Durante el fin de semana, el presidente Barack Obama urgió a sus 132 millones de seguidores de Twitter (X) que donen a organizaciones de caridad que están ayudando a las personas en Derna, la ciudad libia destruida por una inundación que se ha cobrado más de 20.000 vidas, según las estimaciones de funcionarios locales.
“Si quieres ayudar a las personas impactadas por las inundaciones en Libia, fíjate en estas organizaciones de asistencia”, escribió Obama, citando un llamado de su propia fundación.
Esta declaración provocó una ola de comentarios hostiles en redes sociales que citaron justificablemente la responsabilidad de Obama en crear las condiciones que propiciaron el desastre libio. Su Gobierno emprendió la guerra de EE.UU. y la OTAN en 2011 que destruyó el régimen existente y prolongado de Muamar Gadafi. El bombardeo dio inicio a una guerra civil extensa y continua que ha asolado el otrora país más rico de África.
Otros altos cargos estadounidenses responsables de la guerra en Libia son el entonces vicepresidente Joe Biden y la entonces secretaria de Estado Hillary Clinton, que desempeñó el papel principal en la justificación pública de la guerra. Clinton se regodeó cuando Estados Unidos y la OTAN en el asesinato de Gadafi. “Vinimos, vimos y murió”, se jactó entonces.
El presidente actual Biden hizo su propia santurrona petición de apoyo y simpatía para el pueblo libio. “Jill y yo enviamos nuestro más sentido pésame a todas las familias que han perdido a sus seres queridos en las devastadoras inundaciones de Libia”, dijo en un comunicado la semana pasada, en el que añadía que Estados Unidos estaba enviando fondos de emergencia a organizaciones de ayuda. Todavía no se ha anunciado la cantidad en dólares, pero será una gota en el océano comparada con los 1.100 millones de dólares gastados por Estados Unidos en la guerra de 2011, por no hablar de las decenas de miles de millones que se están gastando en la guerra contra Rusia en Ucrania.
La solicitud total de ayuda anunciado por las Naciones Unidas es de solo 71 millones de dólares. Esta suma queda eclipsada tanto por la enorme necesidad humana como por las enormes sumas dilapidadas en la zona de exterminio en que se ha convertido Ucrania. La Unión Europea, que ha vertido casi 40.000 millones de dólares en la guerra contra Rusia, prometió apenas 537.000 dólares en ayuda a las víctimas de la inundación de Derna.
Naciones Unidas también es responsable de la tragedia libia. El 17 de marzo de 2011, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó acciones contra Libia (con la abstención de Rusia y China en lugar del veto), autorizando a los Estados miembros a “tomar todas las medidas necesarias para proteger a los civiles bajo amenaza de ataque en el país, incluyendo Bengasi”. Este lenguaje dio el sello de aprobación de la ONU al pretexto imperialista para atacar Libia, la supuesta amenaza de una masacre del pueblo de Bengasi por las fuerzas de Gadafi. Dos días después comenzaron los bombardeos de EE.UU. y la OTAN.
Esa guerra mató a 25.000 libios, incluido Gadafi, quien fue torturado y asesinado por fundamentalistas islámicos reclutados, entrenados y armados por el Pentágono y la CIA, así como por Reino Unido y Francia. Estos combatientes fueron luego enviados por la CIA a Siria para unirse a un movimiento insurgente contra el presidente sirio Bashar al-Asad que llegaría a ser conocido como el Estado Islámico o ISIS. El puerto a través del cual se transportó a estos guerrilleros curtidos fue la ciudad de Derna, ahora destruida en gran parte por la inundación del 10 de septiembre.
Otros islamistas se desplazaron hacia el sur, desestabilizando la mayor parte de la región del Sahel, incluidos Chad, Níger, Malí, Burkina Faso y la República Centroafricana, y extendiendo la violencia a Nigeria, el país más poblado de África.
Dentro de Libia, las consecuencias de la guerra dirigida por Estados Unidos fueron catastróficas. Desde el punto de vista económico, el país más próspero de África antes del ataque de Estados Unidos y la OTAN se ha transformado en uno sumido en la pobreza y las privaciones, donde las infraestructuras se desmoronan. En 2010, el año anterior a la guerra, el PIB de Libia era de 11.611 dólares per cápita. En 2021, esta cifra se había reducido casi a la mitad, a 5.909 dólares per cápita. De hecho, la riqueza neta del país cayó un 21 por ciento de 2010 a 2021, en claro contraste con países africanos como Etiopía (crecimiento del 591 por ciento), Kenia (468 por ciento) y Nigeria (230 por ciento).
El bombardeo de Libia por parte de Estados Unidos y la OTAN fue seguido de una guerra civil entre facciones rivales, cada una de ellas respaldada por una constelación diferente de potencias externas que se disputaban los vastos yacimientos de petróleo y gas del país, los mayores de África. Libia ha quedado dividida entre una región oriental, con sede en Bengasi, y una región occidental, controlada desde Trípoli, la capital.
Al parecer, los gobernantes de la región oriental, encabezados por Jalifa Haftar, exactivo de la CIA pero ahora aliado de Francia, Rusia y Emiratos Árabes Unidos, miraban con recelo a la ciudad de Derna por su papel en las actividades de los fundamentalistas islámicos y los agentes de inteligencia estadounidenses. No estaban dispuestos a gastar recursos en reparar y reforzar las infraestructuras de la ciudad, ni siquiera después de que se informara de la existencia de grietas visibles en las dos presas que protegían la ciudad de posibles inundaciones del wadi, el cauce del río, normalmente seco, que atravesaba su centro.
Fueron estas dos presas las que fallaron bajo el impacto del ciclón Daniel, un fenómeno meteorológico del tamaño de un huracán, probablemente reforzado por el cambio climático, que vertió sobre la ciudad más de 25 centímetros de agua, la precipitación promedio de un año en unas pocas horas. El enorme volumen de agua liberado por el colapso de la presa descendió sobre los indefensos habitantes de Derna y arrasó o sepultó en el barro uno de cada cuatro edificios de una ciudad de casi 100.000 habitantes.
Los medios de comunicación corporativos estadounidenses, por supuesto, no dicen nada en su cobertura del desastre sobre la responsabilidad de la Administración de Obama-Biden y del gobierno de Estados Unidos en esta colosal tragedia humana. No habrá procesamientos, ni políticos ni jurídicos, de los criminales de guerra de Washington.
Cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas se reúna el lunes en Nueva York, los dirigentes de las principales potencias pronunciarán discursos complacientes sobre la urgencia de movilizar al mundo en apoyo de Ucrania. Puede que incluso pronuncien discursos vacíos sobre combatir el hambre y las enfermedades en el mundo, la necesidad de ayudar a las víctimas de las “catástrofes naturales” en Marruecos, Libia, Turquía e innumerables países más.
Coincidiendo con este evento se celebra la conferencia de dos días patrocinada por la Iniciativa Global Clinton, la fundación dirigida por Bill y Hillary Clinton. Participarán siete gobernadores estadounidenses, cuatro miembros del gabinete de Biden, dos exsecretarios de Prensa de la Casa Blanca, un auténtico criminal de guerra, el ex primer ministro británico Tony Blair y, al parecer, el Papa. En su voluminosa agenda no se menciona ni el desastre libio ni el papel de Hillary Clinton en él.
Los grupos pseudoizquierdistas y los académicos de “izquierda” que respaldaron la guerra de Estados Unidos y la OTAN en Libia, y que ahora respaldan la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en Ucrania, también guardan silencio. Ninguno de estos grupos tiene la más mínima independencia del imperialismo estadounidense o de sus rivales europeos. Todos ellos, como Obama, Biden y Clinton, tienen las manos ensangrentadas y la responsabilidad política y moral de uno de los grandes crímenes del siglo veintiuno.
Solo el World Socialist Web Site y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional tienen un historial político de oposición consecuente al imperialismo y a todos sus crímenes. Buscamos hoy, como lo hicimos en 2011, y como lo hacemos todos los días en relación con la guerra de Ucrania, que la clase obrera en todos los países tenga claro la necesidad de librar una lucha política contra el imperialismo y unirse internacionalmente para hacerlo.
(Publicado originalmente en inglés el 17 de septiembre de 2023)