una columna titulada “¡Gracias Estados Unidos!”, Kristof escribió:

Los estadounidenses no suelen ser héroes en el mundo árabe, pero en medio de celebraciones incesantes aquí en la capital libia, no paro de encontrarme con gente corriente que se entera de dónde soy y repite fervientemente variantes de la misma frase: “¡Gracias Estados Unidos!”.

En realidad, la victoria de la OTAN en Libia se tradujo en una tragedia humana. El país volvió a sumirse en una guerra civil en 2012, después de que Libia oriental, rica en petróleo, intentara separarse y hacer sus propios tratos con las grandes corporaciones petroleras de la OTAN. Junto con la escalada de la guerra civil durante la década siguiente, se han producido decenas de miles de muertes más. La producción económica se ha reducido a la mitad, de 92.000 millones de dólares en 2012 a 46.000 millones el año pasado, mientras que el producto interno bruto per cápita –en términos generales, la renta personal promedio— ha caído de 15.765 a 6.716 dólares.

Todos los funcionarios y profesores que argumentaron que la conquista de Libia por la OTAN produciría paz, prosperidad y democracia son responsables de las decenas de miles de muertes y de la incalculable miseria humana que han resultado de la guerra que respaldaron y promovieron activamente. Cole afirmó que apoyaba la guerra porque creaba la perspectiva de “permitir a los libios tener una vida normal”. Pero la guerra supuestamente librada por la democracia y la normalidad devastó Libia y condujo a la reintroducción de la esclavitud en el país.

En 2017, citando múltiples informes de medios de comunicación mundiales, Amnistía Internacional concluyó que en los campos que la Unión Europea (UE) instaló en Libia para detener a los refugiados que intentaban huir a Europa, los prisioneros son golpeados, violados, asesinados y vendidos en subasta como esclavos.

Hoy, ¿qué tienen que decir los propagandistas de la guerra sobre la catástrofe de Derna y el papel que ha desempeñado su apoyo a la guerra? Ni Cole ni Achcar han dicho nada en sus blogs. Han dejado atrás el desastre que ayudaron a crear en Libia. Achcar ha pasado a apoyar la última guerra de la OTAN, esta vez, contra Rusia.

La guerra contra Rusia en Ucrania fluye directamente de la espiral de escaladas militares lanzadas por la OTAN. Tras la guerra de Libia, las potencias de la OTAN no tardaron en movilizar las redes islamistas que habían utilizado contra Gadafi como fuerzas por delegación para librar una guerra en Siria. En septiembre de 2013, los buques de guerra rusos con base en Sebastopol intervinieron para impedir que los barcos de la OTAN bombardearan Siria. Menos de cinco meses después, Washington y Berlín respaldaron el golpe del Maidán de febrero de 2014 en Ucrania y exigieron que Rusia entregara Sebastopol y toda la península de Crimea al recién instalado régimen pro-OTAN de Kiev.

La tarea decisiva a la que se enfrentan los trabajadores y la juventud de todo el mundo es construir un movimiento internacional contra el imperialismo para detener esta espiral militar, que está poniendo en marcha una cadena de catástrofes cada vez mayores. Mientras las potencias imperialistas de la OTAN intensifican la guerra en Ucrania y conspiran para dividir Rusia y apoderarse de sus recursos naturales, vuelven a presentarse como defensores de la “democracia” y la “libertad”, esta vez, contra el presidente ruso Vladímir Putin. En realidad, la violación de Libia y la catástrofe de Derna son advertencias imperecederas sobre las desastrosas consecuencias de la victoria de la OTAN en sus guerras de saqueo.

(Publicado originalmente en inglés el 13 de septiembre de 2023)